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Como se sabe, la emergencia de India y China está arrojando una sombra sobre las economías desarrolladas de Europa y los EE.UU.
Menos conocido es el desafío que está enfrentando Israel, el cual continúa prosperando lentamente como un paraíso global de innovaciones, pero que deberá medirse con los gigantes asiáticos que podrían estar en condiciones de robarle el campo de la alta tecnología.
La lista de adelantos que ha hecho Israel en materia de tecnología es sorprendente para un pequeño país de tan sólo 7.6 millones de habitantes. El país ha colaborado para darle al mundo la posibilidad de acceso a mensajes instantáneos, correos de voz y telefonía por Internet. Su nanotecnología han posibilitado grandes avances en medicina. En él se alojan más compañías de tecnología Nasdaq que en cualquier otra parte del mundo fuera de los EE.UU., así como también los centros de investigación y desarrollo para los gigantes multinacionales como Microsoft e Intel.
Todo ello ha impulsado un crecimiento económico, y pese a todos los problemas que tiene el estado judío con el mundo árabe que lo circunda, un standard de vida de un país del primer mundo. Y dentro de este panorama, la tecnología ha ayudado a elevar el ingreso per cápita a la respetable cifra de 30.000 dls. anuales –más que muchos países de Europa y exactamente debajo de Japón, donde se eleva a 32.000 aproximadamente.
Pero existe una preocupación creciente respecto a que Asia conquiste una porción dominante dentro de la manufactura, contando con una mano de obra barata, y que también eso incida en un mayor nivel dentro de la tecnología.
Poblaciones como India y China, cuyas poblaciones superan el billón en cada una, podrían empujar un desarrollo que por ahora no preocupa a los empresarios que confían en que Israel puede seguir manteniendo su capacidad de innovación en un nivel muy superior.
No obstante, algunos analistas consideran que, en alguna medida, “la cantidad se convierte en calidad”.
Por el momento, India y China están más centradas en emplear la tecnología existente para producir los bienes necesarios para satisfacer a su enorme mercado doméstico y no tanto en desarrollar nuevas ideas, que es la especialidad de Israel.
Pero hay quienes se preguntan cuánto tiempo más les llevará completar esas carencias, ¿20 años más?.
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