Como ya escribiera oportunamente, nuestra Torá es el legado del Todopoderoso a los seres humanos. En ella y a través de ella, los hombres podemos acceder a Su Voluntad para saber hacia dónde encaminar nuestras vidas y poder discernir objetivamente entre el bien y el mal. Como tal, la Torá no solo nos transmite leyes de manera “seca” y “fría”, sino que nos trae ejemplos de la vida diaria de nuestros antepasados, de modo que podamos aprender y realizarnos espiritualmente de la mejor manera. La Torá no se remite únicamente a los ejemplos positivos de modelos dignos de emular, sino que nos muestra de forma íntegra las virtudes y los defectos de los píos – como así también de los malvados.
El objetivo de la narración de estas historias no es para que nosotros evaluemos los modelos de la Torá, pues el juicio de las acciones humanas pertenece únicamente al Todopoderoso. Es más: Nosotros nunca podríamos colocarnos en su lugar. La propia Mishná (Pirkei Avot) nos encomienda “no juzgar al prójimo hasta hallarse en su situación”, cosa que no es fácil con los contemporáneos, aun menos con personas de otras épocas, ni qué hablar de la era bíblica. Las circunstancias varían tanto a lo largo de los años, que el mero intento de elogiar o descalificar a las personas de la Torá comparándolos con nuestras vidas, resulta totalmente fuera de lugar.
Lo que estamos diciendo se refiere a cualquier personaje de la Torá. Cuánto más a Moshé, que fue único por su humildad en toda la historia de la humanidad, quien fuera designado por el Todopoderoso para ser el transmisor de la Torá al pueblo de Israel (cosa que no podemos decir de Ud. y de mí), y de quien estudiamos en los trece fundamentos del judaísmo que nunca hubo ni habrá alguien que se le asemeje en su nivel de profecía. Si la Torá nos relata en Parshat Jukat que Moshé fue castigado en un episodio que protagonizó frente al pueblo después de conducirlos en la salida de Egipto y durante cuarenta años de su travesía por el desierto con la inhibición de su ingreso a la anhelada tierra prometida: Eretz Israel, entonces estamos muy confundidos. ¿Qué puede haber hecho Moshé para recibir un castigo tan importante? Ud. y yo podemos viajar y vivir en la tierra de Israel. Solo hace falta tener voluntad (y los medios necesarios). ¿Nosotros nos merecemos ingresar a Israel - y Moshé no? Cuando analicemos el texto escrito de la Torá, veremos que la Torá ni siquiera es demasiado clara respecto a cual fue exactamente el pecado de Moshé. Esto confunde aun más.
Entonces: ¿por qué están relatados estos acontecimientos en la Torá? Responde el R. Itzjak Meir Alter (“Jidushei haRim”, el Rebbe de Gur): “si la Torá incluyó estas historias, seguro que es para que las estudiemos. Cada generación y cada comunidad están guiadas por D”s para encontrar en esta historia una lección y una enseñanza ética útil y apropiada para su época específica. Todas las distintas interpretaciones que ofrecen los comentaristas pueden ser legítimamente encontradas en la historia de Moshé, pues cada una de ellas nos alecciona en un significado moral”.
Volvamos, pues, al texto de la Torá e intentemos aprender de lo que nos transmiten los Sabios:
Los judíos habían llegado al desierto de Tzin hacia los comienzos del último de los cuarenta años de su itinerario por el desierto. En aquel momento falleció Miriam, hermana de Moshé. Seguidamente, no hubo agua para beber. Hasta ese entonces los judíos habían bebido agua de un pozo extraordinario que los acompañaba permanentemente por mérito de Miriam. Este pozo había comenzado a dar sus aguas a partir de una escasez que habían sufrido luego que se lanzaron al desierto después del cruce del Mar Rojo. En aquella oportunidad, en las cercanías del Monte Jorev (Sinaí), D”s había indicado a Moshé que golpeara la roca con el bastón con el que había efectuado los milagros y las plagas de Egipto.
Nuevamente el pueblo se levantó en contra de Moshé exigiendo agua para sí mismos y para su ganado. El pueblo se quejó otra vez por haber salido de Egipto y dijo que hubiese sido preferible morir de otro modo menos sufrido que por la falta de agua. D”s ordenó a Moshé que se dirija nuevamente acierta roca y que le hablara para que diera sus aguas. Moshé fue con Aharón y con el resto del pueblo. Una vez que llegó al lugar, golpeó la roca dos veces con el bastón, lo que provocó que saliera mucha agua para el pueblo y su ganado.
“Y dijo D”s a Moshé y a Aharón: dado que no han confiado en Mí para santificarMe a ojos de los hijos de Israel, por lo tanto no conducirán a este pueblo a la tierra que les di. Estas son las aguas de Merivá que pelearon los hijos de Israel a D”s y fue Santificado a través de ellas” (Bamidbar 20:12-13)
Las palabras que implican “falta de confianza en D”s” son muy fuertes. ¿Moshé no confió en D”s? ¿Y qué se podría decir, entonces, de nuestra confianza en D”s?
Rash”í explica que la falta de Moshé consistió en pegar a la piedra. Si bien en la oportunidad anterior D”s expresamente había ordenado a Moshé que la golpeara, en esta coyuntura le ordenó que le hablara. Si Moshé hubiese hablado a la piedra y esta hubiese dado sus aguas, los judíos podían haber deducido que “si una piedra que no escucha ni habla ni requiere sustento, presta atención y obedece el mandato de D”s, ¡cuánto más nosotros!”.
Esta explicación nos da para pensar. Habitualmente evaluamos los errores por las cosas que evidentemente se hicieron mal. Rash”í nos permite ver que no solamente es una ofensa el hecho de haber obrado con lo que llamaríamos una “mala acción”, sino que es tan perjudicial la pérdida de una oportunidad, en este caso la eventualidad que el pueblo de Israel hubiese podido derivar de la obediencia de la roca la enseñanza que ellos no debían ser menos. Nuestra visión del mal es muy limitada. ¡Cuántas circunstancias pasamos por alto, en las que hubiésemos podido engendrado tanto bien!
El Rav Sh.R.Hirsch sz”l dice que el error de Moshé al enojarse con el pueblo (“¡¿acaso de esta roca podremos obtener agua?!”) consistió en perder la esperanza y la confianza en que los judíos llegarían a consumar su destino como pueblo. Se preguntó si toda su labor había sido en vano. Por eso, murió. Sigue comentando el Rav Hirsch: “Lo más extraordinario que nos queda, es el hecho que a causa de un pequeño, fugaz y entendible desliz en la Emuná (fe), los líderes de la generación debieron sufrir el mismo desenlace que el resto de aquella generación del desierto que demostró tanta falta de fe. La tumba de nuestro gran líder cerca al lí! mite de la tierra prometida a la cual había finalmente traído al pueblo en proximidad a las tumbas de aquellos que murieron en el desierto, aporta el testimonio eterno a la imparcialidad del Juicio imparcial Di-vino, en la balanza en la cual los errores más triviales de los santos pesan igual a los pecados más graves de otros mortales”.
Son muchos más, los comentarios de los Sabios acerca de este hecho. Por hoy, llevamos una lección atemporal en lo que significa la Justicia de D”s, y en la responsabilidad que le cabe a cada uno de nosotros.
|
|
|