La Voz Judía


La Voz Judía
La Palabra “O”
Por Rabino Avi Shafran

La reciente sugerencia hecha por el rabino de una congregación Ortodoxa de la Costa Oeste y que se refiere a que una de las birkot hashajar (las bendiciones matutinas) - rezadas todos los días por los Judíos observantes de la Torá- sea eliminada porque la considera insuficientemente esclarecedora, nos trae a la memoria la desagradable pero imperiosa tarea que enfrenta la comunidad judía: la de definir la palabra “Ortodoxo”.
En el mundo judío las palabras son manipuladas con una regularidad verdaderamente perturbadora.
La “observancia” judía, un término que alguna vez fuera claro y descriptivo, ha sido relegado a la relativización. Después de todo, ¿un judío que sigue fielmente las prescripciones de su clérigo en cuanto a que el activismo social es el mandato escencial judío…no es un observante? El o ella con toda seguridad dirían que sí.
Si se agrega la palabra “Torá” antes de “observancia”, eso tampoco ayudaría demasiado. Después de todo, un líder reformista proclamó alguna vez que su movimiento abrazaba de todo corazón la Torá, repitiendo tres veces la palabra, “Torá, Torá, Torá”!, socavando en seis sílabas más de 3000 años de una identificación de esa palabra con el verdadero concepto de la ley revelada, a la cual la teología reformista renuncia descaradamente.
“Mitzvá” también ha sido puesta patas para arriba. La palabra hebrea para “mandamiento” se ha degenerado en muchos círculos para convertirse en el significado de “buenas acciones” o incluso “en lo que a cualquier persona determinada se le puede ocurrir respecto a lo que es una buena acción”.
El mismo rabino reformista anteriormente citado, cierta vez advirtió que cualquier judío “debe examinar cada mitzvá (en la Torá) y hacerse la pregunta: ¿me siento yo comandado en esta instancia…?”.
Ahora bien, sentirse comandado y ser comandado pueden no ser mutuamente excluyentes, pero difícilmente ambas cosas sean una y la misma.
Y siguiendo con el tema del abuso de las palabras, tenemos lo que los Conservadores llaman “Halajá” y los Reformistas “Kollel”.
La palabra “Ortodoxo” siempre ha sido un refugio discursivo para los judíos que creen en el origen Divino de la Torá y se comprometen con la totalidad de nuestra mesorá –las creencias y las prácticas religiosas tradicionales judías- y con la integridad del proceso halájico tal y como el mismo ha existido durante milenios.
Aunque la “palabra-O” fue impuesta originariamente a los judíos creyentes por otros, nosotros hemos conquistado la etiqueta de la prudencia; ello implica la fidelidad al pasado y el deseo de sostenernos firmes frente a las ráfagas del cambio social. Y ello nos ha permitido mantenernos al margen de todos los paralelos contemporáneos del movimiento seduceo del período del Segundo Templo –para tomar una comparación hecha por el Rabino Yosef Dov Soloveitchik, zt”l.
Sin embargo, en los últimos años, incluso el término “Ortodoxo” ha sido objeto de un insensato y tonto tratamiento. Algunas personas que se han ordenado en instituciones ortodoxas han apelado al poder imaginario de sus trozos de papel para escribir sobre ellos “Kosher” sobre cualquier cosa que su poderosa y amplia conciencia los ha inspirado a tomar. De modo tal que tenemos un “rabino Ortodoxo” que se enorgullece por poner ejemplo de aquello que la Torá prohibe como toeivá (repugnante); otro que se digna a “ordenar” mujeres; últimamente, uno que por derecho propio declara que el ya no puede seguir “tomando el nombre de D”s en el contexto” de una de las birkot hashajar, y que “supone, a esta altura de la historia, que eso constituye una Profanación del Nombre”.
Existe aquí una profanación, es cierto. Pero no en el lugar en el que el rabino la ve.
Muchos judíos ortodoxos, comprensiblemente, son reacios a concentrarse en rabinos que buscan llamar la atención, si así se puede decir, llegando hasta donde ningún otro rabino ortodoxo había llegado antes. Pero nosotros ignoramos el peligro de cosas como esas. Mejor dicho, el peligro de perder el último adjetivo que implica compromiso con la mesorá Judía.
Poner límites precisos entre los no ortodoxos y los no Ortodoxos, no es algo sencillo.
Ha habido innovaciones judías que fueron incorporadas, de hecho promovidas, por Guedolei Israel –tal vez la más contundente fue el movimiento Bait Yaacov.
Pero cuando un rabino contemporáneo, en particular uno que todavía no ha cosechado la sabiduría que deviene de muchos años de vida y de aprendizaje, propone excluir un elemento –cualquier elemento- del mandamiento judío, no caben cuestiones respecto a que ha renunciado a su derecho a ser llamado Ortodoxo.
Y tampoco hay cuestiones respecto a que cualquier grupo rabínico ortodoxo al cual él pueda pertenecer, y cualquier cuerpo congregacional ortodoxo al cual su sinagoga esté afiliada, tienen la obligación de defender la palabra Ortodoxo, y de reunir el coraje para hacer lo que haya que hacer.

 

La tribuna Judía 55

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