Los llaman “La gente del Kotel”. Son hombres y mujeres que visitan este sagrado remanente de lo que fue el Beit Hamikdash, con lluvia o con sol, en Shabat o en el resto de la semana, en tiempos tranquilos o turbulentos. Ellos sienten un profundo e inmutable vínculo con cada una de esas piedras regadas de lágrimas cuando ofrecen sus fervientes tefilot al Ribonó shel Olam, anticipando el día en que la gloria habrá de reemplazar los rastros de la destrucción y el dolor.
No importa qué día ni a qué hora, el Kotel es visitado por judíos que vienen al sitio al cual la Shejiná nunca abandona para brindar palabras cálidas de agradecimiento, pedidos que vienen del corazón o angustiados llantos de dolor. Ellos piden a Hashem que ponga fin a nuestros pesares, tanto personales como colectivos.
¿Quién más que ellos, que asisten diariamente para pedirle a Hashem que apresure la gueulá y que se reconstruya el Beit Hamikdash pueden sentir el dolor de la Shejiná en este lugar, su Santuario?
“Recuerda, Hashem, lo que nos sucedió…Tú nos has demostrado tu extrema ira. Acércanos de nuevo hacia Ti, Hashem, y nos arrepentiremos. ¡Renueva nuestras vidas como antaño!”.
El rabino Shmuel Rabinowitz, Rabino del Kotel, describe las tefilot ofrecidas por la Gente del Kotel, para los cuales este lugar es parte cotidiana de sus vidas.
“Algunas personas solían venir aquí por las noches para rezar Tikun Jatzot. Sus llantos y exclamaciones se elevaban en el aire. Se podían escuchar desde muy lejos y uno podía sentir cómo sus corazones se quebraban por el dolor del galut. Uno podía decir que esos judíos se identificaban sinceramente con la pena de la Shejiná.”
Actualmente, los judíos que vienen por Nishmat, que se reza dos veces al día –a medianoche y a las 12.30 del día- continúan con Tikun Jatzot, rezándolo en forma individual. Luego prosiguen con la lectura de los capítulos 121 a 130 de Tehilim.
“Los mekubalim se sientan en el suelo y lamentan el exilio”, explica el Rabino Rabinowitz. “Lo que es extraordinario es que nadie reza por sus propios problemas personales. El foco está puesto en el klal –el jurban, el galut y otras lamentaciones diversas que experimentamos en conjunto en nuestros días”.
¿Qué es preferible cuando se viene al Kotel, rezar o tal vez aprender?
La respuesta, según el rabino David Zicherman, es: ambas cosas. El es quien dirige la lectura nocturna de Jatzot Shiur. El considera que el mismo es un rayo de luz en el difícil período del jurban, la destrucción del Beit HaMikdash.
“Cuando Rabban Yojanán ben Zakai fue a ver al emperador romano que había impuesto el sitio a Jerusalem, lo primero que dijo fue ‘Dadme a Yavne y a sus Sabios’. Su razonamiento fue que si la ciudad iba a ser destruida junto con el Beit HaMikdash, al menos los Sabios de Yavne, que contiene a toda la Torá, debían ser salvados. Hoy, miles de años más tarde, cuando aprendemos cerca del Kotel en Jatzot y luego rezamos pidiendo la gueulá, esto le demuestra a HaKadosh Baruj Hú que más que nada nosotros estamos ansiosos por que El nos redima”.
“Aprender Torá en el Kotel es una poderosa expresión de nuestro inseparable vínculo con HaKadosh Baruj Hu, y con el grandioso kidush Shem Shamayim”, dice Rav Zicherman.
Tragos calientes para el Alma
En el Kotel se puede encontrar una gran abundancia de alimento espiritual para el alma, pero el rabino David Weissenstern y su esposa han asumido además el compromiso de ofrecer algún tipo de alimento físico, dándose cuenta de que un trago caliente puede ser de mucha utilidad para alentar a los mitpalelim después del Tikún Jatzot y del minián netz Shajarit. A las 4 de la madrugada, todos los días, el Rab Dvid y su esposa preparan tazas humeantes de café, té o chocolate para los que van al Kotel- todo sin costo alguno.
A Rab David le cuesta mucho describir la atmósfera que reina en el Kotel en esos momentos del día. “Usted debería venir a experimentarlo de manera directa. De otra forma, resulta imposible de comprender”.
Rab David está muy feliz de poder servir a los mitpalelim, que vienen de todos lados. “Hay quienes vienen directamente del Aeropuerto Ben Gurión al Kotel. Ellos me dicen, nosotros estábamos esperando por esta taza de café todo el viaje desde Nueva York. Algunos de ellos son personas muy ricas que no necesitan nada, pero cuando vienen a las cuatro de la madrugada, todo está cerrado en su hotel. Ellos vienen al Kotel y se sienten revivir. Yo nunca pregunto nada. Todo aquel que viene es bienvenido”.
Los Weissensterns sirven bebidas calientes a los mitpalelim hasta las 8 de la mañana. Entre sus “clientes” hay niños cuyos maestros decidieron entrenarlos mediante un viaje matinal temprano al Kotel. “Nosotros recibimos gente de todo tipo, jasidim de Kiriat Sanz en Natanya, colonos de Judea y Samaria…”.
¿Qué hace que una pareja normal de Jerusalem tome sobre sus espaldas semejante emprendimiento? “Hace 30 años, un yid llamado Rab Moshe Iosef Hass solía distribuir bebidas calientes en el Kotel. Un año el decidió viajar a Antwerp para Pesaj, para visitar a su hijo, y me pidió que lo reemplace por esas dos semanas. Desgraciadamente, mientras estaba en Bélgica, Rab Hess cayó enfermo, y el trabajo me quedó a mi.
“Nosotros empezamos con tres litros de leche, que luego se convirtieron en cinco. Cuando llegaron a los 10 litros, yo recuerdo haberme sorprendido, y pensé ¡esto es realmente un gran negocio! Actualmente nosotros usamos 30 litros de leche por día, y los Viernes por la mañana, como viene mucha más gente, llegamos a los 50 litros.”
El Rab David también lleva en su auto a algunos mitpalelim que quieren rezar en el Kotel.
¡Ojalá que pronto seamos merecedores de teshuat olamim, cuando el Beit HaMikdash sea reconstruido en toda su gloria, con la llegada del Mashiaj Tzidkeinu be’meherá beiamienu, ¡amén!
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