Las grasas saturadas se encuentran principalmente en la carne y los lácteos, y tienen una muy mala reputación. Pero un nuevo análisis de estudios publicados demuestra que no existe una clara relación entre la ingesta de grasas saturadas y el riesgo de desarrollar cardiopatías.
La investigación demostró que las grasas saturadas pueden aumentar los niveles de colesterol “malo” (LDL), y dicho aumento constituye un factor de riesgo para las enfermedades cardíacas y para el derrame cerebral. Debido a ello, los expertos generalmente aconsejan a la gente que limiten su ingesta de carne con grasa, manteca y lácteos no descremados.
La Sociedad de Cardiología Americana (SCA) sugiere que los adultos no tomen más del 7% de grasas en sus calorías diarias; para alguien que come 2.000 calorías diarias eso se traduce en menos de 16 gramos de grasas saturadas diarias.
Pero en el nuevo análisis, que combina los resultados de 21 estudios previos, los investigadores no hallaron una clara evidencia de que la ingesta de una mayor cantidad de grasas saturadas conduzca a una elevación del riesgo de cardiopatías o derrames cerebrales.
Los hallazgos, publicados en el American Journal of Clinical Nutrition, pueden sonar como buenas noticias para los amantes de un buen bife, pero un ex presidente de la SCA pidió tomar con cautela los resultados.
“Nadie dice que una grasa saturada pueda ocasionarle un daño…la gente debaría disfrutar su comida”, dice el Dr. Robert H. Eckel, profesor de medicina de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado, en Denver.
Pero él destaca que muchos estudios han probado que la alimentación con grasas saturadas pueden hacer que aumente el colesterol en las personas, y el nuevo análisis no va a cambiar las recomendaciones de mantener controlada la ingesta de grasas saturadas.
Según el Dr. Eckel, lo más importante es que la concepción de una dieta y de la salud cardíaca se está desplazando desde la focalización en un único nutriente hacia “patrones de alimentación”. En la así llamada dieta Occidental, vinculada en muchos estudios a un incremento de los riesgos cardíacos, el patrón alimentario es alto en carnes rojas y procesadas y en grasas saturadas- pero también incluye muchos dulces y otros carbohidratos refinados como el pan blanco.
En el otro extremo, la dieta Mediterránea o “prudente” –por lo general abundante en frutas y vegetales, granos enteros, pescados y aceites vegetales con grasas no saturadas- puede ayudar a bajar el riesgo de cardiopatías y derrames cerebrales.
Este, según el Dr. Eckel, es el patrón de comidas que la gente debería elegir.
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