La Voz Judía


La Voz Judía
El seder: la noche nacional del judaísmo
Un mensaje espiritual para Pesaj

Por Rav Josef Elías

El Faraón, soberano de un imperio extremadamente civilizado que estaba en la cúspide de su poder, se hizo un día la siguiente pregunta: "¿Quién es HASHEM como para que yo deba prestarle oído?" (Shemot 5:2). Siempre han existido hombres que se han considerado dueños del universo. Toleraban, a lo más, dioses creadores a su propia imagen y que pudiesen manipular a su parecer; pero no podían aceptar la existencia y soberanía de un Ser Supremo todopoderoso y omnipotente, quien no sólo creó este mundo sino también reina sobre él. El Faraón pertenecía a esta categoría de gente. En respuesta a su arrogancia recibió los extraordinarios milagros que remecieron las bases mismas de su imperio.

Los acontecimientos y circunstancias del Éxodo dejaron bien en claro para El Faraón y toda la humanidad que "yo Soy HASHEM en medio de la tierra" (Shemot 8:18), no una deidad abstracta en un cielo distante.

Por lo tanto, al entregar la Tora en el monte Sinaí, D's se presentó como el Ser Supremo que el mundo llegó a conocer por los traumáticos acontecimientos de Egipto (Shemot 20:2). No debe sorprendernos entonces que se nos ordene profundizar en los acontecimientos del Éxodo para así comprenderlos y revisarlos.

Muchas generaciones posteriores, el Rabino Yehudá Halevi (gran erudito del siglo XII) en su famoso clásico "Kuzari" en que el rey de los Kazares interroga a un Rabino sobre sus creencias plantea lo siguiente. Parafraseando el Primer Mandamiento, el Rabino responde que cree "en el D's de Abraham, Itzjak y Yakov, quien sacó a los judíos de Egipto con señales y milagros..." El rey de los Kazares reprocha al Rabino el haber omitido algo mucho más importante: Que cree en D's Quien creó el cielo y la tierra. El Rabino entonces replica: Esas afirmaciones sólo son meras especulaciones; y habla claramente de un gran conocimiento de D's, basado en la verdadera experiencia histórica de las inmensas multitudes que componen el pueblo judío. Este "conocimiento" de que existe un D's único, dueño de la naturaleza que creó y de Quien depende el curso de la historia, fue incluso aceptado por El Faraón y su pueblo, después de la auto revelación de D's en Egipto, y esto es lo que nos enseña la Hagadá durante la noche del Seder.

Aunque ya no existen los ídolos antiguos, en nuestros días no nos faltan substitutos para los dioses. Federico el Grande reveló la arrogancia de los creyentes modernos al afirmar que "D's está siempre con el ejército más fuerte." Virchow, médico patólogo de principio de siglo, habló en nombre de todos aquellos que creen que la ciencia puede descubrir todos los secretos y resolver todos los problemas de la existencia al anunciar absurdamente lo siguiente: "He disectado miles de cuerpos y jamás he encontrado un alma." Mientras la gente rehúse reconocer la fragilidad del poder del hombre y los límites de su intelecto, la Hagadá nos recordará forzosamente que somos como arcilla en manos del Creador y que nuestra vida depende de nuestra respuesta a Sus mandamientos. Es tal la importancia de esta lección que comprendemos por qué la Hagadá insiste en que "mientras más hablemos del Éxodo de Egipto, más loable seremos."


El pueblo de D's (hebreo)

"Yo soy HASHEM y os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto... y os tomaré por Mi Pueblo y seré vuestro D's..." (Éxodo 6:6-7)

Centremos luego nuestra atención en otra característica única del Seder: La narración del Éxodo debe preceder la fase de preguntas y respuestas entre el niño y su padre. Es fácil comprender por qué es necesario hacer preguntas: Sólo aquel que esté ansioso por formular su pregunta se interesará en la respuesta. ¿Pero por qué ser dentro de una familia y no en un foro público? ¿Y por qué entre padre e hijo?

De hecho, al celebrar el Seder en familia revivimos los momentos en que los judíos se reunían en sus hogares en Egipto. (Shemot 12:3). Esta nueva forma de celebrar también es símbolo de su liberación, porque cuando eran esclavos no podían llevar una vida familiar normal. ¡Qué cambió, entonces, el poder congregarse en sus hogares mientras los egipcios son juzgados fuera! Tampoco existía la relación padre/hijo; los hijos de esclavos no pertenecían legalmente a sus familias. Por ello, ¡qué mejor muestra de libertad que ver que una familia junta y al padre transmitir la herencia de su pueblo a sus hijos!

Pero en realidad se ordena al judío narrar a sus hijos la redención porque el Éxodo tiene para todos nosotros un significado mucho más importante que para el resto del mundo. La liberación de Egipto marca nuestro milagroso surgimiento como nación, unida a D's por un lazo especial, encargada por Él de tareas especiales y que gracias a su bendición será indestructible. Así como D's creó un mundo íntegro, también creó a Su pueblo: No mediante un proceso evolutivo natural como para las demás naciones sino desafiando todas las leyes de la naturaleza y los principios históricos (Maharal)

En Pesaj celebramos nuestro nacimiento como nación. Comprendemos entonces mejor por qué la Tora nos ordena contar sus meses e iniciar su ciclo de festividades desde Nisán. También explica la diferencia que existe entre la observancia de Pesaj y de los demás sucesos milagrosos de la historia judía. En ninguna otra oportunidad debemos narrar los milagros. Ningún otro día de nuestro calendario ni ninguna otra ley de la Tora nos exige tomar medidas tan estrictas como Pesaj, en que ni siquiera podemos guardar el Jametz. Pesaj representa el verdadero nacimiento y creación de nuestro pueblo. Por lo tanto, según Rambam (Rabino Moshé Ben Maimón, gran erudito del siglo XII) nuestras leyes de conversión al judaísmo datan de los acontecimientos de Pesaj pues fue en ese momento que nos convertimos en judíos. Esta iniciación requiere que el significado de estos sucesos sea de una nitidez absoluta, no puede tolerarse ni la más mínima impureza (representada por el Jametz).

Al considerar el Éxodo como el origen de la creación del pueblo judío y Pesaj como su aniversario, la noche del Seder es la noche nacional del judaísmo, reforzando así nuestra continuidad nacional arraigada en la familia.

Es por eso que las familias se reunían en Egipto, que los judíos siempre se han contado por grupos familiares, que las familias se juntan todos los años para la noche del Seder y que el padre cuenta a sus hijos sus orígenes uniéndolo así a esa cadena inquebrantable que representa nuestra tradición nacional. En esa noche el niño revive los acontecimientos de Pesaj porque, al relatarle lo que se ha transmitido de generación en generación, su padre no está entregándole una leyenda sino su propio testimonio de una verdad histórica y de una vivencia nacional.

Su deber es hacerle sentir que el pueblo judío es especial por ser una Creación Divina y una nación con características únicas. Somos indestructibles al igual que todo lo que D's ha creado directamente. Desde el momento mismo que nacimos hemos desafiado las fuerzas de "lo normal" que simbolizan las naciones del mundo. Por ello nos son hostiles pero hemos sobrevivido por siempre: "En cada generación todo hombre debe sentir que él mismo esta saliendo de Egipto" y, por lo tanto, "en toda generación intentarán destruimos pero D's nos rescatará de entre sus manos."
(Rabino Abraham Wolf)

 

La tribuna Judía 45

Redacción y Administración: Lavalle 2168 Of. 37 ( C.P. 1051) de 15.30 a 18.00 Hs.
Tel.: 4953-7132 / Telefax.: 4961-0954

Tribuna Judía
Una voz que ahonda en las raices judías

Aparece quincenalmente
Director: Prof. Pedro E. Berim
Diseño y Diagramación: Luminaria Design

Propietario
Unión de Israel en la argentina (U.D.I.)

Registro Nacional de la Propiedad Intelectual #187.257