Era la noche de Pesaj, tres horas antes de Iom Tov. Yo me encontraba en la caja de un supermercado de mi barrio, esperando para pagar.
El señor que estaba delante de mí estaba tratando de pagar su ticket de 48 pesos. Yo me di cuenta de que le había dado al cajero una tarjeta de crédito vencida.
El le ofreció una segunda tarjeta de crédito, con el mismo resultado.
La vendedora le dijo entonces al joven cómo pensaba pagar, a lo cual él le respondió avergonzado: “¿Puedo hacerle un cheque?”.
“¡Ah!”, le respondió la vendedora, “eso lo va a tener que arreglar con el gerente”.
Apenas comenzaba a irse, me dirigí a la vendedora y le ofrecí 50 pesos, y le dije: “Permítame pagar la cuenta del señor y me voy”.
Perpleja, la mujer preguntó: “¿Está usted seguro?”.
“Sí”, le dije, “quisiera irme pronto, y por favor no diga una palabra al respecto”.
Mientras me estaba yendo, pude oir al cliente que decía “El gerente me va a dejar usar un cheque esta vez”.
La vendedora le respondió: “No se preocupe. Tome su compra y que tenga felices fiestas. Eso ya está todo pago”.
Las últimas palabras que escuché antes de cruzar la puerta para irme fueron : “¿Quién pagó por esto?”.
Llegué a mi casa, feliz de haber podido hacer una mitzvá. Cuando le conté el episodio a mi esposa, ella me respondió: “Esa fue una excelente idea y una hermosa mitzvá para Iom Tov”.
Durante el primer día de Jol HaMoed, yo había entrado a un negocio de lotería para comprar un billete. Cuando fui a chequear el billete, había ganado $500.
“Mah Gadlu Ma’aseja, Hashem- ¡Cuán grandes son Tus acciones, Hashem!”.
Hace poco volví a entrar en el mismo supermercado y se me acercó la misma vendedora de la vez anterior.
“Por casualidad, ¿usted es la persona que pagó los $50 de otro cliente?”.
Vacilando le dije que sí.
Con alegría me dijo; “Ese joven nos dejó un cheque para usted”.
Yo tomé el cheque y lo envié de vuelta por correo en un sobre junto con una nota que decía: “Gracias, pero yo ya he recibido en pago 10 veces lo que le dí. Pero, hágame el favor, si alguna vez se cruza con alguien en una situación similar, le pido que lo ayude”.
Como suele decirse, el mundo es como una gran rueda en la cual todo lo que hacemos regresa de vuelta a nosotros. Es sólo una cuestión de tiempo.
Pie de página
La mitzvá de la mezuzá asegura un gran premio si uno no actúa con la mezuzá de una manera en que pueda producir un peligro.
Por lo tanto, es muy apropiado y adecuado que uno gaste mucho dinero en mezuzot para asegurarse de que son verdaderamente kosher.
Uno no debería comprarle una mezuzá a cualquiera, sino que se debe averiguar para saber si un determinado sofer es confiable.
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