La Voz Judía


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En Meah Shearim no tienen ‘discos’

Rav Itzjak David Grossman nació en Meah Shearim. Su padre, Rav Israel Grossman, fue Rosh Ieshiva de Pinsk-Karlin.
Ellos son jasidim ‘Lelover’ y Rav Itzjak David estudió en Etz Jaim, Ieshivat Karlin y Slobodka.
Su enorme ahavat Israel lo condujo al campo de kiruv y se fue a vivir a Migdal Ha’emek en 1968, que entonces era una de las ciudades en desarrollo más notoriamente duras y difíciles, con elevados niveles de delincuencia juvenil.
Al descender del omnibus, él le preguntó a un grupo de gente del lugar que estaban sentados a la vera del camino dónde estaba la sinagoga más cercana. Ellos se rieron y le señalaron una ‘disco’.
“Yo era muy ingenuo”, recuerda el Rav Grossman. “En Meah Shearim no tienen ‘discos’. Y yo pensé que podía ser un Beit Midrash”.
Cuando algunos adolescentes curiosos fueron a tratar de averiguar qué era lo que había llevado hasta su ciudad al barbado rabino que tenía pe’ot, él les respondió simplemente: “Yo vine para estar con ustedes”. A su tiempo, ellos descubrieron que era cierto.
Aunque él sólo tenía intenciones de quedarse por tres meses, él se quedó y tomó a Migdal Ha’emek como un proyecto personal de kiruv.
El comenzó invitando a los más jóvenes a un pequeño shul donde les enseñó a leer y a escribir; y el índice de delincuencia en Migdal Ha’emek descendió.
Luego de pasados dos años fue nombrado Rabino de la ciudad, y en la ceremonia de su confirmación, la entonces Primer Ministro Golda Meir dijo: “El poder que caracteriza a Rav Grossman es el haber transformado a una ciudad pobre azotada por la delincuencia en una ciudad floreciente y en evolución”.
En Migdal Ha’emek el Rav descubrió que la mayoría de los jóvenes del lugar vivían solos, mientras que sus padres o hermanos estaban en la cárcel.
El decidió visitar la prisión local y quedó shockeado al ver una cárcel llena de presos de nombres tales como David, Moshé y Abraham.
El empezó a visitar prisioneros en las cárceles de Israel, y a dar clases de Torá dos veces por semana, en cuatro cárceles diferentes. El Rav les dio a los prisioneros el aliento que ellos desesperadamente necesitaban y les enseñó la belleza del modo de vida judía.
Cierta vez, en una fiesta de Janucá junto a los prisioneros, él se acercó a uno de los participantes y lo besó. Algunos días después, el Rav recibió una carta de ese hombre que decía: “Yo soy uno de los prisioneros que usted besó la semana pasada. Yo quisiera que usted sepa que fue la primera vez en mi vida que sentí que alguien realmente me quería”.
Rav Grossman se sintió profundamente conmovido por esa carta; y el darse cuenta de que había tanta gente que nunca había recibido amor lo decidió a llevar adelante su Programa de Rehabilitación de Prisioneros, con la autorización de las autoridades de la prisión.
A través de ese programa los prisioneros estudian Torá y desarrollan capacidades laborales que los habilitan para volver a vivir en el mundo exterior; y más de 1.000 ba’alei teshuvá entre ellos se han logrado integrar satisfactoriamente a la sociedad y están viviendo una vida normal.
Lo mismo que el Rav había pensado respecto a los prisioneros con los que había estado trabajando pudo confirmarlo llegando a la conclusión de ellos podían haber sido rescatados si tan sólo alguien les hubiera mostrado amor y calidez cuando eran jóvenes.
Esta comprobación condujo a la creación del centro educativo Migdal Or, que comenzó teniendo 18 niños en 1972 y creció hasta tener en la actualidad más de 6.000 en diferentes instituciones, incluyendo el orfanato más grande del mundo.
Antes del último Iom Tov, el Rav viajó a distintas prisiones de Israel para llevar palabras de aliento a los prisioneros. “Es especialmente importante dar jizuk a estos yidden en Erev Pesaj. Ellos están separados de sus familias durante todo el año, y dado que Pesaj es un Iom Tov, un día festivo, para la familia, es más difícil aún para ellos. Por lo tanto yo me aseguro de visitar las prisiones de todo el país”, declaró el Rav en una nota realizada luego de la fiesta de Pesaj por un periódico.
A la pregunta de quién condujo los sedarim en las diferentes prisiones, el Rav respondió: “Nosotros tenemos 150 rabinos que se voluntarizan para conducir sedarim con los prisioneros, y comen junto con ellos, cantan y crean con ellos una atmósfera de Iom Tov. Yo les digo a esos voluntarios que conducen los sedarim que ellos deben llevar simjá, alegría, a esos judíos, cantando canciones y sonriéndoles a todos ellos”.
El Gran Rabino de las prisiones de Israel, Rabi Yehuda Vizner, hizo un arreglo con los oficiales y autoridades de las cárceles, junto con quienes están a cargo de la cocina en las prisiones, para que se garantice que dichas cocinas fueran kasher lemhadrim para Pesaj. El insisitió inclusive para que las cocinas utilizaran utensilios separados para Pesaj, no confiando en hacer kasher los que fueron utilizados a lo largo de todo el año.
“Se hicieron muchos esfuerzos para obtener la kashrut en las prisiones, y baruj Hashem, los avrejim pueden ahora comer sin preocuparse”, agregó el Rav.

 

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