La Voz Judía

Shevarim rotos

El Shofar había llegado a Auschwitz gracias a muchos milagros. En Rosh Hashaná nosotros lo hacíamos sonar en veinte lugares diferentes dentro de todo el campo. Era terriblemente peligroso, tanto por la mirada penetrante de los guardias alemanes como por la maldad de los kapos.
Muchos infortunados judíos se regocijaron, sin embargo, al ver que incluso en el campo de la muerte ellos podían oir el Shofar.
Un grupo que se sintió especialmente conmovido por el Shofar estaba compuesto por un millar de prisioneros que estaban agendados para ser enviados al día siguiente a otro campo. Cuando ya estaban literalmente en los accesos de salida del campo, ellos oyeron finalmente sonar el Shofar para ellos, y de alguna forma, sin que los guardias alemanes se dieran cuenta.
El llanto, los suspiros y gemidos que salieron de la boca de estos hombres se entremezclaron con los shevarim y la teruá que emergían del Shofar, y seguramente, todos ellos deben haber alcanzado el Trono de la Gloria.

Rabino Tzvi Hirsch Meisels (5720)

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