La Voz Judía


La Voz Judía
Nuestro hogar es donde está el Judaísmo

Recientemente, la USCJ, United Sinagogue of Conservative Judaism, dio a conocer un comunicado sobre un plan estratégico que habla de los constantes desafíos que enfrentan los judíos no ortodoxos en el país. El comunicado estaba acompañado por una muestra de datos que decía que el movimiento Conservador había perdido el 14% de sus familias afiliadas desde 2001, y que en el nordeste esta cifra se duplicaba.
El plan aludía a un anuncio de la Unión del Judaísmo Reformista referida a una sesión de think tank, “lluvia de ideas”, de 18 meses de duración dirigida a poner en juego las mejores armas del Movimiento Reformista.
Si bien algunas de las necesidades del movimiento en cuanto a obtener nuevos asesoramientos tienen que ver con la amplia crisis económica, el motor principal de las mismas es la pérdida de miembros en las congregaciones del movimiento.
En igual sentido, los “rabais” Reconstruccionistas tuvieron recientemente que enfrentar el desafío de “repensar el rabinato” a la luz del achicamiento del mercado de judíos no ortodoxos y la falta de oportunidades de trabajo en las cogregaciones.
Muchas de las quejas y las imprecaciones por la caída numérica de miembros de las congregaciones y por la desconexión general llegaron a rozar las puertas de las sinagogas no-ortodoxas. Las quejas estaban referidas a que esas casas de rezos se han vuelto cada vez más irrelevantes. (En tal sentido, tal vez la única institución judía que es objeto de una crítica mayor es la escuela de la congregación religiosa).
Por tal motivo, entre los filántropos de ese judaísmo hay muchos que prefieren costear nuevas alternativas a las sinagogas en lugar de invertir en realizar innovaciones dentro de las sinagogas.
Por cierto, el problema del distanciamiento y descompromiso de los judíos no es nuevo. Los judíos no ortodoxos durante algún tiempo reconocieron lo distorsionado del predicamento que ellos habían creado para si mismos. Basta con analizar las declaraciones del American Jewish Committee, que es secular. Dicen:

La enseñanza del judaísmo ha menospreciado en exceso el principio de que ser judío significa un tiempo en la vida de encuentro con la herencia judía, idealmente, desde la cuna hasta la tumba. Por el contrario, para muichos judíos norteamericanos el aprendizaje del judaísmo ha quedado reducido a sus niveles más elementales…La comunidad judía sigue su camino de agonía respecto a su continuidad futura.
(Declaración del AJC sobre política en educación judía- Diciembre 13,1999)

Lo que los líderes judíos de lo mencionado anteriormente, los “pensadores” y los filántropos parecen no tomar en cuenta es que el tema no es la sinagoga; ninguna institución puede ser realmente efectiva en el vacío. A fin de que los judíos se conecten profundamente con su lugar de rezos, ellos deben experimentar profundamente su religión, de un modo que se interrelacione, en particular, con el hogar judío.
Durante la festividad de Pesaj nuestra atención recae sobre Ietziat Mitzraim, la salida de Egipto, la milagrosa culminación de siglos de esclavitud judía en Egipto.
Por supuesto, además de nuestra cotidiana obligación de recordar este hecho escencial, tenemos el deber de revivir una vez al año tanto los desafíos opresivos de la esclavitud así como las alegrías de la redención nacional. Eso es lo que hacemos en el seder de Pesaj.
Por cierto sería lógico sugerir que esa detallada rememoración nacional se realice colectivamente en la sinagoga, nuestro centro espiritual, en ausencia de un Beit HaMikdash.
Sin embargo el seder se lleva a cabo en el hogar judío, rodeados de familiares y de invitados, de un modo muy parecido a como habíamos experimentado nuestra redención nacional 3.300 años atrás.

Cuando llega la primavera y la naturaleza se despliega puertas afuera, nuestra celebración de la primavera no tiene lugar dentro de las praderas en flor y en la alegría de los campos abiertos; y tampoco nos convoca a los oscuros templos…Cuando llega la primavera…también hay algo que florece dentro nuestro…nuestros hogares y moradas reviven…En nuestras mesas, padres y madres, padres e hijos, hermanos y hermanas…para todos ellos, esa noche en la cual D”s fue todo-protección con el fin de guiar a Su pueblo en la salida de la tierra de Egipto (ha llegado). (Rabi Samson Raphael Hirsch, Collected Writings, Vol. 1)

El hogar judío es un lugar donde Hashem hace reposar Su shejiná, y por ende, es un lugar donde nosotros no sólo podemos encontrarlo a El, sino que también es el único lugar donde se puede llevar a cabo verdaderamente toda la diversidad de aspectos de la vida judía.
El Judaísmo sostiene que es en ese hogar judío, donde primero y principal nuestro contacto con nuestro Creador es más fuerte, más completo y más claramente evidente.
“Y ustedes construirán para mi un mikdash y yo moraré en ellos” (Shmot 25:8) .
Hashem reside dentro de cada hogar judío. Esto es, siempre y cuando nosotros creemos un ambiente especial para El.
Resulta admirable por cierto que los pensadores judíos y los filántropos quieran explorar nuevos caminos para conectar a los judíos con su Judaísmo.
Sin embargo, se debe comprender que a fin de que esa conexión ocurra debe haber un proceso abarcativo en el cual se incluya un permanente contacto con nuestra identidad judía y nuestros valores judíos.
Nosotros no podemos depender de una “experiencia de sinagoga” para que nos mantenga conectados. Muchas generaciones de judíos desconectados y desabonados han mostrado suficientemente a las claras esta cuestión.
Sólo es en el hogar donde el Judaísmo es vivido, y no tan sólo visitado, y donde tal conexión puede ser lograda.

 

La tribuna Judía 51

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