El 11 de mayo Sherit Hapleita conmemoró el 65º aniversario de la derrota del nazismo, ocurrida el 8 de mayo de 1945, cuando el gobierno nazi firmó su rendición a las fuerzas aliadas.
Acto en Plaza San Martín
En esta oportunidad, y en homenaje y adhesión al Bicentenario de la Revolución de Mayo, en horas del mediodía, Shetir Hapleita (Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución nazi), Fundación Memoria del Holocausto – Museo de la Shoá y Generaciones de la Shoá en la Argentina colocaron respectivas ofrendas florales al pie del monumento al General José de San Martín, ubicado en la plaza omina, en un acto en el que participó la Fanfarria Alto Perú del regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín.
Durante el transcurso del acto, que fue conducido por la señora Diana Wang, presidente de Generaciones de la Shoá, el presidente de la Fundación Memoria del Holocausto, doctor Mario Feferbaum manifestó que “Como argentino judío me siento conmovido que este Regimiento este presente en este acto, que nos este acompañando porque es una manera de considerarnos iguales. Es cierto que el ejército nazi fue derrotado, en aquel entonces, en Alemania pero no la ideología. Esa está presente y contra ella debemos de estar atentos. Es fundamental que la educación pueda transmitir todo ese fenómeno que tuvimos que pasar, y lo que pasó la humanidad. Agradezco a todos vuestra presencia y gracias por estar acá”
Acto en la AMIA
Al anochecer, en el salón auditorio de la AMIA, Sherit Hapleita, llevó a cabo su tradicional acto conmemorativo del triunfo de las fuerzas aliadas que derrotaron al nazismo.
La asistencia colmó el salón auditorio, destacándose la presencia del embajador del Estado de Israel en Argentina, Daniel Gazit; los presidentes de la DAIA y OSA, Aldo Donzis y Carlos Frauman respectivamente; la AMIA estuvo representada por su secretario general, el doctor Julio Schlosser; el Gran Rabino Shlomo Benhamú; el secretario de Relaciones Exteriores, Victorio Taccetti; una delegación de Abuelas de Plaza de Mayo junto a otra de Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora; y más de veinte representantes del cuerpo diplomático acreditado en la Argentina, en su gran mayoría embajadores.
Luego de entonados el Himno Nacional Argentino y el Hatikva, el presidente honorario de Sherit Hapleita, José Moskovitz, hizo uso de la palabra, afirmando, entre otros conceptos: “El 8 y 9 de mayo de 1945 los países aliados decidieron finalmente hacerse cargo de una Europa agonizante, despedazada y destruida como consecuencia del bárbaro azote del nazismo (…) Ese 8 y 9 de mayo eran muy pocos los que habían logrado sobrevivir a las feroces matanzas y las cámaras de gas. Entre esos pocos estábamos nosotros, los sobrevivientes aquí presentes. Y cada uno de nosotros quiere agradecerles nuevamente a los Aliados y al Ejército Rojo por habernos liberado (…) Ese 8 y 9 de mayo, los pocos sobrevivientes – conciente o inconcientemente – decidimos apostar a la vida (…) Vivir para contar, nos enseño con su ejemplo Primo Levi. Ese fue y será por siempre nuestra máxima de vida a pesar de los nefastos negadores que aún subsisten en la actualidad y las permanentes amenazas del presidente de Irán de eliminar al Estado judío, único estado democrático de Medio Oriente. Lamentamos profundamente que hasta el día de hoy ningún estado miembro de la ONU haya propuesto la expulsión de ese país. Para evitar que esta historia se repita es imprescindible recordar la Shoá”.
Luego del las palabras de José Moskovitz se encendieron 6 velas en recordación de los 6.000.000 de judíos asesinados por el nazismo y se rindió un minuto de silencio, transcurrido el cual el embajador de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian, se dirigió a los presentes, destacando que el acto se desarrollaba en el edificio reconstruido de la AMIA, para luego decir “Le debemos a las víctimas de la barbarie una memoria viva (…) No se trata de limitar la conmemoración de los horrores del nazismo a la condena de la infame barbarie de algunos. La Shoá nos interroga a todos nosotros, los humanos, nos impone reflexionar sobre la fragilidad de nuestra condición y cuestionar todas nuestras referencias, la salud de nuestra generación. No se trata de enjuiciar solamente el asado, lo que nos toca desde entonces es pensar nuestro presente y organizar nuestro futuro para que nunca más nos deje conducir por el odio. Mi país como otros países europeos, no fue exento de cualquier culpa antes y después de 1939. Hemos correctamente aceptado nuestra parte de responsabilidad. La heroica resistencia que se organizó en todos los sectores de la población francesa, la reacción de la gente anónima que rehusó a ser participe de la infamia, no pueden ocultar nuestras fallas colectivas e individuales. Sería demasiado atrevido considerar que hemos exorcizado definitivamente la obscuridad del trágico capítulo de nuestra historia europea. La memoria colectiva sigue siendo una obligación y por eso estoy aquí hoy, entre todos ustedes”.
El doctor Daniel Rafecas, juez federal de la Nación, fue el orador invitado en esta ocasión, quien centró sus palabras a la necesidad de la búsqueda de la verdad, centrándose en los motivos que llevaron a las máximas autoridades nazis a planificar la solución final como consecuencia de un error de apreciación de Hilter a fines de 1941, quien creyó que en semanas su ejercitó doblegaría a la Unión Soviética.
El embajador Daniel Gazit, por su parte, afirmó entre otros conceptos: “No es casualidad que se hacen estos actos, aquí en la AMIA, todos los años, pues acá se sufrió un atentado y es un símbolo de la resistencia judía. Siempre hubo resistencia judía en el mundo. En la Segunda Guerra Mundial participamos nosotros como pueblo. Es una manera de decir participamos. Fuimos las víctimas preferidas por los criminales nazis. Todo el mundo lo sabe, estamos hablando de 6.000.000 de judíos asesinados, pero sí participamos. Estamos conmemorando la victoria, y nosotros luchamos. Luchamos en los ghettos, con los partisanos y luchamos en los ejércitos. Un millón y medio de judíos participaron como soldados en los ejércitos aliados, en los de la Unión Soviética, de Polonia, de Francia, etc., y 300.000 de ellos murieron. En ese tiempo el total del pueblo judío era el 0,04 por ciento de la población mundial, contribuyó entre el 10 y el 15 por ciento de las víctimas fatales de esa guerra. El pueblo judío no se ha recuperado de esa pérdida, perdimos un tercio de nuestro pueblo y todavía no llegamos al número que éramos antes de la Segunda Guerra Mundial, estos son fríos datos. Esa fue una de las guerras entre el bien y el mal, y quien ganó, el bien por eso estamos aquí reunidos. Pero no fue fácil, ni tan evidente, fue un gran sacrificio y si Hitler no hubiera sido tan loco esa guerra pudiera haber terminado de otro modo si hubiera dejado a sus científicos desarrollar la bomba atómica y hacerla antes que los norteamericanos. (…) Nosotros lo sabemos, pero hay otros que no quieren escuchar la verdad. Como en la mejor tradición nazi cambian la historia a su gusto, cambian los libros y tenemos experiencia de eso. Es difícil, pero tenemos un arma: educar. Educar es el arma de la verdad, el arma que puede cambiar el mundo. La victoria es muy amarga, tenemos todos los sacrificios, los muertos, la destrucción”.
Por su parte Aldo Donzis expresó “Este acto tiene un matiz diferente al que poseen las conmemoraciones que recuerdan el extermino de seis millones de nuestros hermanos. Sin minimizar el horror, sin olvidar a nuestro mártires, el aniversario que hoy recordamos es también una celebración, la del triunfo de la libertad y la derrota de la opresión (…) No podemos olvidar la indiferencia de buena parte del mundo y de aquellos gobiernos que hicieron oídos sordos al llamado de nuestros hermanos perseguidos, quienes clamaban por encontrar vías de escape que les abrieran sus puertas para salvar vidas. Tampoco olvidaremos la negativa del alto mando aliado de bombardear las vías férreas que conducían a los campos de exterminio. Cuantas vidas podrían haberse salvado (…) Auschwitz fue la culminación de un proceso, no su comienzo. Tal como ha señalado reiteradamente Elie Wiesel, la Shoá no comenzó con hornos crematorios, comenzó con palabras de odio. En una ocasión como la que hoy nos congrega no podemos dejar de señalar cual ha sido el germen, el proceso que condujo a la catástrofe que vivió la humanidad. El desprecio al diferente, el nacionalismo exacerbado y enfermizo, las ansias de poder sin limites, el desprecio por las normas de convivencia democrática, la complicidad de numerosos sectores profesionales, empresariales, académicos, sindicales y la indiferencia de tantos otros fueron allanando el camino hacia la tragedia”.
Finalmente el doctor Julio Schlosser manifestó “Memoria, verdad, justicia, educación. Estos términos los venimos escuchando y los han reiterado quienes me precedieron en el uso de la palabra, sin embargo hace 65 años de la capitulación del régimen nazi, es necesario recordar que el Holocausto no se dio en una zona donde la educación no existía. El Holocausto se dio en la zona más culta y educada de Europa. Entonces es nuestro compromiso agudizar nuestro ingenio, por que a pesar que lo sentimos como algo que nos brota: memoria, verdad, justicia y educación, tenemos que buscar otras formas para que la sociedad entienda, para que el mundo entienda que no puede dejarse llevar por este tipo de personas, personeros de la destrucción. Estamos acá en la AMIA, la víctima de uno de los atentados más horrendos que sufrió la República Argentina. Este fue precedido por el ataque a la Embajada de Israel, y el mundo volvió a hacer oídos sordos. No se dio cuenta en su momento que estos eran los dos primeros ataques del terrorismo internacional. Mas tarde, cuando pasó Atocha, cuando pasó Londres, cuando pasaron las Torres, ahí el mundo se dio cuenta cual era el verdadero enemigo. Entonces es necesario tomar conciencia de cuales el verdadero enemigo. Memoria, verdad, justicia, educación, pero hay que saber distinguir donde está el enemigo, porque como se dijo recién: el Holocausto no se inició en Auschwitz, y hoy vemos que el mundo se encuentra impasible ante aquellos que pregonan la destrucción del Estado de Israel, el mundo se encuentra impasible a que en manos de está gente se encuentren ahora armamentos nucleares. Más allá de los reclamos, más allá de los discursos el mundo debe tomar partido, después es tarde. Queridos sobrevivientes, ustedes son el ejemplo ara todas las generaciones futura. Su lucha inclaudicable hasta ahora no debe caer en saco roto. Ojala aprendamos, pero aprendamos bien y sepamos distinguir que debemos hacer. Somos memoriosos, buscamos la justicia, cultivamos la verdad, pero nos falta saber como combatir este flagelo que es el terrorismo”.
El acto, que fue conducido por Shaul Hochberger culminó con la entonación del Himno de los Parizanos.
|
|
|