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Dijo Rabi Janina: “todo aquel que es amable con su prójimo es amable con D”s. Todo aquel que no es amable con su prójimo no es amable con D”s”.
(Cap. 3; Mishná 13)
Esta Mishná nos transmite un principio simple pero a menudo olvidado del Judaísmo.
Nuestro objetivo no es tan sólo ser amables con D”s, sino que también debemos serlo en relación a nuestro prójimo.
El Judaísmo nos exige cumplir con una misión doble en este mundo: la de santificarnos a nosotros mismos y la de ser “una luz entre las naciones”. Y ninguna de estas misiones puede existir sin la otra. Si nosotros no somos fieles hacia nuestro D”s y nuestra tradición, nosotros no lograremos proyectar adecuadamente la santidad hacia la humanidad.
En contrapartida, si nosotros nos aislamos competamente del mundo en su totalidad, es posible que podamos santificarnos a nosotros mismos, pero el resto de la humanidad permanecerá inmóvil e inmotivado.
Los mandamientos de la Torá se pueden dividir en dos tipos, básicamente: aquellos que corresponden a la relación del hombre con D”s y aquellos que corresponden a la relación entre el hombre y su prójimo. La primera categoría incluye a muchos de los aspectos más religiosos del Judaísmo. La segunda trata de una amplia gama de temas que incluyen a la caridad, la honestidad en los negocios y las relaciones personales, el matrimonio, el respeto hacia nuestros padres, la devolución de los objetos perdidos, el robo, la destrucción, la ley civil, etc. Los temas subjetivos pueden aparentar ser más mundanos y generales, sin embargo emanan de D”s.
Nadie puede ser un verdadero servidor de D”s si rechaza sus obligaciones hacia los hombres. Desgraciadamente, todos nosotros hemos visto u oido a individuos tales: hombres que son muy meticulosos en cumplir al pie de la letra con sus deberes religiosos hacia D”s, pero que les roban a sus pares, los seres humanos.
No hace falta decir que una persona semejante difícilmente agrade a D”s.
Todo aquel que sea muy meticuloso respecto a cuestiones religiosas pero le grita a su esposa, descarga sus frustraciones sobre sus hijos o es agresivo verbalmente y dominante con sus empleados, no puede ser considerado un servidor de D”s.
Rabi Janina afirmó que nosotros debemos ser amables no solamente con D”s, sino también con nuestro semejante. Y no se trata solamente de una cuestión de tener relaciones interpersonales saludables. Nuestro destino depende por entero de la aprobación que recibamos de parte de nuestros semejantes.
La Mishná establece que si una persona peca en relación a D”s, él o ella debe pedir perdón de D”s exclusivamente. Sin embargo, si su pecado está relacionado con alguien de su prójimo, no sólo debe pedir perdón de D”s, sino que también debe mitigar a la persona a la que lastimó. Si no lo hace, no importa cuán profundos sean sus rezos y su arrepentimiento ante D”s; él no podrá ser totalmente absuelto en las alturas celestiales.
Nuestro destino debe ser, hasta cierto punto, dependiente del de nuestros semejantes. De lo contrario, nunca nos daremos cuenta del potencial que D”s espera de nosotros.
Nosotros no podemos servir a D”s sólo a través de nuestro juicio. D”s nos ama. El nos valora, El nos comprende, El sabe que nuestros errores son involuntarios y que no es la forma en que hubiéramos querido actuar.
D”s nos ama por todos nuestros errores y tal cual somos. D”s nos ama y nos comprende mucho más, incluso, de lo que nos amamos y nos comprendemos a nosotros mismos. Pero con esa idea en la mente nosotros nunca nos veremos impulsados a crecer; y, mucho más importante aún, nunca nos veremos a nosotros mismos tal como nos ven de afuera.
Por lo tanto, debemos estar en paz con nuestros semejantes. En primer lugar, tenemos que convencerlos de que nos perdonen. Si intentamos comprender cómo piensan los demás, podríamos empezar verdaderamente a darnos cuenta de que no siempre somos nosotros los que tenemos razón, y de que hay otras formas igualmente válidas de mirar la vida.
La mayoría de las personas no están ni totalmente acertadas ni totalmente equivocadas. Y por lo tanto nosotros podemos y debemos aprender de ellos, y mirar el mundo desde otros enfoques y perspectivas. Una vez que lo hagamos, nos sentiremos forzados a mirarnos a nosotros mismos, al igual que al resto de la humanidad, como seres hechos a imagen de D”s.
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