La Voz Judía


La Voz Judía
Que me llamen informante
Por Rabino Avi Shafran

Hace poco yo denuncié a algunos compañeros judíos. Sí, a una agencia del gobierno. En verdad me dejó un regusto un poco extraño, pero consideré que era lo que debía hacer.
Lo que motivó mi actitud sin precedentes como informante fue la contemplación de un aviso publicitario sobre uno de los laterales de un ómnibus en la ciudad de Nueva York. Lo representado en ese aviso era el rostro arrugado de una mujer en su lecho de enferma, con tubos de oxígeno saliendo de su nariz, y cuyos ojos eran la patética visión del angel de la muerte. Debajo de esa imagen una leyenda decía: “El cigarrillo raramente mata con rapidez…y nunca sin dolor”.
El anuncio era diametralmente opuesto a los acostumbrados avisos adheridos a los ómnibus y que promocionan diversos productos de consumo, entretenimientos, diversiones y otros peores. Y su leyenda aparecía no sólo en Inglés sino también en Español. Que fue lo que me hizo pensar en convertirme en un soplón.
Hubo una época en que fumar era visto como un pasatiempo inofensivo- incluso saludable. (“Los médicos fuman Camel más que otros cigarrillos!”, pregonaba un aviso de los años ’40).
Incluso en tiempos más cercanos la inhalación del humo del tabaco era considerado como un hábito insalubre pero no como potencialmente suicida.
En nuestros días, sin embargo, nadie niega que fumar es uno de los factores mayores de riesgo de contraer graves dolencias tales como enfermedades cardíacas y cáncer de pulmón. De acuerdo a los Centros de Control de Enfermedades, cada año hay un mayor número de muertes debidas al consumo de tabaco que a las drogas ilegales o al alcoholismo, a los accidentes de tránsito, los suicidios y los asesinatos (todo combinado).
Según el C.C.E. “Fumar daña casi todos los órganos del cuerpo”, y contribuye no sólo a producir enfermedades cardíacas y una amplia gama de cánceres, sino que también se asocia con accidentes cerebro-vasculares y problemas reproductivos.
Y con todo, hay sectores del judaísmo ortodoxo que parece insensible-o al menos poco proclive a tomar conciencia de que fumar no sólo afecta la salud de quienes se entregan al vicio sino que además provoca la muerte en forma mucho más precoz que si no hubieran incorporado ese mal hábito.
Hay un responso muy conocido del respetable Rav Moshe Feinstein, de bendita memoria, en el cual llegó a prohibir el tabaquismo como un claro asunto de Halajá. Pero no todo acto por más peligroso que sea está necesariamente prohibido por la Halajá. Incluso, el responso es de hace treinta años atrás, de una época en que se sospechaba de los peligros del tabaco pero aún no habían sido apreciadas todas sus nefastas consecuencias.
Tal vez la forma racional de la Halajá para no prohibir el fumar es un principio talmúdico que dice “Cuando se trata de conductas comunes pero tontas (no necesariamente sujetas a prohibición), shomer pesayim Hashem –D”s protege a los tontos” (Salmos 116:6).
Por lo tanto, para retornar a mi primer y último acto de osadía, poco después de haber visto el anuncio del ómnibus, yo me puse en contacto con la agencia responsable del mismo en la ciudad de Nueva York y le informé a un burócrata que la comunidad Judía Ortodoxa, entre otros lugares, del sur de Brooklyn y de Williamsburg, alberga un importante número de fumadores –que cuentan con un cociente intelectual colectivo bastante alto. Y pregunté si sería posible que los ómnibuses que recorren esos distritos mostraran el mismo anuncio que yo vi, y si para llamar la atención de la población local, no podían además estar traducidos al Yidish, en vez del Español.
Yo no se si mi sugerencia cayó en terreno fértil o si chocó contra oídos sordos. Yo ni siquiera se si la campaña de los omnibuses sigue activa; últimamente no volví a ver a la infortunada dama.
Pero cada vez que veo gente –en especial estudiantes de ieshivá, que quizás se van a casar pronto (o que se casaron hace poco) y que tienen la vida por delante, y que todavía no parecen ser adictos a la nicotina – pitando cigarrillos, yo fantaseo con el ómnibus de mis sueños convirtiéndose de pronto en realidad y pasando lentamente por nuestras calles. Y pienso que viendo el anuncio en uno de sus costados, nuestros jóvenes recuerden que con cada inhalación de partículas de carbón, de nicotina, de monóxido de carbono, de formaldeído, amoníaco, cianuro hidrogenado, arsénico, y DDT, ellos no sólo están flirteando, D”s no permita, con la posibilidad de que sus esposas enviuden prematuramente, y que sus hijos queden huérfanos, sino que además se están proclamando a sí mismos ante todo el mundo como imbéciles.

 

La tribuna Judía 50

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