El Rab Paul Seiger, antiguo consejero espiritual de una prisión en Missouri, cuenta la trágica pero verdadera historia de un homicidio que pudo haber sido evitado:
La víctima había recibido una llamada telefónica en la que le dijeron que “se había hecho un contrato sobre su vida”. Sin tener ninguna duda de que la amenaza era seria, el hombre fue a la policía, pero ellos le dijeron que no podían ofrecerle ninguna protección.
Exactamente una semana más tarde el hombre fue asesinado.
Hasta la declaración de la reciente ley en contra de las amenazas, no era mucho lo que la persona podía hacer para protegerse en contra de esas amenazas. Incluso hoy en día, hay muchas limitaciones en la ley. La ley civil no permite “castigos preventivos”. De hecho, al declarar que el solo hecho de amenazar es un crimen, los legisladores mantuvieron el principio de que alguien no puede ser castigado antes de que haya cometido el crimen; ellos simplemente definieron a la amenaza como un crimen.
Pero imaginémonos que fuese posible saber de antemano que alguien va a cometer un crimen. ¿Sería correcto encerrar a esa persona?
La pregunta está en el corazón del caso del “hijo rebelde”, un tema que aparece en la parashá de esta semana. El hijo rebelde es un niño que - a pesar de la disciplina de sus padres - elige seguir el mal camino. Él abandona la rectitud moral e incluso roba dinero de sus padres para complacer sus erróneos deseos. Acciones pasadas lo llevaron a ser castigado por la corte… pero él se niega a cambiar su comportamiento.
Perdiendo toda esperanza de rehabilitación, los padres llegan hasta la corte para declarar que su hijo es un “ben sorer umoré” - un hijo rebelde. Si después de una gran investigación la corte encuentra que él realmente es un hijo rebelde, el chico es matado.
La aparente increíble dureza de este castigo es discutida por los comentaristas de la Torá. Para comenzar, debe ser aclarado que todo este tema del hijo rebelde es un caso teorético. El Talmud señala esto al decir que “nunca hubo y nunca habrá” un caso en el cual se declare la muerte de un niño basado en esta ley. De hecho, se deben hacer tantas especificaciones para llegar a implementar esta ley que es virtualmente imposible que se le aplique la pena a un hijo rebelde.
Si es así, ¿por qué la Torá dedica toda una sección a este tema? Los comentaristas explican que esto es para enseñarnos una cantidad de importante lecciones.
En un nivel básico, la Torá está enfatizando la profunda responsabilidad que tienen los padres al educar a sus hijos. La Torá nos advierte que si un niño no está disciplinado correctamente, eventualmente él puede caer en actividades criminales. A pesar de que hay obviamente una multitud de factores, la verdad es que un niño que se desvía, muy probablemente careció de algún elemento clave en su temprana educación.
Rashí, citando el Talmud, explica este tema de manera más profunda: el duro castigo no es por un crimen ya realizado - sino para prevenir futuros actos criminales más serios. Continuando su mal camino, el hijo rebelde eventualmente llegará a convertirse en un hombre malvado, robando y asaltando a la personas. En lugar de dejarlo morir como un hombre viejo con la sangre de sus víctimas en las manos, la Torá dice que él debe morir ahora antes de que hayan víctimas y ponga un terrible mal sobre su propia alma.
En un nivel práctico, los seres humanos no saben anticipadamente con absoluta certeza que una persona cometerá un crimen. Es por eso que para nosotros, castigos anticipados son inapropiados. Pero, dice el Zohar, es diferente con D’os
Quien tiene conocimiento supremo. Frecuentemente, D’os trae dificultades sobre la persona, no como un castigo por un crimen pasado, sino como una medida preventiva en contra de futuros malos actos. Tanto nuestro pasado como nuestro posible futuro es revelado a D’os.
Esta es una importante lección para tener en mente en estos días cuando se está acercando el día del Juicio.
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