La Voz Judía


La Voz Judía
El servicio del kohen gadol en iom kipur (la "Avodá")
Por Rabino Daniel Oppenheimer

En la época en que los judíos poseíamos un Santuario con todos los complementos y los Kohanim (Sacerdotes) llevaban a cabo los ritos como los ordena la Torá, el día de Iom Kipur cobraba un aire especial con gran interés, dado que el servicio majestuoso del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) permitía observar mediante señales Di-vinas evidentes que las faltas del pueblo de Israel habían sido expiadas.

Dado que hoy no podemos llevar a la práctica esta ceremonia por carecer del Bet HaMikdash, rememoramos en la Tefilá de Musaf todo el procedimiento de la Avodá del día recitando los diferentes pasos que constituían esta tan magna ceremonia. En este escrito, intentaré resumir este tramo importante de la Tefilá de Iom Kipur.

Comienza el relato describiendo a grandes rasgos la historia moral desde la creación del mundo y cómo se llega a este Servicio en el que el hombre más sagrado sirve al Creador en el lugar más sagrado en el más sagrado de los días del año.

Continúa con los preparativos que se debían realizar los días anteriores a Iom Kipur. Dado que, desafortunadamente, solía suceder que la elección del Kohen Gadol en las postrimerías antes de la destrucción no se hacía por la idoneidad de la persona que se designaba y por su mérito moral sino por razones políticas, era muy factible que el Kohen Gadol fuera ignorante en los procedimientos que debía cumplir. Aun si efectivamente fuera estudioso y sabio, los detalles de la función de este día sagrado eran numerosos, y, ya que se realizaba una sola vez por año, podría suceder que el Kohen Gadol se equivocara en algún punto que invalidara todo el servicio irreversiblemente. Esto se tornaba aun más difícil, pues en ciertos tramos de la Avodá, el Kohen Gadol debía realizar por sí solo ciertas tareas que habitualmente se hacen de a dos, debía ingresar solo al Kodesh HaKodashim (sin asesores) – y por sobre todo ¡en ayunas por Iom Ki la Avodá, el Kohen Gadol debía realizar por sí solo ciertas tareas que habitualmente se hacen de a dos, debía ingresar solo al Kodesh HaKodashim (sin asesores) – y por sobre todo ¡en ayunas por Iom Kipur y después de quedarse despierto toda la noche!
Además, varias de las tareas, aun si fueran cotidianas, se podían llevar a cabo por cualquier Kohen en los demás días del año, razón por lo cual el Kohen Gadol tal vez no estuviera tan familiarizado con ellas.

Durante los siete días anteriores a Iom Kipur el Kohen Gadol debía purificarse para estar apto para aquel día. Durante la noche de Iom Kipur el Kohen Gadol debía permanecer despierto estudiando Torá. Cuando comenzaba a amanecer, el Kohen Gadol daba inicio a su Servicio. Si bien, durante el año vestía sus ocho vestimentas especiales descriptas en la Torá, en este día debía cambiarse cada vez que entraba al Kodesh HaKodashim y colocarse cuatro prendas simples y blancas de lino. El motivo de este cambio de vestimenta, es que los ropajes especiales del año del Kohen Gadol contenían fibras de oro. El oro evoca el grave pecado colectivo del pueblo de Israel del becerro de oro que sucedió inmediatamente luego de recibir los diez mandamientos en el Monte Sinaí. Cada una de las cinco veces que el Kohen Gadol se mudaba de una indumentaria a otra, debía previamente sumergirse en la Tevilá (Mikvé) especialmente preparada en el patio del Bet HaMikdash. Antes y después de cada inmersión, debía “santificar sus manos y pies” con las aguas del Ki’or, una fuente sacra ubicada en aquel mismo patio.

El Kohen Gadol comenzaba con las tareas cotidianas del Bet HaMikdash: el Korbán diario de la mañana, el incienso, la limpieza de la Menorá (candelabro) y la ofrenda de minjá y vino.

Después de mudarse de ropa, el Kohen Gadol hacía su primer confesión (a título personal) apoyando sus manos sobre la cabeza de un toro que él traía de su patrimonio personal para ser ofrendado como parte del rito de Iom Kipur. En la confesión que decía en voz alta (al igual que en las siguientes), el Kohen Gadol mencionaba tres veces el nombre de D”s. Si bien nosotros también invocamos a D”s en nuestros rezos, el Kohen Gadol aludía al Shem HaMeforash, el nombre “obviado” en el uso ritual diario. Es el modo en que está escrito en la Torá, pero que nos está vedado pronunciar. Cada vez que el Kohen Gadol pronunciaba este nombre, todos los presentes en la Azará (explanada) - Kohanim y legos – se arrodillaban y caían sobre sus rostros, enunciando al unísono las palabras “Baruj Shem Kevod Maljutó Le’Olam Vaed” (que figuran en los Sidurim después del versículo del Shmá).

Por esa razón, al rememorar hoy este servicio, también nosotros imitamos aquel gesto (de arrodillarnos), a pesar que no pronunciamos el Shem HaMeforash. El movimiento de arrodillarse es también un modo de anularse ante el Todopoderoso.

Luego, el Kohen Gadol se dirigía a un sitio en el que lo esperaban con dos chivos idénticos en tamaño, altura y precio de compra. Sobre ellos, el Kohen Gadol debía hacer un sorteo, pues uno de ambos sería ofrendado en el Bet HaMikdash, mientras que el segundo habría arrojado en el desierto. En este sorteo, el Kohen Gadol también mencionaba el Shem HaMeforash, que acabamos de referir. El sorteo de los dos chivos idénticos que tienen un resultado totalmente opuesto, subraya la noción que todos los humanos tenemos la opción de ser los más santos... y – D”s libre – los peores.

El segundo chivo (conocido como “chivo emisario” o “chivo expiatorio”) llevaba una lana roja sobre sus cuernos que milagrosamente se tornaría blanca una vez que el rito terminara y los pecados de Israel hubiesen sido expiados.

El Kohen Gadol volvía a su toro y confesaba nuevamente – esta vez en nombre de todos los Kohanim y sacrificaba el toro.

De inmediato, el Kohen Gadol debía preparar el incienso que sería quemado por él sobre brasas dentro del ámbito sagradísimo Kodesh HaKodashim. Una vez que el humo del incienso llenaba el recinto del Kodesh HaKodashim, el Kohen Gadol sacrificaba el primer chivo y llevaba consecutivamente la sangre del toro y la del chivo para salpicarla dentro del Kodesh HaKodashim frente al Arca donde estaban las Tablas de la Ley (del Monte Sinaí), delante del Parojet (cortina que divide en medio del Santuario entrando al Kodesh HaKodashim) y en el “pequeño” altar de incienso.

Cuando salpica la sangre dentro del Kodesh HaKodashim, debía hacerlo una vez con la palma de la mano hacia arriba, y luego siete veces con la mano invertida. Para no equivocarse en la cuenta, computaba en voz alta: “Una, una y una, una y dos, una y tres...”

Dado que en aquella época existía la secta de los saduceos quienes desafiaban la autoridad de los Jajamim e intentaban interpretar la Torá antojadizamente, los Jajamim (Sabios) hacían jurar al Kohen Gadol que no modificaría absolutamente nada en el rito que realizaría al quedar sólo dentro del Kodesh HaKodashim.

Era el momento de la tercer confesión, la que el Kohen Gadol recitaba en nombre de todo el pueblo de Israel, apoyando sus manos sobre la cabeza del “chivo expiatorio”. Un hombre designado desde antes, era el encargado de acompañar a este chivo al desierto aquel mismo día.
La salida del Kohen Gadol del Bet HaMikdash tenía un aire gloriosa y radiante, habiendo expiado los pecados de Israel. Por lo tanto, al final de esta recitación, comentamos: “¡Verdad! Qué hermoso era poder observar al Kohen Gadol al salir del Kodesh HaKodashim”. Y luego de esta rememoración decimos con angustia por haber perdido, si bien transitoriamente, la oportunidad de llevar a cabo esta ceremonia: “Ashré Ayin ra’atá kol ele...” (Bienaventurado el ojo que ha visto todo esto...)

Estamos tan remotos de aquella ceremonia. No podemos siquiera comprender lo que carecemos. Sin embargo, los Sabios de esos tiempos, que sí habían presenciado y conocido Bet HaMikdash, comentaron que “quien no ha observado el Bet HaMikdash, jamás ha visto una edificación hermosa en su vida”.

Recemos para que volvamos a ser merecedores de tan digna nobleza.

 

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