La parashá que leemos esta semana, se llama "Metzorá", este es el nombre general que reciben las afecciones y llagas impuras que sobrevienen a la persona a causa de ciertas infracciones.
Una de las más graves infracciones es la de "hablar mal", lashón harrá, en esta misma palabra, que identifica esta la lesión, se encuentra implícito el tema.
Si solo dividimos el término "Metzorá" en dos, obtenemos como resultado "Motzé ra", que significa precisamente: "hablar mal", es decir, "hablar para hacer el mal perjudicando a otro individuo". Por lo tanto vemos que una de las principales causas de "metzorá" en la persona es por sus habladurías.
Los versículos desde el inicio de la parashá, describen el proceso de purificación de un varón que ha sido afectado por esta aflicción. Tras este proceso, cuando evoluciona favorablemente hasta sanar, el Kohen lo declara curado.
Durante el proceso de esta afección, la persona afectada había sido erradicada de la sociedad, y enviada a vivir fuera de los campamentos. Ahora que el Kohen lo ha visto sano, este sujeto deberá comenzar su proceso de purificación para reintegrarse a la comunidad.
Entre las cosas que debe hacer, para poder reincorporarse a la vida comunitaria, hallamos la de sacrificar dos aves, pichones de paloma o dos tórtolas.
El individuo en cuestión, deberá luego de este proceso, lavar sus ropas y rapar todo su cuerpo.
En la jerga popular, en referencia a aquel que dice lo que desea sin ningún tipo de reparo, utilizamos la expresión "ese hombre no tiene pelos en la lengua". Es porque los pelos o vellosidades interiores, como las que hay en las fosas nasales, actúan como filtro, no permitiendo el ingreso al organismo de elementos perjudiciales. Asimismo, estas vellosidades, impiden la salida de elementos que deben permanecer en el interior.
Recíprocamente, si el sujeto de nuestro caso hubiera pensado antes de hablar, filtrando sus palabras, midiendo si son propicias para ser escuchadas, quizá hubiera visto que no son certeras, y se abstendría de decirlas, en otras palabras, no las filtró.
Después de hablar lo que le viene en gana, a pesar que a través de ello perjudica a los demás; "por no poner pelos en su lengua" ahora no podrá tener pelos en ninguna parte del cuerpo si quiere reintegrarse a la sociedad. De este modo, aprenderá como conducirse apropiadamente en el futuro, si no quiere pasar por esta situación nuevamente.
Después de lavar sus ropas, y raparse, este individuo deberá sumergir su cuerpo en agua para purificarse, y después de esto podrá regresar al campamento, pero habitará fuera de su tienda por espacio de siete días.
Al séptimo día, rapará nuevamente su cuerpo, incluyendo el cabello de la cabeza, la barba, las cejas, y todo pelo visible. Lavará sus ropas, sumergirá su cuerpo en agua, y quedará puro.
Ahora si, tras la degradante actitud cometida en el pasado, debidamente arrepentido por ello y purificado, este hombre estará en condiciones de reconciliarse con el Todopoderoso.
Para ello asistirá al Santuario, llevando dos corderos íntegros, una oveja íntegra de un año, tres medidas ("esronim") de sémola revuelta con aceite, y una medida ("log") de aceite.
El Kohen degollará inicialmente un cordero y de la sangre de él, colocará en el cartílago central de la oreja derecha del individuo. También colocará de esa sangre sobre la falange del medio del dedo pulgar de la mano, y lo mismo con el pulgar del pie derecho.
Este individuo derramó sangre humana, a través de sus palabras hirientes, por eso, ahora es necesario derramar la sangre de este animal como expiación.
Este hombre causó división entre la gente a través de sus palabras difamadoras, ahora le colocan sangre en el cartílago central del pabellón de la oreja, que es el que divide a la misma en dos. Esto representa lo mismo que él hizo con su prójimo. De igual manera acontece con la sangre, que es colocada en la falange del medio del pulgar, la cual une a la sensible y utilísima yema del dedo con la mano. Solo que él, en vez de unir, rompió la unión.
Todo este proceso, provocará en el sujeto, un profundo arrepentimiento por lo que hizo, y se dará cuenta de todo lo que destruyó hablando pérfidamente de sus semejantes.
Posteriormente, el Kohen colocará del aceite traído en su mano izquierda, sumergirá el dedo índice de su mano derecha en él, y rociará siete veces delante de Di-s. Luego, de lo que le quedó en la mano, colocará sobre la sangre del cordero, en el cartílago central de la oreja del individuo, y en la falange central del pulgar derecho de su mano y su pie. Por último, el aceite que haya quedado en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del hombre.
Este último acto es totalmente diferente al de la sangre, que tiene como objetivo recordarle lo que hizo y hacerle tomar conciencia de ello; es por eso que se la colocan en la oreja, la mano y el pie para que se percate que esos órganos fueron los principales agentes que actuaron en su falta.
El aceite, en cambio, representa la afluencia de la santidad, la cual se manifestará plenamente sobre este individuo arrepentido que desea mejorar su conducta en el futuro.
Por lo visto anteriormente, exactamente sobre el sitio donde se le colocó la sangre, en esos mismos lugares, y encima de ella, se pondrá el aceite de la abundancia y la santidad como muestra de que el Creador acepta el reconocimiento de su falta y los deseos de este hombre por mejorar su conducta de aquí en adelante.
A través de la colocación del aceite que representa la abundancia y santidad sobre la sangre que representa el pecado, el Creador le está diciendo a este hombre: "¡Tras tu arrepentimiento, eres el mismo de antes, has sido perdonado!".
A pesar de todo lo visto anteriormente, queda aun un acto adicional que le indicará a este individuo, que no solo ha vuelto a ser el de antes ante los ojos del Creador, sino que ha llegado a alcanzar un nivel más alto del que tenía antes de pecar. Se trata del aceite que es volcado en su cabeza, sobre la cual no fue colocada sangre. Esto representa un incremento adicional de la abundancia Divina sobre este individuo.
Por último, el Kohen ofrendará los otros dos animales que fueron traídos por el individuo. A uno lo realizará como ofrenda expiatoria, para a través de ella, purificarlo de la impureza que había contraído estando afectado por la "metzorá", que le vino por las habladurías y después el Kohen ofrendará el animal restante como Holocausto, acercándolo junto a la oblación de sémola sobre el altar.
Al concluir todo este proceso el individuo es redimido, y quedará totalmente purificado.
"Quien es la persona que desea vida… Aquel que cuida su lengua del mal y sus labios de la mentira"
(Salmos 34-14)
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