Grandes historiadores afirman que, fueron tres quienes colocaron la base, el fundamento, de la vida cultural de la humanidad actual.
En otras palabras, quiere decir, que toda la civilización moderna, toda la cultura, se debe a tres pueblos que participaron en la construcción del mundo moderno de hoy.
Esos tres pueblos son: el griego, el romano y el judío.
El pueblo griego construyo la base de la Filosofía y el Arte. El pueblo romano coloco el fundamento para el Estado, la Ley y el Derecho. El pueblo judío dio a la humanidad la idea del Creer y de la Religión, de Ética y Moral.
Miles de anos ya han transcurrido desde aquel tiempo, y casi no ha quedado huella, ni de los antiguos griegos, ni de los antiguos romanos. En el transcurso del tiempo, las bases de su obra llegaron a tener un enorme desarrollo. La Ciencia, que tuvo su amamantamiento de los antiguos griegos, ocupa actualmente un lugar predominante en la humanidad. Sus alcances llegan hasta los cielos, con su magnitud, y hasta los abismos, con su profundidad. El Estado, el Gobierno y el Orden, que provienen de Roma, marcaron un adelanto colosal. El significado de Estado y Ley, creció hasta convertirse en un colosal aparato, que rige a toda la humanidad.
Si los filósofos griegos, los matemáticos y los genios del arte resucitaran ahora, apenas podrían reconocer las piedras de sus fundamentos, en las grandes obras de la ciencia actual. Pitágoras no entendería ni pizca de las actuales formulas matemáticas de Einstein o de Lawrence. Platón y Aristóteles se avergonzarían y se esconderían ante Kant, Hegel o Dewey. Los artistas griegos no tendrían ni idea de lo que significa futurismo, imperionismo o experionismo. Ha envejecido ahora la ciencia griega de antaño. No es ya más, moderna. Cientos de sus teorías y reglas, son hoy nulas: Su lugar ha sido ocupado por métodos nuevos, modernos, mejores y más cómodos. Otra cosa: La ciencia actual sabe que no ha llegado al final de los problemas científicos, y que no se encuentra ante la meta final del progreso científico. Llegaran aun, nuevos pensadores, quienes seguirán desarrollando y embelleciendo la estructura que se llama: Ciencia.
Lo mismo pasa con el segundo fundamento de cultura, con el romano. El concepto romano de Estado, se ha constituido en un colosal gigante, realmente difícil de reconocer. Nuevas constituciones nuevos códigos y nuevos libros jurídicos, se vuelven cada vez más voluminosos, más finos, de mayor contenido y más desarrollados. Un jurista romano se escondería de vergüenza y se consideraría a si mismo, como una mosca ante un elefante, si llegara a conocer la moderna jurisprudencia y la sociología moderna.
Un solo fundamento ha quedado, el cual el mundo actual moderno, no solo no desarrollo, sino que por el contrario: oprimió, enterró y descuido, Es el fundamento de los judios, dizque dieron a la humanidad. Dizque dieron, porque para dar, es preciso contar también con un recibidor: Los judíos, en efecto, dieron pero no fue tomado. En este terreno de fe y religión, de ética y moral, el mundo no solo no hizo ningún adelanto, ningún progreso, sino al contrario: Retrocedió a los tiempos primitivos, del hombre de las cavernas, de tinieblas y barbarie.
Cristianismo e Islam. Naturalmente que sus fundamentos son judíos. Pero falseados están para ellos, nuestros sagrados ideales.
Es notable, que entre mas adelanta el mundo en ciencia y sociología, mas bajo y profundo se hunde en ética y moral.
Todos deben reconocer, que de hecho es el fundamento judío, el más antiguo de los tres. Mucho antes de que el griego supiera tallar y filosofar, aun antes de Homero y Tales, en una época en que los hombres vivían como fieras, y se arrodillaban ante el sol y la luna, nosotros divulgamos la palabra Divina. Aun antes de que Roma naciera, nosotros poseíamos nuestra Torá y nuestros profetas. Roma nació- así cita la guemara- cuando Jerusalem fue arrasada. Bastante tiempo tuvo la humanidad, para aprender algo de nosotros. Pero desgraciadamente, todo nuestro esfuerzo fue y sigue siendo hasta hoy, en vano. Entre mas elevábamos nuestra luz espiritual, mas profundo y bajo se hundían los pueblos. Entre mas nos esforzábamos por enseñar al mundo el “Alef Bet” de la Divinidad y de lo elevado, mas aprovechaban nuestra enseñanza para el poder y la brutalidad. Con cruces y medias lunas en sus manos, que simbolizaban sus “toras”, las cuales tuvieron su origen de nosotros, derramaron sangre y truncaron millones de cabezas.
No solo no aprendieron de nosotros nada, los diferentes pueblos, sino que, con una ira tremenda se volvieron contra nosotros. Una ira contra nosotros arde en ellos. Nosotros, dicen ellos- somos un obstáculo para su modo de pensar, para su ideología y para sus convicciones.
No en vano, dice nuestra guemara, que la palabra Sinai significa “Sina”. El Monte Sinai origino un sina (odio) del mundo hacia el judío. Sobre el Monte Sinai se levanto un “tjum”, una frontera, entre el pensar judío y el pensar no judío: Un “tjum”, una frontera sobre la cual no es posible construir ningún puente.
“Lo yhiye leja elokim ajerim”. No adoraras a otros dioses. Estas son las primeras palabras que fueron pronunciadas sobre el Monte Sinai. Estas palabras tienen, además de su significado literal, también un significado más profundo, el cual la humanidad no pudo nunca digerir. “Ajerim” quiere decir: extraños, y significa también: otros: No tendrás otros dioses. Es decir, no tendrás cada vez otros: No cambiaras todos los días tus dioses. La humanidad de hoy, peca por el hecho de que constantemente cambia sus dioses. Aquí crea un nuevo dios: y aquí lo destruye. Aquí corona a un Hitler o a un Stalin, y lo venera como a un ídolo: se arrodilla ante el: el es el sol de la humanidad, y aquí vienen los mismos que crearon ese ídolo, y lo hacen pedazos, no con el objeto de poner fin al ídolo, sino para levantar un nuevo ídolo en su lugar. No hay límite de ídolos que la humanidad actual elige cada día, cada minuto y cada momento: porque así debe ser en efecto, ahí donde no hay Divinidad, debe de haber ídolos. Los ídolos conducen a desgracias, a esclavitud espiritual y física, a desmoralización y barbarie.
Por lo mismo, los pueblos de Europa están en constante guerra, no solo con el pueblo judío, sino principalmente con el espíritu judío, con el espíritu de Sinai. Un alemán, que sabía todos los secretos del régimen hitlerista, relata hoy abiertamente, en un libro, que Hitler con su camarilla se hallaban una vez sentados en una reunión, y la orden del día era: La Torá judía. Hitler echaba chispas contra los Diez Mandamientos del Monte Sinai. Declaro que su principal lucha no es otra que una lucha contra los mandamientos de Sinai. Todos los miembros de la reunión, rechinaban los dientes de ira, contra las tablas de Moshe Rabeinu.
Un judío que vivió en el ghetto, jamás olvidara la impresión que tuvo mientras solía ver, casi a cada hombre de la gestapo, caminar por la calle con un gran perro, al que no llamaba de otro modo, sino Moses. Con ese perro, este alemán se proponía luchar contra el espíritu judío y contra Moshe Rabeinu. Cuan bajo cayo la humanidad.
Pero esa lucha ha existido desde siempre. Ciertos pueblos del mundo, quisieron arrebatarnos las tablas con el espíritu del Sinai, por diversos medios. Trataron científicamente, de debilitar las voces del Sinai. Los Deliches y los Welhaussens con su crítica de la Biblia, retaron a nuestro espíritu de Sinai: se burlaron de la moral judía: es una moral de esclavitud, afirmaron los científicos. Venenosamente se expresaron los Schopenhaures y los Nietsches y predicaron la idea del instinto. Se abalanzaron contra el Monte Sinai en nombre del teutonismo y del poder-hombre. “Sinai: misham yarda sina laolam”. De ahí proviene el odio de algunos pueblos del mundo, hacia el judío.
Un año antes de que Moshe Rabeinu estuviera con los judíos junto al Monte Sinai, el vio en el mismo lugar una extraña aparición. Vio un “Sne”, un pino, envuelto en llamas, sin llegar a quemarse. Se asombro y pregunto: “Madua lo ivar hasne” “por que el Sne no quema” D-s le contesto, que lo sagrado no puede quemarse. “Sne” significa también Sinai. El espíritu de Sinai arde. Diversos pueblos del mundo, tratan por todos los medios de quemar y de socavar el fundamento de la moral de Sinai. Cada cual a su manera. Psicólogos, sociólogos y criminólogos, quieren despojar al hombre de la ética de la Torá. El fin principal de ellos, es quitar al hombre la responsabilidad del bien y del mal. Pero de nada servirá. Lo sagrado no se puede destruir. Lo sagrado es eterno: Eterna es la Torá judía y eterno es el pueblo judío.
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