Los problemas de identidad que - como muchas personas - afronté en mi niñez parecieron desvanecerse. Sin embargo, mirando retrospectivamente, me doy cuenta que faltaba (y falta aún) mucho por dilucidar.
Mi lógica infantil había discutido al abuelo su afirmación de que "un judío nace, no se hace" y él debió aceptar que era necesario "hacerse judío". Sin embargo, no fui al parecer consecuente (D's y cuánto me falta todavía). Yo era judía por afirmación y sentimiento: Me sentía judía y afirmaba que lo era, es más, la propia ley judía (Halajá) me daba la razón puesto que provenía de vientre judío. ¿Pero era eso suficiente?
A simple vista me parecía que sí: asistía de vez en cuando a la sinagoga, participaba en el movimiento juvenil sionista Beitar e iba de vez en cuando a la Federación Juvenil Sionista. En esa época -que me perdonen los grandes próceres - me "tuteaba" con Herzl, mantenía largas conversaciones con Jabotinsky, discutía con Borojov, Syrkin y muchos otros. Aprendía sobre historia judía y algunas tradiciones. Más, sobre todo, me embebía del ideal jalutziano.
Sí, continué creyendo que era suficiente hasta que, en la universidad, tuve experiencias decidoras que me señalaron el error.
Una vez, realizando trabajo de laboratorio en el área de arqueología del Valle Central, almorcé en casa de una amiga. Ella era la ayudante en la cátedra de Prehistoria del Cercano Oriente. ¿El menú? ¡Puré de papas con chuletas de cerdo! Recuerdo que, con delicadeza, ella pidió a la empleada que retirara mi plato y que sirviera, en una vajilla limpia, puré con huevos porque "los judíos no comen cerdo ni mezclan carne con leche".
Aunque no lo crean, fue un gesto sorpresivo que me impacto. Yo sabía que el cerdo nos estaba prohibido, pero como la gran mayoría, ésa era para mí una "prohibición teórica" y he aquí que esta amiga no judía me hacía tomar conciencia de que no era teoría, que existía una normativa de vida en el judaísmo que los no judíos estaban seguros que nosotros cumplíamos.
¿Cuántas cosas más estaban incluidas en esta normativa que la mayoría de nosotros no observábamos? De improviso sentí una gran responsabilidad sobre mis hombros: yo era, en muchos de los cursos, la única alumna judía y mis compañeros - la mayoría de los cuales nunca habían conocido uno - inquirían sobre mi condición de tal: ¿qué es ser judío?, ¿en qué creen los judíos?, ¿por qué no aceptan a Cristo?, ¿por qué no observan el domingo en vez del sábado?, ¿por qué no luces como aquellas personas que muestran en la tele?, ¿es verdad que hay alimentos que no comen?
Comprendí que el sentirse judío y afirmar que uno lo era resultaba insuficiente. Tampoco bastaba con nacer judío, cierto, el nacer te da una ventaja pero debes "llegar a ser" y este llegar a ser implicaba, necesariamente, "parecer" (por eso de que la mujer del César no sólo debe serlo sino también parecerlo) porque la gente no va a decir "fulana de tal es así o actúa así". No, ellos van a generalizar, "puesto que fulana de tal, judía, es así, los judíos son así". ¡Y vaya sin son peligrosas la generalizaciones, sí... son inevitablemente peligrosas!
Judío es aquel que es judío y actúa como tal. Esa fue una conclusión que extraje en mi niñez, pero... ¿como actúa un judío? El judío actúa de acuerdo a lo que enseña el judaísmo. ¿Cuáles son esas enseñanzas, dónde están contenidas? ¿Cómo se aplican?
Preguntas, preguntas y más preguntas que esperaban respuestas. No cualquier respuesta. Sino de aquellas que verdaderamente enseñan, educan, se aprenden.
Fue hermosa la etapa de mi niñez, también lo fue la de mi adolescencia con los amigos del movimiento y los campamentos. Sin embargo, si he de decidir, recuerdo con especial cariño todo aquello de mi entorno no judío: el mundo que me rodeaba, los compañeros de la universidad y ahora, los alumnos que han pasado por mis cursos, los colegas que continuamente preguntan, las personas que asisten a las actividades de extensión y, que no siendo judíos, quieren saber más sobre los judíos y el judaísmo.
Fue en parte gracias a ellos que comencé a estudiar sobre aquello que el medio no da, no entrega, "el ser judío". A buscar una fundamentación teórica a ese "sentirse y afirmar que se es judío". Aprender sobre Judaísmo me ha permitido realizar una labor de hasbará (esclarecimiento) en un doble sentido: esclarecerle a ellos los no judíos y a mí misma en "mi mismidad" y en mi ser colectivo, miembro de un grupo, de una etnia, de un pueblo, de un "nosotros".
Y es curioso, siento una gran satisfacción al poder hablar de "lo judaico" a personas que verdaderamente desean saber y escuchan con respeto y atención y que van descubriendo mundos nuevos y plenos de riqueza y sabiduría, mundos en los que se enraízan sus propios mundos y concepciones de vida. Un respeto y atención que no siempre se encuentra entre nosotros mismos que nos sentimos orgullosos de ser "el pueblo del libro", de un libro que pareciera que nuestros padres escribieron en un pasado lejano... para que lo leyeran los demás.
Y mientras mas aprendo y hablo acerca del ser judío, mas me doy cuenta de lo mucho que me falta para “llegar a ser”, lentamente me “voy haciendo judía” y me pregunto – a veces indignada - ¿por qué tanta lentitud? No tengo respuestas. Mas me consuela el saber que no he perdido el camino, que estoy en posibilidad de poder decir con orgullo, algún día: Sí, soy judía. Ese día llegará cuando la teoría se convierta en praxis verdadera, en una forma de vida plena, cuando asuma total y responsablemente mi judaísmo.
Y ¿saben? lo más curioso de todo es que, en este camino para "llegar a ser" salvo tres o cuatro excepciones tengo mucho que agradecer a los no judíos. Pareciera ser que "la lección del abuelo" se hubiese revertido en mi caso: aquello que el medio no da, ha sido la base, el detonante para poder enderezar el camino y ubicar la senda correcta.
Respuesta del Rav Shlomó Wiener
Disfruté mucho de su artículo y encontré que muchos puntos expresados podrían aplicarse a cualquier judío. Fue muy interesante aprender, quizás incluso un poco irónico, saber cómo gente no judía la ayudó a tener una identidad judía más profunda. Esto es algo bastante común en nuestros tiempos y su relato me hizo recordar un incidente que ocurrió recientemente en los Estados Unidos.
Jay Murken, un estudiante judío dotado que cursaba sus estudios en el prestigioso Williams College, estaba un día en una clase de filosofía cuando profesor y estudiantes comenzaron a discutir un tema filosófico cualquiera. Al ir intensificándose la discusión el profesor se dirigió a
Jay y le preguntó: "Jay, tú que eres judío, ¿sabes qué dice el judaísmo al respecto?"
¡Jay quedó mudo! Había recibido la típica educación judía de un niño norteamericano irreligioso y no tenía idea de cuál era la postura del judaísmo sobre ese tema filosófico. Encontrando una respuesta que podría salvar su orgullo dijo rápidamente: "Bueno, sólo soy un judío reformista, así que no sé mucho sobre mi religión." En ese momento su profesor no judío lo miró fijamente a los ojos y dijo, "Jay, ¿no crees que deberías primero averiguar qué es el judaísmo antes de reformarlo?"
Jay se sintió realmente abrumado por el comentario de su profesor. Comenzó entonces a estudiar lentamente su religión y hoy en día es uno de los rabinos con más éxito en el área de Nueva York. Al igual que en su caso, es gracias a un no judío que Jay Murken es ahora un verdadero judío.
Al final de su artículo, usted afirma que está aprendiendo lentamente a "ser judía", pero que aún siente que todavía no lo ha "logrado plenamente". También nos dice que se hace frecuentemente la pregunta del "¿por qué tan lentamente?" y que no ha podido encontrar respuesta a ello. Me gustaría poner énfasis en este interrogante. Es algo bastante común en comunidades pequeñas — y creo que debemos preguntárnoslo - "¿por qué los judíos parecen profundizar tan lentamente en su judaísmo?" Tanto en Israel como en los Estados Unidos, Inglaterra, España, Argentina y en el mundo entero en general, los judíos parecen retomar intensamente a su religión. Sin embargo, en comunidades pequeñas como la nuestra, las cosas avanzan muy lentamente y, ¡muchos judíos incluso parecen ni siquiera estar interesados en ello! Me gustaría intentar analizar en este artículo este "fenómeno" para que todos tratemos de comprenderlo mejor.
Gran parte del problema que impide a los judíos reforzar su creencia religiosa radica en el hecho de que la comunidad aquí sea muy pequeña. Según cifras actuales, es de aproximadamente 12.000 personas, lo que en verdad no es mucho. Por ello los judíos temen ser muy diferentes de la gente que comparte su ambiente. Quieren asemejarse lo más posible a los no judíos para ser socialmente aceptados de la misma forma. Este "temor a ser diferente" es lo que impide en cierto modo que el judaísmo se desarrolle. De hecho, el judaísmo es una religión que distingue al judío de los demás. El judío religioso se viste diferente (usa una kipá), come otro tipo de alimento (comida kasher), sus sábados son distintos, y tiene muchas otras actividades que lo hacen ser diferente a sus vecinos no judíos. En comunidades judías en que no existe tanto ese "temor a ser diferente", el fenómeno de "Teshubá" o "retorno" a la Torá es mucho más intenso. Esto se debe al hecho de que al ser una comunidad más grande, todos sabemos que "la fuerza está en las masas".
Otro problema también latente es que muchos judíos tienen una imagen negativa tanto de sí mismos como de su religión. Consideran el judaísmo como algo anticuado que no calza en su vida moderna. Esto se debe probablemente a la fuerte influencia católica que existe en el país y al tipo de educación judía que muchos han recibido. Esa influencia católica sirve para socavar el orgullo y autoestima judíos y por ende, hace que se pierda el interés en nuestra religión. Por otra parte, muchos han tenido una educación judía deficiente, poco estimuladora, lo que también ayuda a pensar que el judaísmo está pasado de moda. Estos problemas planteados en los párrafos anteriores han hecho que el judaísmo se esté desarrollando tan lentamente.
Me gustaría proponer una posible solución a estos problemas. Con respecto al "temor de ser distinto de los no judíos", podríamos solucionar el problema comenzando por las "Mitzvot" (mandamientos) más discretas en oposición a aquellas que son más de realización pública. Es decir, existen ciertos aspectos del judaísmo que son de carácter más privado como, por ejemplo, si un judío (hombre) se pone los Tefilin todas las mañanas y ora a su Creador, ningún no judío tendría por qué saberlo. Al cumplir fervientemente con ciertas mitzvot más "privadas" como el uso de tefilin, un judío puede ir intensificando su judaísmo sin ser por ello terriblemente distinto de los no judíos que lo rodean a diario. Otro ejemplo de mitzvá "privada" (que concierne principalmente a las mujeres) es el llevar un hogar kasher. El comer kasher en su propio hogar no afecta su vida social ni relaciones de negocios. Para cumplir esta mitzvá correctamente se debe comer kasher tanto en casa como fuera. Pero para aquél que está recién iniciándose en la kashrut, será un gran paso llevar una casa kasher.
Un tercer ejemplo de mitzvá privada (también para mujeres) es el adherirse a las leyes de la Mikve (baño ritual en el que se sumerge una mujer después de su ciclo menstrual). Si una mujer y su esposo siguen fielmente las leyes de la Mikve, esto será sin duda un pacto privado entre ambos. Nadie tendrá por qué saberlo. Esta maravillosa mitzvá es el zócalo que permitirá crear un matrimonio feliz. Dentro de este tipo de mitzvot, podemos también incluir el dar caridad para causas valiosas (10% de los ingresos), decir bendiciones (Berajot) y Gracia después de las comidas (Birkat Hamazón) en el hogar, evitar hablar mal de los demás (Lashon Hará) etc. Vemos entonces que estas mitzvot privadas nos permiten crecer mucho espiritualmente sin parecer diferentes de los no judíos.
Para tratar el asunto de la autoestima e imagen judías, propondría comenzar profundizando nuestros conocimientos de la Torá. Frecuentemente tenemos nuestra autoimagen de fuentes no judías, y esto contribuye a que muchos judíos tengan una percepción negativa de su propio pueblo y religión. La Torá, sin embargo, nos permite descubrir la grandeza del pueblo judío y del judaísmo y nos ayuda a desarrollar un verdadero sentido de orgullo y dignidad judía. Para ello se ofrecen diversos cursos de Torá. Existen libros auténticos de Torá (en español) que le darán una visión más positiva sobre nuestro pueblo y religión.
Tengo mucha fe en la comunidad judía y creo que algún día nuestra comunidad irá intensificando cada vez más fuerte su judaísmo así como otras comunidades judías del mundo. No debemos mirar el pasado sino aterrarnos al futuro con valor y esperanza. Si comprendemos realmente nuestras debilidades y temores, ya tendremos solucionada la mitad del problema.
Si enfrentamos estas debilidades con fuerza y coraje ya "lo habremos casi logrado".
Sí, Profesora Tapia Adler, creo que algún día, pronto, muchos judíos sentirán que se van acercando cada vez más a lo que es ser judío. Pienso que podemos hacerlo.
Extraido de la revista El Kolel con la autorización de sus editores
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