Generalmente la gente tiene un concepto erróneo de lo que es un rabino. Si le preguntamos a la mayoría de los judíos, nos dirán probablemente que el rabino es, “el Jazán que canta hermoso”, “aquel que conduce el servicio religioso”, “aquella persona que habla elocuentemente los viernes en la noche”, “una persona con buenas dotes histriónicas”, o muchas otras cosas. La verdad es que algunas de estas características son parte de la personalidad de muchos rabinos y contribuyen en su labor, pero no representan la esencia misma del rabino. De hecho, estas caracterizaciones difieren de lo que enseña verdaderamente la tradición judía al respecto.
La palabra española “rabino” proviene del término hebreo “rab” que significa “maestro de Torá”. Vemos entonces que la labor principal de un rabino es enseñar Torá (judaísmo), y no ser un simple funcionario que celebra matrimonios y da sermones los viernes en la noche. Pero la palabra “rabino” también significa “poderoso, grande”, es decir, un rabino es una persona que ha alcanzado grandeza espiritual, se ha purificado, y es un excelente ejemplo para todos nosotros.
El siguiente pasaje del Talmud nos explica claramente estas dos funciones que cumple un rabino: “Si el Rab (rabino) se asemeja a un ángel de D’os, entonces permite que te enseñe Torá, pero si no lo es (si no se asemeja a un ángel de D’os), no dejes que te enseñe Torá” (Tratado Moed Katán 17a). El Talmud nos reitera en este pasaje que la labor principal de un rabino es enseñar Torá al pueblo, y que éste debe tener la grandeza espiritual semejante a la de un ángel de D’os.
¿Cuál es el concepto de “ángel” en el judaísmo?
Frecuentemente, cuando escuchamos que alguien habla de “ángeles”, nos imaginamos a un ser alado portando arco y flechas, que vuela en el aire. La explicación judía de “ángel” es mensajero, enviado del Creador. La cualidad esencial del ángel es su fidelidad en el cumplimiento de la misión encomendada por el Todopoderoso. El “ángel” cumple la Voluntad Divina sin hesitaciones ni cuestionamientos. Del mismo modo, el rabino se conducirá con fidelidad e integridad en todos sus caminos, en el cumplimiento de la enseñanza de D’os y de Su Palabra en forma fiel e íntegra hasta asemejarse a los ángeles.
Por lo tanto, continuando con este principio enunciado en el Talmud, vemos que un rabino debe poseer ciertas cualidades que le permitan cumplir estas dos funciones. En primer lugar, debe ser un gran erudito de la Torá, es decir, debe conocer perfectamente el TaNaj (Biblia), la Mishná, el Talmud, el Shulján Aruj (Código de la ley Judía), y debe ser versado en todos los aspectos de la filosofía judía. De lo contrario, ¿cómo podría enseñar Torá al pueblo judío? Segundo, el rabino debe basarse únicamente en estas fuentes para guiar a sus discípulos y congregantes.
En nuestro mundo actual los judíos están bajo una terrible influencia de una multitud no judía, ya sea por la televisión, películas, periódicos, revistas, medio social y lugar de trabajo. Trabajan con no judíos, comparten sus barrios e interactúan intensamente con ellos. Por esta razón, es necesario que el rabino sirva de “contrapeso” para esta fuerte tendencia a la asimilación que encontramos en nuestra sociedad.
Cuando una pareja casada pide orientación matrimonial al rabino, quiere resolver su problema desde una perspectiva judía y no mediante una interpretación psicológica secular. De lo contrario, le bastaría con consultar a un psicólogo.
Entonces, el rabino no sólo debe enseñar los textos clásicos del judaísmo sino también emplearlos para resolver los problemas de la comunidad. Si usa para ello textos no judíos, engañará a sus alumnos, porque estos pensarán que se les está hablando desde un punto de vista judío.
La Torá posee toda la sabiduría del mundo y allí siempre encontraremos solución a nuestros problemas.
Por último, un rabino debe actuar como un siervo fiel de D’os en todas sus tareas; es una característica difícil de encontrar. Debe tener un alto grado de integridad moral para servir de ejemplo a sus discípulos. También debe cumplir cabalmente con las “mitzvot” (preceptos de la Torá) para poder así elevar a sus alumnos hasta su mismo nivel.
Concluimos entonces, que el rabino no sólo debe vivir de acuerdo a todas las reglas contenidas en el código de la ley Judía (Shulján Aruj), sino también esforzarse para perfeccionarse en el cumplimiento de cada una de estas leyes.
Por lo tanto, aunque todos los miembros de la congregación observen estrictamente los mandamientos del Shulján Aruj, podrán aún aprender con su rabino a perfeccionar cada una de las mitzvot.
Entonces, a nuestra pregunta ¿qué es un rabino?, podemos responder claramente que un rabino es un maestro y gran líder espiritual, y no un mero funcionario o “persona con dotes histriónicas” que celebra matrimonios y dice hermosas palabras desde el púlpito.
Es difícil encontrar un rabino con las características que describimos anteriormente, pero si una persona es sincera y está realmente interesada, encontrará un rabino noble y confiable - aunque la búsqueda sea larga
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