En un Shabat reciente tuve la oportunidad de estar en el sector de Sanhedria Murjevet, en Ierushalaim. Yo me encontraba allí para celebrar el shalom zajor del hijo recién nacido de mi hijo Moshé. Al parecer, en los últimos meses, Sanhedria Murjevet fue golpeado por nueve hechos trágicos.
Uno de los tikunim que los residentes del barrio aceptaron cumplir fue el de invitar semanalmente a una persona para hablar. Cada uno de ellos es invitado, cada Shabat por la tarde, después de Minjá, a la sinagoga del Rabino Itzjok Berkovitz para decir unas palabras. Durante el Shabat de Parashat Koraj me solicitaron que diera un mensaje.
Mis preparativos preliminares fueron sencillos. En verdad yo tengo un método acerca de cómo dar respuestas a una serie de tragedias que acontecen en una comunidad local durante un corto período de tiempo. Y yo estaba en condiciones de compartir con la comunidad de Sanhedria Murjevet una historia que tuvo lugar a comienzos de los años 1980, en Far Rockaway.
Allí también la comunidad fue sacudida por una serie de tragedias en un muy corto período de tiempo. En Far Rockaway también la comunidad se vio motivada a hacer algo a la luz de esas tragedias. Se hicieron muchas propuestas, pero la comunidad no podía ponerse de acuerdo en una idea aceptada en forma compartida.
Una de las ideas que se sugirieron fue la de acudir a lo del zekan ha’admorim de aquellos tiempos, el Bluzhever Rebbe, zt”l. Se organizó una delegación a tal fin. Rabonim y baalei batim fueron elegidos como representantes de todas las sinagogas del barrio. Y se concertó una entrevista.
Cuando llegamos, nos ubicaron en una habitación con muy poco moblaje que tenía una regia silla en el medio. Nos sentamos y esperamos unos minutos. De pronto se abrió la puerta y apareció el Rebbe, al cual sin dudas se lo veía sumamente débil, y al cual sostenían dos nietos. Ellos caminaban lentamente hacia la silla. Cuando el Rebbe se acomodó en ella, saludó a todos los que estábamos allí reunidos, y nos dijo que estaba listo para escuchar el motivo por el cual habíamos ido.
El representante del grupo empezó a relatar todas las tragedias que habían caído sobre la comunidad. Mientras iba hablando podíamos notar en el rostro del Rebbe la preocupación y la angustia que sentía dado que sentía ese dolor como propio. Cuando el delegado terminó de hablar, uno de los representantes –tal como había sido preestablecido- planteó su propuesta. El sugirió que cada mañana, cada miembro de la comunidad diera un kofer nefesh de 18 centavos para tzedaká. Una segunda persona sugirió que cada shul aceptara una takaná de no hablar durante jazorat hashatz. Una tercera persona hizo otra propuesta que no puedo recordar.
El Rebbe miró fijamente a cada una de las personas y explicó por qué todas esas sugerencias no iban a funcionar. “En primer lugar”, dijo, “¿dieciocho centavos? ¿tan barato? Ustedes hablan sobre situaciones de tanta seriedad y piensan que se pueden solucionar con dieciocho centavos?”
Al que sugirió la takaná de no hablar durante jazorat hashatz, le dijo: “¿Usted va a controlar y garantizar que ninguno hable? ¿No es peor hacer una takaná y que después la gente no la cumpla?”.
Del mismo modo explicó por qué la tercera sugerencia no constituía una respuesta adecuada.
A esa altura de la conversación, se había hecho un incómodo silencio hasta que uno de los representantes del grupo preguntó: “¿Entonces, qué es lo que deberíamos hacer?”.
Otra vez se hizo silencio. El Rebbe estaba concentrado pensando.
Finalmente, levanto su mirada y dijo: “Nosotros tenemos un Tatte en Himmel, un Padre en los Cielos, y si ustedes le piden a vuestro Padre, El responde”.
Cuando escuché esas palabras le pregunté: “¿Acaso el Rebbe quiere decir que nosotros deberíamos reunir a los miembros de todos los shuls para que juntos declaremos un iom tefilá?”.
El me miró con su mirada aguda y respondió: “No hagan un circo. Siéntense en su lugar de siempre de la sinagoga y hablen con Ribonó shel Olam como si estuvieran hablando con un Padre. Abran vuestros corazones a El, y El les responderá”.
Yo he contado esta historia muchas veces a numerosas personas y grupos, pero nunca analicé por qué razón la tefilá es la respuesta adecuada.
¿Por qué no el estudio de la Torá? ¿Por qué no la caridad?
De todas las 613 mitzvot, ¿por qué eligió el Bluzhever Rebbe (como así también lo hicieron muchos otros rashei ieshivá y rebes, incluído el Rav Yosef Shalom Elyashiv en un reciente incidente) la tefilá como respuesta?
Mientras preparaba mi discurso encontre un Jazal que respondía a esta pregunta. El Midrash Rabá (Shemot 21:5) describe la reacción de Bnei Israel cuando el Faraon y los egipcios capturaron a los judíos en el Mar Rojo. El pueblo le dijo a Moshé, “Ahora los egipcios nos harán a nosotros lo que nosotros les hicimos a ellos. Ellos matarán a nuestros primogénitos y tomarán todo nuestro dinero”. Al ver su difícil situación elevaron sus ojos hacia su Padre en los Cielos y se lamentaron con El.
El Midrash pregunta , “Pero ¿por qué razón HaKadosh Baruj Hu los sometió a semejante dificultad?”. Y el Midrash responde con un ejemplo.
Cierta vez había un rey que estaba viajando por una ruta y oyó la voz angustiada de una princesa. Ella estaba pidiendo que la salven de los ladrones. El rey la oyó y la salvó.
Tiempo después el rey quiso casarse con la princesa. El quiso hablar con ella, pero ella se negó.
¿Qué hizo entonces el rey?
El llamó a los ladrones y se los mandó de vuelta a la princesa para que ella pudiera volver a llamarlo pidiéndole ayuda.
HaKadosh Baruj Hu quiere que Klal Israel esté cerca suyo y hable con El. Cuando ello no ocurre, El le envía tragedias para alentarlos a que hablen nuevamente con El.
Nosotros no vivimos en un tiempo en que el mundo es perfecto. En nuestro camino encontramos tragedias y enfermedades. Sin embargo, a veces, Ribonó shel Olam unifica ambas tragedias para que acontezcan en un corto período de tiempo y a menudo en una ciudad o barrio en particular. El nos está diciendo: “HáblenMe. Yo deseo oir vuestra voz”. Si ese es el mensaje, entonces resulta obvio que la respuesta tiene que cumplir con Su pedido y que hablemos con nuestro Padre en los Cielos.
Ojalá que recordemos hablar con HaKadosh Baruj Hu sin que haga falta que El nos tenga que enviar nuevos mensajes.
|
|
|