El 18 de mayo, Sherit Hapleita, junto a Generaciones de la Shoá y la DAIA celebraron el 66º aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial mediante un acto efectuado en el salón auditorio de la AMIA, al que asistieron el Gran Rabino Shlomo Benhamú, el embajador Daniel Gazit, embajadores y diplomáticos de los países que participaron en la contienda bélica, sobrevivientes de la Shoá acompañados por familiares y amigos.
Luego de entonarse el Himno Nacional Argentino y el Hatikva, José Moskovits, presidente honorario de Sherit Hapleitá, Generaciones de la Shoá, vicepresidente de World Federation of Jewish Fighters, Partisans and Camp Inmutes (Federación Mundial de Combatientes Judíos, Partisanos y Prisioneros de Campos) luego de expresar que lo que estaban celebrando era la vida, planteó un interrogante y una exigencia. ¿Qué pasó con todo el oro, las joyas, los brillantes, los dólares y los marcos robados por los nazis que llegaron en el submarino al Río de la Plata? Se sabe que no llegó solo un submarino. Llegaron varios a nuestras costas. Algunos con los torpedos, otros sin armas porque fueron tirados al mar. Pero sólo uno, el que llegó a las cercanías de Villa Gesell traía cientos de cajones de la SS con documentos ultra secretos y las joyas y el oro mencionados. Esos valores hubieran tenido que estar bajo cvigilancia del Estado Nacional Argentina respectivamente de la Comisión que se ocupaba de la liquidación de los bienes del enemigo. Pero la persona o personas que estaban a cargo de la custodia eran representantes ‘no oficiales’ de Hitler, respectivamente del Reich. ¡Qué paradoja! Todo el material – con valores incalculables – desapareció milagrosamente. Es hora de que se investigue el destino de aquellos bienes. Nosotros todavía estamos aquí paras exigir esa investigación”.
Por su parte el presidente de la DAIA, Aldo Donzis, se refirió al creciente antisemitismo, sosteniendo: “Algunas democracias pareciera que no aprendieron la lección cuando saludan con beneplácito la legitimación del movimiento terrorista Hamas, que reitera que jamás reconocerá a Israel y reafirma permanentemente su estatuto fundacional, que llama a la eliminación física de cada judío, esgrimiendo los Protocolos de los Sabios de Sión. Señores líderes de las democracias, créanles. Ellos son coherentes en su incitación al odio y la muerte. Séanlo ustedes en la defensa de la democracia, la vida y la paz”.
El embajador Gazit por su parte afirmó que el día en que el nazismo se rindió a los aliados fue “un día de alivio”, para luego referirse a que no debe tratarse de apaciguar a quienes proclaman su deseo de destruir aun pueblo o un país y planteó que Irán ““abiertamente declara su ideología de odió y que su ideología tiene que dominar al mundo y se está armando y tratando de conseguir la bomba atómica. Imagínense a Alemania nazi con la bomba atómica, y estuvo cerca, le faltaba poco y solamente la locura de Hitler impidió que llegaran a tiempo para tenerla. Sí Alemania Nazi en el’44 hubiese tenido la bomba atómica hubiese ganado la guerra y nosotros no estaríamos. No siempre el bien le gana al mal, como ocurre en las películas de Hollywood. Si los países no se preparan, si no escuchan lo que pasa y no se toman las medidas necesarias, nuestro mundo, nuestra civilización está en peligro y la lección que nosotros, como pueblo judío, sacamos de nuestros enemigotes que cuando dicen abiertamente que quieren matarnos, eliminarnos, destruir nuestro país, matar a todos los judíos del mundo, hay que tomarlos en serio. Cuando un tirano loco dice abiertamente, o no tan abiertamente por razones política que quiere la bomba atómica y que hace todo lo posible para obtenerla y quiere eliminarnos, hay que tomarlo en serio”.
Sherit Hapleitay Generaciones de la Shoá distinguieron a Eugenia Unger y Elsa Rozin, sobrevivientes de la Shoá, por la tarea que efectúan brindando testimonios,.y a Silvia Tunik en memoria de León Tunik, z’l con un diploma y una medalla.
Posteriormente la profesora Edyta Kurek, vicedirectora del Instituto Histórico Judío Emanuel Ringleblum, de Varsovia, expuso sobre los materiales que dieron origen al libro “Los niños judíos acusan”, que publica 33 testimonios de niños que padecieron la Shoá de los más de 400 que fueron recopilados por del Instituto Histórico Judío Emanuel Ringleblum, entre 1944 y 1947, del cual José Moskovits editó su versión traducida al castellano, y que hemos comentado en nuestra edición Nº 42, de fines de enero del corriente año.
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