Nuestra generación fue bendecida con un sistema educacional de Torá muy amplio que es utilizado por una multitud de niños judíos. Sin embargo, su éxito tuvo que enfrentar varios desafíos. Los niños a menudo se sienten forzados a entrar en un sistema que, por una diversidad de razones, no se compadece con sus necesidades individuales. Ellos pasan los años en una interminable rutina de frustraciones. Muchos se desilusionan y, como resultado, se alejan. ¿Qué se puede hacer, tanto con los educadores como con los padres para impedir esta creciente desconexión? (Devarim 6:7)
Afortunadamente, el mandato de Shlomo Hamelej “janoj l’naar” contiene estrategias que ayudan a conducir y a mejorar la situación:
-Educar de acuerdo a sus habilidades-
Como sabemos, cada niño posee una mezcla de distintos estilos de enseñanza, habilidades e intereses. Es necesario que los educadores guien a sus estudiantes de acuerdo a la forma que le dictan sus inclinaciones y habilidades (Mishlei 22:6)
Esto nos exige considerar diferentes formas de instrucción para incorporar a todos los estudiantes y acentuar las diversas fortalezas del estudiante. También significa que nosotros debemos ser flexibles a veces con nuestras exigencias curriculares y áreas de interés, enfatizando los componentes afectivos de la educación de modo de asegurar un sentido de amplia y persistente conexión. “Nosotros debemos formar y educar a la persona en el sentido de un desarrollo (del espíritu de Hashem), revelándolo, haciéndolo florecer, de manera tal que se convierta en un judío de fe que esté al servicio de D”s. La conexión de la persona nacerá, de este modo, de su libre voluntad”(Rebe de Piaseczno). Los padres pueden aydar a facilitar este proceso a través de apoyar a sus hijos en sus necesidades específicas. Nuestro objetivo debe ser capturar la esencia del niño tanto como su intelecto.
-Y de acuerdo a su temperamento- Nosotros debemos estar deseosos de trabajar con todos nuestros niños y ser extremadamente pacientes con ellos, incluso cuando enfrentan desafíos. Y me refiero a verdaderos desafíos. No existe algo parecido a un niño íntimamente malo, jas ve shalom. Resulta útil recordar que cada una de las cualidades que demuestra tener un niño, incluso aquellas que parecer ser negativas desde el exterior, pueden ser positivamente encauzadas hacia importantes valores de vida. De este modo, muchos de nuestros mejores y más destacados estudiantes han sido dejados de lado a causa de su incapacidad para adaptarse a los sistemas establecidos en la religión, en la educación y en la sociedad que hemos creado, sintiéndose un motivo de las frustraciones y el displacer de sus padres y educadores.
-Educa al niño en su integridad- En su famosa pontificación referida a las necesidades humanas (Publicada en 1943, en un artículo titulado Una teoría sobre la Motivación Humana), Abraham Maslow mostró cómo nuestras necesidades de seguridad personal, amor, estima y aprobación vienen inmediatamente después de nuestras necesidades fisiológicas más elementales. Cada niño necesita sentir su pertenencia y que alguien lo cuida. De otro modo buscará satisfacer esas nececidades en cualquier otro lugar, a menudo en ambientes que son lesivos para su bienestar físico, emocional y espiritual.
-Educa pensando en el futuro- Debemos asegurar que nuestros niños no estén abrumados por las experiencias y los desafíos de la vida. Cuando nuestros estudiantes dejan los muros internos de la Yeshivá, invariablamente se enfrentarán a difíciles pruebas que nunca antes habían experimentado las generaciones precedentes (Rav Shamshon R. Hirsch). Nosotros, simplemente no podemos proteger a nuestros niños contra todas esas tentaciones. En su lugar nosotros debemos transmitirles el amor por el Yiddishkeit, para que tenga una magnitud tan grande como para proporcionarles la fortaleza que necesitan para resistir, y en último caso rechazar esas fuerzas exteriorres. Permítanle que formulen preguntas difíciles; los niños deben ver que la Torá puede y debe responder a todas las cuestiones.
Debe ser nuestra misión, particularmente en este período de Janucá, estar seguros de que cada uno de nuestros niños está recibiendo un jinuj de Torá, tanto en la ieshivá como en su casa, y que sea al pi darkó, según su modo. Al hacerlo, eso esperamos, podremos verlos desarrollar un profundo y duradero sentido de conexión con todo aquellos que tanto valoramos –gam ki iazkin lo iasur mimenu.
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