Nos cuesta entender en qué realidad vivimos. Nos atacan por afuera, nos atacan por adentro y como si fuera poco las opiniones están divididas. Cada uno con su idea. Algunos dicen: “es sólo para mantener a los americanos contentos “; otros dicen: “para qué necesitamos este problema, entreguemos territorios y terminemos el asunto” y como si fuera poco, ¡la izquierda sigue haciendo manifestaciones pro paz!
Sí señores. Desgraciadamente esto no es un cuento. Esto es lo que está pasando hoy y acá, en Israel, el centro del mundo. Turquía hasta un par de semanas, uno de los mejores “amigos” de Israel, hoy uno de los peores atacantes del gobierno judío. Hace algunos años, Persia y su rey el Sha, fue también uno de los mas fieles aliados de Israel, hoy Iran y su gobierno islámico pro terrorista es posiblemente la peor amenaza de Israel.
Veamos que pasa con los pronósticos de paz
Oposición árabe a negociar la paz con los Judíos
“¡Ay de mí, que habito en Meshej, que moro en las tiendas de Kedar!.
Durante largo tiempo mi alma moró junto con odiadores de la paz.
Yo soy un hombre de paz, pero cuando hablo ellos están por la guerra.” (Salmos 120:5-7)
Las probabilidades de llegar a la paz en el futuro inmediato parecen ser de lo más frágiles, sobre todo después de reunida la conferencia de paz y el desdeñoso comportamiento que tuvieron en ella los delegados árabes, principalmente el de Siria. A este respecto, la gematria del nombre de los tres países que participaron en la conferencia es equivalente al del valor numérico de la frase “Shalom Shav” (“Paz vana”).
En el pasado fue firmada la paz con Egipto, país árabe por tradición. No obstante, Egipto difiere en su carácter del resto de los países árabes que se encuentran en Asia. Además de ello, según todo lo que parece, el número de descendientes de Ismael que viven en Egipto es menor que el de los demás países árabes que hay en Asia. Y con todo y que se firmó un tratado de paz con Egipto, ha sido una paz bastante limitada y a un precio muy caro, además de estar obstaculizada por una fuerte oposición por parte de los fanáticos musulmanes y los árabes musulmanes. El presidente de Egipto, Anwar Sadat, fue asesinado por esto mismo, y todavía no vemos el beneficio de la paz con ese país.
El tratado de paz con Egipto fue firmado en Camp David durante el transcurso de la sección bíblica “Ki Tavó” (la cual es una sección de amonestación moral), al día siguiente de un eclipse de luna total. Asimismo, el fin del acuerdo de paz, firmado posteriormente en Jerusalén, también ocurrió un día antes de otro eclipse lunar. Este hecho no representa un buen augurio para Israel, según lo afirmaron nuestros sabios: “Cuando hay un eclipse lunar, ello constituye un signo aciago para los que odian a Israel” (Tratado Sota 29a).
Aun cuando un eclipse lunar es un fenómeno natural que se repite siempre, de todos modos está determinado de una forma especial por el Creador, y ello con la finalidad de enseñarnos algo acerca de los defectos del ser humano que precisan de rectificación y perfeccionamiento. Ya el Maharal de Praga ha escrito acerca de cómo un fenómeno natural permanente constituye un testimonio de la necesidad de rectificar los defectos que existen en el mundo y en el pueblo judío:
“Las razones que han sido ofrecidas para explicar el eclipse de las luminarias según su propio entendimiento contradicen la percepción evidente. Pues es sabido que el eclipse de las luminarias depende de las órbitas que siguen, sus conjunciones y sus oposiciones estelares, así como de sus alejamientos y acercamientos a lo largo y ancho del espacio. Siendo así, ¿cómo es posible decir que los eclipses dependen de estos procesos, los cuales son cosas que el hombre puede prever y calcular, y así predecir el momento en que ocurren? ¿Cómo, entonces, puede ser que los eclipses dependan de los pecados cometidos por la acción humana?
Esto constituye un error, pues no corresponde con la práctica de los sabios explicar el factor causante más próximo, pues es evidente que el eclipse de las luminarias depende de las órbitas que siguen. Sin embargo, la razón profunda de ello ofrecida por nuestros sabios es la siguiente: si no existiera el pecado en el mundo este fenómeno no ocurriría, pues no cabe duda de que el eclipse de las luminarias constituye una disminución y una gran deficiencia en el mundo. Así, pues, si el pecado no existiera en el mundo, el orden de la creación no se hubiera prestado para que hubiera en él eclipses de sus luminarias” (Be’er HaGolá, Discurso 6).
De lo anterior se aprende que el momento en el que tiene lugar un eclipse de luna es un período de tiempo que no es intrínsecamente para bien. Por consiguiente, es muy posible que las acciones realizadas durante este período de tiempo no estén cargadas ellas mismas de algo bueno. En estos términos escribió al respecto de los eclipses lunares el autor del libro “Sefer Jasidim” (Apartado 230):
“Cuando ocurre un eclipse de luna, ello constituye un signo aciago para los que odian a Israel, y por ello es preciso ayunar, pues si el ser humano ayuna por causa de un sueño, con mayor razón debe hacerlo por todo el pueblo de Israel.”
Además, también en la Mishná Berurá (apartado 580:102) se emite la siguiente decisión halájica: “Cuando ocurra un eclipse de luna es preciso ayunar.”
De lo anterior vemos que el período de tiempo en el que tiene lugar un eclipse de luna no es benéfico para Israel. Por lo tanto, la paz firmada con Egipto, cuyo comienzo tuvo lugar un día después de un eclipse de luna y que finalizó un día antes de otro eclipse, no es algo que se preste para obtener de él un beneficio. Por consiguiente, los temores aumentaron: la paz firmada no tendría duración alguna. Vemos, por el contrario, que hasta ahora se ha mantenido. Pero, por otro lado, esa paz constituyó una refutación de las expectativas que se cifraron en ella, ya que ha tenido un marco de aplicación muy limitado. A pesar de que Israel regresó todos los territorios que obraban en su poder, incluyendo la región de Taba -sobre la cual había diversas razones para aducir que no formaba parte de la península del Sinaí-, Egipto no ha cumplido hasta ahora muchos de los acuerdos firmados para lograr la normalización de las relaciones bilaterales.
Descontando los ataques perpetrados contra el país y sus dirigentes, la sensación más difundida fue que Egipto no quería tanto la paz como la mera devolución de los territorios. Así, pues, también la costosa paz lograda con Egipto nos enseña qué tan difícil es negociar la paz con los árabes.
En términos generales, los judíos que habitaron en las tierras árabes vivieron en mejores condiciones que aquellos que vivieron en los países cristianos. Aun cuando en ocasiones les hacían objeto de impuestos gravosos, así como de que en ciertos momentos se les atacaba mediante el robo y el asesinato, la mayoría del tiempo su situación era mucho mejor que la de sus congéneres que habitaban en los países cristianos. Sin embargo, todo esto fue así únicamente cuando los judíos vivían sujetos a ellos al morar en sus tierras. Pero desde el momento que los judíos establecieron un gobierno autónomo en la tierra de Israel, entonces se pusieron de manifiesto todas aquellas características de Ismael que forman parte del espíritu de los árabes, tanto hacia los judíos que vivían en la tierra de Israel como hacia los judíos que moraban en sus tierras. Sobre Ismael está escrito que “él será un hombre salvaje; su mano estará contra todos y la mano de todos contra él” (Génesis 25:13). Sobre esto explicaron nuestros sabios: “Hombre salvaje -esto significa que robará a la gente” (Shemot Raba 2). El Midrash apunta en otro lugar: “Hombre salvaje -todos roban dinero, pero él roba las vidas” (Bereshit Raba 45). Por su parte, los sabios del Talmud tomaron a Ismael como ejemplo del guerrero: “Esto nos enseña que se ciñó su espada como Ismael y dijo, Todo aquél que no acepte esta decisión halájica será atravesado por esta espada” (Tratado Yevamot 77a). Las escrituras mismas nos dicen al respecto de Ismael: “Creció y se estableció en el desierto; y se hizo arquero” (Génesis 21:20). Ello constituía un signo de asesinato.
A lo largo de la historia los musulmanes (muchos de los cuales eran descendientes de Ismael) acostumbraban resolver sus diferencias internas o extemas con la espada. Nuestros sabios dijeron (en el Tratado Avodá Zara 2b) que entre los pueblos que vendrán a pedir su recompensa por lo que habían hecho por la Tora, se encontrarán los romanos y los persas (y según ya ha sido explicado por muchos, cuando el Talmud menciona a los romanos la alusión es a los cristianos, y cuando se refiere a los persas está hablando de los musulmanes). Los persas dirán: “Hemos construido muchos puentes, hemos conquistado muchas ciudades y hemos hecho muchas guerras; y todo ello no lo hicimos sino por Israel para que pudieran dedicarse a la Tora.” (Su intención al decir eso era que, como consecuencia de las guerras que libraron, Israel se despertó al cumplimiento de la Tora y por ello les corresponde una recompensa.)
Ya hemos mencionado más arriba las palabras del Midrash (Bereshit Raba 10) en el sentido de que la paz le resulta difícil al ser humano y que el género humano “todo él es agresión”. También mencionamos que el Midrash HaGadol (al final de la sección de “Jayé Sara”) afirma que la esencia de la civilización árabe lo constituyen “los hijos de Kedar”. Sobre ellos la Biblia declara: “¡Ay de mí, que habito en Meshej, que moro en las tiendas de Kedar! Yo soy un hombre de paz, pero cuando hablo ellos están por la guerra.” Ello significa que los descendientes de Ismael odian más la paz que cualquier otra gente en el mundo, particularmente en lo que respecta a sus relaciones con Israel.
En la Tora está escrito: “Y Sara vio al hijo de la egipcia Hagar, que le dio a luz a Abraham, que se divertía” (Génesis 21:9). Acerca de este versículo explicaron nuestros rabinos en el Midrash:
“Esto enseña que Sara vio a Ismael tomar flechas y arrojarlas con la intención de matar a Isaac, como está escrito, ‘como el que se jacta de disparar flechas filosas de muerte y dice: ¡nada más estoy jugando!’”
Esta es la naturaleza de Ismael: ser un asesino. Y de este modo se comportaron a lo largo de la historia.
En la época del rabino Israel de Shkelov, durante la rebelión de los “fedayin” árabes (luchadores por la libertad) asesinaron a muchos judíos en la región de Galilea. Y de la misma forma hicieron a veces en el norte de África. Así también ocurrió en el año 5689 (1929) al asesinar a los estudiantes de la Yeshivá de Jebrón, en 5696 (1936) durante los disturbios que hubo en esa época, durante la guerra de independencia, así como durante las demás guerras que hubo a lo largo de los años recientes, atrocidades que fueron tantas que resulta difícil contarlas.
A pesar de que en sus relaciones con los cristianos los árabes los odiaron más de lo que lo hicieron con los judíos, en los últimos años esta enemistad disminuyó, pero no así en lo concerniente a los judíos. De este modo se da expresión a la feroz rivalidad que existe entre Ismael e Isaac en relación con la herencia espiritual de Abraham, como está escrito: “Sara le dijo a Abraham, ‘expulsa a esta sierva junto con su hijo, pues no heredará el hijo de esta sierva con mi hijo, con Isaac” (Génesis 21:10). A este respecto fue explicado en el Midrash (citado en Rashi, ad. loc.):
“(Ismael) había disputado acerca de la herencia, y había afirmado que él era el primogénito y que, por tanto, debía tomar una parte doble de ella. Y salió al campo, tomó su arco y comenzó a arrojar flechas.”
La rivalidad entre Ismael e Isaac es muy profunda y feroz, ya que se refiere a la posesión de una herencia espiritual. Debido a esto en el Corán se falsificó todo lo escrito en la Tora acerca de Isaac y fue atribuido a Ismael, como por ejemplo al escribir que había sido Ismael el que había sido elevado en sacrificio, y que ello no había ocurrido en el monte Moría, sino en la Meca, y otros ejemplos más. Una disputa espiritual es mucho más profunda que cualquier otro tipo de disputa, como afirmó el Ridbaz en la introducción a su obra “Beit Ridbaz”: “No existe odio más poderoso que el odio religioso.” A este respecto, ya mencionamos anteriormente que el Midrash afirma que Caín mató a Abel por la disputa que sostuvieron en tomo a dónde sería construido el Santo Templo.
La disputa acerca de la tierra de Israel entre los descendientes de Ismael y los descendientes de Isaac se remonta ya hasta la época de Abraham, así como al tiempo de Alejandro Magno, como lo afirmó el Talmud (Tratado Sanhedrín 91a). En él se cuenta que los descendientes de Ismael y de Ketura vinieron delante de Alejandro para argüir que la tierra de Israel también les pertenecía a ellos debido a que ellos igualmente eran descendientes de Abraham. Posteriormente, durante la época de ascenso del Islam, los árabes conquistaron esta tierra y la declararon tierra santa para el Islam. Su deseo de dominio sobre la tierra de Israel se intensificó cuando los judíos regresaron a ella. Hasta ese entonces la habían descuidado, dejado que permaneciera en estado de desolación, y no fue sino hasta que los judíos regresaron a ella que comenzaron a reclamarla para sí, debido a que el dominio de los judíos sobre la tierra agudizó la rivalidad antes mencionada.
Asimismo, hallamos que el Midrash (Pirkei D’Rabi Eliezer 30) afirma que en el futuro los descendientes de Ismael harían mucho en la tierra de Israel, especialmente “guerras de agitación”, todo ello destinado a obstaculizar el regreso de los judíos a su tierra. El Zohar, por su parte, afirma que “no existe un exilio más duro para Israel como el exilio de Ismael” (Zohar a Éxodo 17). En la tierra de Israel este fenómeno cobra una intensificación mucho mayor.
Ismael era hijo tanto de Hagar como de Abraham. Por un lado fue influenciado por Abraham, y debido a ello en materia de fe religiosa él está más cerca de la verdad que los demás pueblos, e incluso que los cristianos. Esta característica la había heredado de Abraham. Por otro lado, su espíritu provino de la egipcia Hagar, y por ello no posee santidad en su cuerpo, lo que le quita el nexo con los mandamientos. Así lo explicó el rabino Samsón Rafael Hirsch en su comentario a la Tora (a Génesis 16:14):
“Ismael heredó de Abraham la santidad de espíritu; empero, no heredó de Sara la santidad de cuerpo. En el lugar en que una mujer de Israel da a luz, amamanta y educa a sus hijos, allí el cuerpo se santifica hasta sus raíces. Es por ello que el relato de Hagar y Sara fue escrito entre el Pacto entre las Mitades y el relato de la circuncisión.”
De cualquier modo, Ismael alcanzó el mérito de poseer la marca de la circuncisión, Incluso en un nivel relativamente elevado, ya que él mismo consintió en dejársela hacer cuando tenía la edad de trece años. En el Zohar (al final de la sección de “VaErá”) se explica que debido a este mérito suyo se ganó el derecho a sojuzgar la tierra de Israel hacia el final de la historia, aunque únicamente cuando ella estuviese vacía, ya que su mandamiento de la circuncisión también está desprovisto de su contenido verdadero.
Ismael se ufanaba de este mérito suyo, tal como explicaron nuestros sabios (citado por Rashi en Génesis 22:1): “Y aconteció, después de estos sucesos...’ Después de las palabras dichas por Ismael, el cual se jactaba de haberse circuncidado a la edad de trece años sin haber protestado. Isaac le dijo: “¿Con nada más un miembro pretendes intimidarme? Si El Santo, Bendito sea, me pidiera que me sacrificara en el altar delante de El, ¡yo no protestaría por ello!”
Pudiera muy bien ser que por eso la Providencia Divina guió en esta época la inmigración de los judíos de Rusia, los cuales habían estado totalmente desligados del judaísmo durante setenta años. Esta inmigración trajo a millares de judíos que no habían sido circuncidados y que ahora lo hacen en grandes números, algo que, según todas las apariencias, no había ocurrido desde la época de Josué (el cual circuncidó a todo el pueblo de Israel antes de su entrada a la tierra de Israel). Y todo esto con el objeto de alejar las acusaciones que los descendientes de Ismael nos hacen.
Duele mucho que por causa de nuestros hermanos que están alejados de la Tora, también en lo referente a este asunto, ellos nos causan dolor. Uno de los políticos de la izquierda criticó el hecho de que se destinase dinero público para la realización de circuncisiones a los inmigrantes judíos adultos. Es doloroso, pues el hecho es que éste constituye uno de los mandamientos más importantes de la Tora -como nuestros rabinos indicaron en varios lugares que este mandamiento tenía una gran importancia (Tratado Nedarim 30), y que debido al mérito de este mandamiento poseemos el derecho a la tierra de Israel.
Nosotros oramos para que pronto llegue el perfeccionamiento del mundo y venga el Mesías, pues entonces asistiremos a lo que dice el Midrash: “Yosef fue vendido por medio de los ismaelitas, y al final compró a sus vendedores; así también pasará con Israel” (Shir HaShirim Raba 1).
Según todas las apariencias, lo que aconteció en los últimos días de la conferencia de paz nos previene de albergar esperanzas de que ocurra algún cambio fundamental en la dirección a la paz antes de que llegue el Mesías. Por tanto, sobre nosotros recae la obligación de fortalecemos en el estudio de la Tora y la realización de buenas obras, para que de este modo tengamos el mérito de llegar a los días del Mesías, pues sólo entonces se extenderá una paz verdadera en la tierra de Israel y en todo el mundo.
Biografía del autor:
El Rabino Yoel Shwartz es un estudioso y prolífico escritor ha publicado más de 200 libros. Estudió en las grandes Yeshivot de Poneviz y Mir. Tuvo el merito de estudiar con el famoso Rosh Yeshiva de Yeshivat Mir, el rabino Jaim Shmuelevitch zt “l. En la actualidad se desempeña como Ram en la Yeshiva Dvar Yerushalayim. El Rabino Schwartz también ha sido consejero espiritual y educador desde el inicio del programa de alumnos de Yeshiva que se enrolan en el Ejército de Israel. Participó en el proyecto de creación de un tribunal y de la infraestructura para Bnei Noaj. El Rabino Schwartz es también el Presidente de la Corte Suprema, Av Beit Din, de este Tribunal, el Tribunal Especial para Cuestiones Relativas Bnei Noaj, conocido en hebreo como Beit Din L’inyanei Bnei Noaj, o BDBN. Reside en Jerusalén con su esposa, hijos y nietos.
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