Amsterdam-Holanda
A no ser por Miep Gies, la historia de Anna Frank probablemente nunca hubiera sido conocida.
La ex secretaria de oficina que ayudó a ocultarse de los nazis a la adolescente judía por el término de dos años, reunió las hojas de su diario después de que la familia Frank fuera arrestada y enviada a los campos de concentración. Ella puso bajo llave en su escritorio esos papeles –nunca leídos- hasta que el padre de Anna, Otto, el único sobreviviente de toda la familia Frank, regresó.
Miep Gies falleció recientemente por una lesión sufrida en su cuello a causa de una caída, según informó el Museo de la Casa de Anna Frank. Ella tenía 100 años de edad, y era una de las pocas personas sobrevivientes que conocieron a Anna Frank.
Gies era una de las seis personas no judías que ayudaban a los judíos a través de contrabandear alimentos, libros, hojas para escribir y periódicos desde el exterior hasta el altillo secreto del departamento de la casa que estaba al lado de la fábrica a orillas del canal, y donde Anna junto con sus padres, su hermana, y otros cuatro judíos, permanecieron ocultos durante la Segunda Guerra Mundial.
Anna Frank murió de tifus a la edad de 15 años en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en Marzo de 1945, dos semanas antes de que el campo fuera liberado.
Gies había dicho que nunca había leído el diario hasta que le entregó las hojas a Otto Frank, por considerar que incluso la privacidad de un adoscente era sagrada. Más adelante declaró que si lo hubiera leído durante la guerra lo hubiera tenido que quemar debido a que involucraba a los que ayudaban a los judíos.
Análisis
“Todos los días, durante más de dos años, ella se puso en peligro por el hecho de ocultar judíos de los nazis”, declaró el primo de Anna Frank, Bernd “Buddy” Elias, quien había visto a Miep Gies por última vez cuando ella cumplió los 100 años. “Si ellos la descubrían, podían haberla enviado a un campo de concentración a ella también”.
Giep consideraba que los cumplidos que recibía por haber ocultado a Anna eran más de los que ella merecía. “No es justo. Muchos otros hicieron lo mismo o incluso mucho más que yo, corriendo grandes riesgos”, escribió en un email que envió a Associated Press antes de festejar su cumpleaños número 100 en Febrero pasado.
Ella se resistía a ser tomada como un ejemplo de heroismo para ser transmitido a los jóvenes.
“No quiero ser considerada una heroína”, dijo en 1997 en una charla que dio ante estudiantes de escuelas primarias y secundarias.
“Piensen lo que sería si la gente jóven creciera teniendo la sensación de que hace falta ser un héroe para llevar a cabo tus obligaciones como ser humano. Yo tengo miedo de que nunca nadie ayudaría a otras personas en ese caso, ya que ¿qué es un héroe? Yo no lo fui. Yo sólo era un ama de casa y una secretaria”, les dijo.
Su nombre de origen era Hermine Santrouschitz, había nacido en Viena y fue a vivir a Amsterdam cuando tenía 11 años, huyendo de los racionamientos de alimentos en Austria. Ella vivió con una familia sustituta que le puso el sobrenombre de Miep.
En 1933 Gies entró a trabajar como asistente de oficina del negocio de especias de Otto Frank. Luego de rechazar ingresar a una organización nazi en 1941, ella pudo salvarse de ser deportada a Austria casándose con un hombre alemán, Jan Gies.
En momentos en que los nazis multiplicaban los arrestos y las deportaciones de los judíos alemanes, Otto Frank le pidió a Gies en Julio de 1942 que lo ayudara a esconder a su familia en el anexo de la fábrica que estaba a orillas del canal, en la calle Prinsengracht 263, y que les llevara comida y otros artículos de primera necesidad.
Más tarde ella relataría que le respondió “Sí, por supuesto”. “Eso me pareció algo completamente natural. Yo estaba en condiciones de ayudar a esa gente. Ellos estaban indefensos, y no sabían para dónde ir”.
Gies recordaba que se encontraba en la oficina cuando la policía alemana, actuando en base a una pista que los historiadores nunca pudieron descubrir, hicieron la razzia en Agosto de 1944.
Un policía abrió la puerta de la oficina principal y apuntó con su revólver a los tres empleados que estaban allí, ordenándoles que se quedaran sentados quietos.
Luego de realizar los arrestos, ella se fue al departamento de policía para ofrecerles una suma de dinero a cambio de que liberaran a los Frank, pero ya era demasiado tarde.
|
|
|