En la plaza Embajada del Estado de Israel, en la intersección de las calles Arroyo y Suipacha se efectuó el acto conmemorativo central del 18º aniversario del atentado a la Embajada de Israel, que causó 29 víctimas fatales de las cuales sólo 22 han sido identificadas, cerca de 300 heridos, la destrucción de la sede diplomática y de varios edificios vecinos.
A la misma hora que hace 18 años se produjera el atentado, se inició el acto este 17 de marzo, con el penetrante sonido de una sirena, para luego leerse la nómina de las víctimas identificadas, rendirse un minuto de silencio en su homenaje y colocarse varias ofrendas florales junto a la pared medianera, único resto del edificio que está en pie y en el cual se distinguen ciertos detalles de lo que era el interior de la Embajada.
Mientras una respetable cantidad de público rodeaba la plaza, en su interior se encontraban familiares de las víctimas fatales, sobrevivientes del atentado, rodeados de amigos y de dirigentes de gran cantidad de instituciones comunitarias, miembros del cuerpo diplomático acreditado en el país, legisladores nacionales y de la ciudad de Buenos Aires. Por su parte en el escenario se ubicaron el ministro de Relaciones y Exteriores, Culto y Comercio Exterior de la Argentina, Jorge Taiana; el Secretario General del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Marcos Peña; el ministro de Seguridad Interior del Estado de Israel, Yitzhak Aharonovitch; el embajador israelí acreditado en el país, Daniel Gazit; los presidentes de las instancias centrales comunitarias: Guillermo Borger; Aldo Donzis y Carlos Frauman.
En nombre de los familiares de las víctimas y los sobrevivientes hicieron uso de la palabra Mauricio Klein y Maximiliano Lanzzieri, hijo de dos sobreviviente el primero y de una de las víctimas el segundo, quienes brindaron su testimonio como lo ocurrido el fatídico 17 de marzo de 1992 los afectó a ellos y a sus familias. Posteriormente lo hicieron el Canciller argentino, el ministro israelí y el Embajador del Estado de Israel en Argentina y el acto finalizó con la entonación de “Honrar la vida” por los coros de la escuela Martín Buber y de la Universidad del Salvador.
El ministro Taiana, en representación del Poder Ejecutivo Nacional, al igual que en años anteriores lo hicieran quienes ocuparon ese lugar, expresó “En nombre del Gobierno reitero nuestro sentimiento de solidaridad y nuestro compromiso con la causa, en contra la impunidad”, agregando casi de inmediato “Nunca es tarde para encontrar a los culpables y colaboradores de los crímenes de 1992 y 1994, y para que sean juzgados como corresponde”, pasando a referirse a la reunión convocada por Interpol, que reunió a representantes argentino con iraníes en la que no se logró ningún acuerdo por la “intransigencia” iraní, según destacó.
Por su parte Yitzhak Aharonovitch se refirió a los efectos del terrorismo y a la manera que actúan para cometer sus actos de terror, en base a su experiencia personal, pues antes de dedicarse a la política y ser electo para un escaño en la Kneset fue un alto jefe de la policía israelí, por lo que afirmó “Con el terrorismo no se puede acordar, el mundo civilizado debe entrelazarse en una lucha compartida contra el terrorismo”. Después de decir que en las conversaciones que mantuvo con funcionarios del gobierno argentina esta convencido que estos consideran que se debe luchar contra el terrorismo sin condicionamientos, aseguró “Nunca más seremos víctimas carentes de salvación, nunca más habrá judíos expuestos a merced de un mundo hostil”
Por su parte el embajador Daniel Gazit, en una muy corta y sentida alocución, se refirió específicamente a las víctimas fatales y sus familiares, afirmando – entre otros conceptos – “Hoy, 17 de marzo, no sólo recordamos las víctimas mortales, compartimos también el dolor, ese dolor que sentimos pese al tiempo transcurrido. La vida debe continuar, no hay otra manera, vivimos con su memoria, tenemos que mantener viva su memoria. Vivimos por que la vida es sagrada y exigimos que se respete este derecho a todos, el derecho a la vida. Repudiamos a todos los que santifican la muerte, que invocan a un falso d’s para justificar la muerte, el asesinato, el suicidio. No hay D’s semejante, a diferencia de quienes trasmiten esos mensajes, nosotros creemos que D’s es vida, que D’s es amor, cualquiera sea su denominación o nombre o religión a la cual se invoque. Por nosotros, por ellos que ya no están con nosotros, en nombre de ellos para que preservemos su memoria, continuamos viviendo y luchando por un mundo mejor, sin odios, con amor, un mundo de paz”.
Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido, durante el que escuchamos innumerables discursos en los que se expresaba tanto el repudio, la necesidad de juzgar y condenar a los culpables, adhiriendo al reclamo de justicia de los familiares de las víctimas y de los sobrevivientes, La Tribuna Judía destaca, en este comentario, la importancia de los testimonios de Klein y de Lanzzieri, pues considera que ellos representan a la “masa silenciosa” que está cansada de tantos discursos, que nada han logrado. Por razones de espacio transcribimos un párrafo de lo dicho por Mauricio Klein, pronunciado al final de sus palabras: “Lamentablemente en el día de hoy no sólo se conmemora, con angustia, el ataque terrorista contra la embajada de Israel y todo el pueblo argentino; también desde hace 18 años se manifiesta el aniversario de otro evento, el de la revalidación de la impunidad y el desinterés oficial por esclarecer los hechos y castigar a los culpables. Aprovecho la oportunidad que tengo de expresarme desde aquí para invitarlos a todos a acompañarme en un ejercicio reflexivo: Qué queda para el hombre una vez que ha sobrellevado este pesar y abandonado los sentimientos de confusión, angustia, desamparo e impotencia. En la búsqueda de una respuesta lo que encontré es ‘la esperanza’. La esperanza de creer que será justicia por la dignidad y la memoria bendita de quienes ya no están con nosotros personalmente. Reclamar para lograr justicia es la materialización de esta esperanza. En estos momentos de evocación, de dolorosos recuerdos, donde cualquier expresión oficial suena a hueca y caiga al vacío, testifico que estas palabras son una vivencia personal (…) en un contexto donde las promesas sobre la voluntad por esclarecer estos actos de terrorismo y procurar juicio y castigo a los culpables ha fallado me impulsan a mantener la memoria colectiva viva, velando por el recuerdo, porque será este recuerdo el que mantendrá vivo el reclamo de justicia, y es el ejercicio de la justicia el que rubrica la memoria y obliga a las personas a que hechos como estos no se repitan nunca más, de modo tal que nuestros hijos puedan conocer la verdadera cara del valor humano”.
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