En la Plaza Seca del edificio de la AMIA se llevó a cabo un acto conmemorando el décimo aniversario de los atentados que sufriera los Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001.
Presidido por el vicepresidente en ejercicio de la presidencia de la AMIA, Ángel Barman; la embajadora de los Estados Unidos en Argentina, Vilma Martínez y el Secretario de Culto de la Nación, embajador Guillermo Olivieri (en representación de canciller argentina, Héctor Timerman), el acto –que fue conducido por el secretario general de la AMIA, Julio Schlosser - se inició con la colocación de una ofrenda floral al pie de la placa que recuerda a las 85 víctimas fatales del atentado a la AMIA.
Estaban presentes, entre otros, el recientemente designado embajador argentino en el Estado de Israel, Carlos Faustino García; el embajador del Estado de Israel, Daniel Gazit; el Gran Rabino Shlomo Benhamú; Claudio Avruj, en representación del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; Marcos Graviker, juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico;
y gran cantidad de miembros del cuerpo diplomático acreditado en Argentina.
También fueron muchos los dirigentes y funcionarios comunitarios presentes: Aldo Donzis y Alberto Hammerschlag, presidente y vicepresidente de la DAIA respectivamente; Manuel Junowicz, presidente de la OSA; Adolfo Filarent, presidente del KKL; Sergio Borisonik, presidente de Avodá; Tomy Saieg, Simón Drelevich, Alberto Chaieno y Pedro Buki, directivos de la AMIA; Claudio Epelman director del Congreso Judío Latinoamericano; Sergio Widder; representante para América Latina del Centro Wiesenthal; Olga Deigtar, en representación de los Familiares de Víctimas del Atentado a la AMIA; Adriana Reinsfeld, en representación de Memoria Activa; Jorge Elbaum; director ejecutivo de la DAIA; Daniel Pomerantz, director ejecutivo de la AMIA y Ana Weistein, directora del Vaad Hakehilot.
Julio Schlosser expresó al dar inició a la conmemoración diciendo “Estamos reunidos para conmemorar el atentado que terminó con la vida de 3.000 personas, de 90 países distintos. Estamos acá para rendirles homenaje, y en esas 3.000 personas rendir homenaje también a todas las víctimas del terrorismo internacional, ese flagelo de este nuevo siglo, que sin embargo empezó mucho antes. Empezó un 17 de marzo cuando voló la embajada de Israel, continuó con la voladura de está casa, y en ese momento el mundo no tomo conciencia de que teníamos un nuevo enemigo, que es el terrorismo internacional”.
La embajadora Vilma Martínez manifestó, entre otros conceptos manifestó “Diez años atrás, en septiembre de 2001 se perdieron casi 3.000 vidas en el más terrible atentado cometido en territorio estadounidense en toda la historia de Estados Unidos. Nunca olvidaremos las imágenes de los aviones impactando en las torres, ni las fotos de los familiares buscando desesperadamente a sus seres queridos. Nunca olvidaremos la tristeza que sentimos (…) Al conmemorar hoy el décimo aniversario del atentado del 11 de septiembre, recordamos una década de solidaridad con quienes compartimos nuestros valores e ideales. Estamos agradecidos por el apoyo brindado por nuestros amigos y aliados y valoramos profundamente nuestra causa común para denunciar el terrorismo y buscar justicia para sus víctimas. Apreciamos mucho que la AMIA haya organizado esta conmemoración (…) Hoy reconocemos la fortaleza de nuestras comunidades de los Estados Unidos, de la Argentina, de todo el mundo. Es conmovedor reunirnos hoy aquí, en el lugar del atentado a la AMIA, un sombrío recuerdo de nuestra historia compartida de ataques terroristas en suelo propio. Para nuestros países y muchos otros alrededor del mundo el 11 de septiembre del 2001 fue y será un triste recordatorio de la realidad del terrorismo mundial. Durante los últimos diez años hemos trabajado junto a nuestros amigos y aliados para enfrentarlo, en los últimos meses hemos logrado avances para desmantelar las redes terroristas de Al Qaeda y lograr un mundo más seguro (…) reafirmamos nuestro compromiso en la lucha contra el flagelo terrorista; reafirmamos nuestro apoyo incondicional a comunidades como la de ustedes en sus esfuerzos para obtener justicia para las víctimas de ataques terroristas”.
El vicepresidente en ejercicio de la presidencia de la AMIA, Ángel Barman, a continuación improviso una corta y sentida alocución: Estos actos son para recordar, son para contar, para trasmitir tratando de que la gente comprenda, el que estuvo lejos de aquellas personas a las que le fueron arrancados sus hijos, a los hijos que le fueron arrancados sus padres, hermanos, parientes familiares; a todos los que sufrieron estos macabros atentados. Pero, cómo lo contamos, como lo trasmitimos. ¿Tenemos suficientes palabras, suficiente lenguaje para explicar como estos bárbaros hacen de la muerte su objetivo, hacen de la muerte su labor, hacen de la muerte su quehacer diario? No es posible. Pero si recordamos, veamos también lo que pasa en la casa de estos bárbaros. Después de tantos crímenes como hubo: AMIA, Nueva York, Bombay, Atocha, Inglaterra, Rusia, etc.; todos estos actos, prendíamos a las 24 o 48 horas los televisores y veíamos como multitudes festejaban, cantaban, bailaban en las calles, tiraban tiros al aire. ¿Cómo puede ser? Yo creo que no hemos gritado, no hemos hecho lo suficiente, todos nuestros diplomáticos, todos nuestras autoridades no han hecho lo suficiente. Esto es una cosa que no se puede creer, tanto desprecio por la vida, no solamente por la vida ajena, por la vida de sus pueblos, por sus ciudadanos (…) De alguna manera, no se cual, hay que terminar con esto. Todos los años nos juntamos en las Naciones Unidas, todos los años hay resoluciones y todos los años hay más muertos”.
Previo a las palabras del Secretario de Culto de la Nación, Julio Schlosser expresó “Estamos seguros que nuestra Presidenta va ha volver a formular un claro reclamo en Naciones Unidas para que la República Islámica de Irán entregue a aquellos que han pergeñado el terrble atentado que voló esta casa”.
Finalmente el embajador Olivieri manifestó, entre otros conceptos “Este ámbito, la casa de la comunidad judía argentina, es un lugar emblemático para recordar una de los hechos terroristas más cobardes y sorpresivos de los que tenemos consciencia sucedido hace 10 años atrás. Y lo es porque nuestro país sufrió en esta casa el horror de lo inadmisible: el asesinato de 85 personas, y más de 300 heridos una mañana del 18 de julio de 1994. Volver la vista diez años atrás, ese 11 de septiembre de 2001, nos obliga a sentir nuevamente la desesperación de esas familias destrozadas por la irracionalidad fundamentalista. Recordar esas imágenes implica reparar en heridas que todavía hoy son lacerantes y nos interrogan no solo en relación a la Seguridad Internacional sino incluso en referencia a la propia condición humana y las motivaciones que pueden llevar a sujetos a cometer esos crímenes abominables. Es importante conmemorar el 11 S en un lugar como este porque la AMIA es la evidencia de que el terrorismo no puede lograr su cometido de intimidar e impedir la vida institucional, social o comunitaria: De la misma manera que esta casa de la comunidad judía se levantó de las propias cenizas que dejó el Terror, la sociedad estadounidense ha puesto en evidencia que la reconstrucción de esa zona de Manhattan será el más sentido homenaje a la memoria de 3 mil víctimas y al fracaso de toda forma de fundamentalismo. El terrorismo ha asumido en la historia muchas formas. Y en la casa de la comunidad judía argentina no podemos obviar que una de las máximas del terrorismo ha sido aquella instaurada desde el Estado Nazi para exterminar al pueblo judío, al pueblo gitano e incluso a los discapacitados o los adversarios políticos e ideológicos. El pueblo judío conoce la forma más terrible y absoluta del terror: el genocidio. La Shoá es sin duda la manifestación más literal del terrorismo. Esta terrible consolidación del terrorismo es la que se apropia del ESTADO, y la Argentina la sufrió y lo revive hoy día en los juicios pendientes a los represores, por supresión de identidad de hijos, y apropiación de bebes nacidos en la clandestinidad del accionar de todas las suspensiones del estado de derecho (…) La democracia discute, polemiza, contrasta y su práctica aísla a los violentos. El terrorismo puede llegar a incubar sus justificaciones en la confusión de discursos religiosos, ideológicos, raciales o pseudo-nacionalistas. Se basa en relatos incontrastables y es la manifestación más cruel de quienes no soportan el debate, la diversidad, la contrastación, la polémica y la democracia: postula el asesinato de inocentes porque saben que el debate democrático es su gran enemigo (…) La memoria ha sido siempre una herramienta imprescindible de los pueblos que pretenden sanear sus heridas. En nuestro país sabemos que el doloroso recuerdo del 11 S supone tanto el homenaje respetuoso a sus víctimas y el compromiso por enfrentar internacional y cooperativamente a quienes postulan como herramienta política. “Recordar, recordar, y recordar” es el mandato bíblico de la Torá y es nuestro deber moral con quienes hoy homenajeamos a las víctimas”
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