El Presidente Obama de los EE.UU. ahora ha empezado a darle instrucciones a Israel ¡en relación a Jerusalem!
Nosotros ya teníamos conocimiento de que la administración de Obama estaba exigiendo un completo congelamiento de las construcciones en los asentamientos. Sin embargo ellos le habían informado a Israel que también consideraban a Jerusalem oriental como a otro puesto más de avanzada ilegal, en relación con sus demandas de congelar la construcción en los asentamientos.
Recientemente, el Embajador de Israel en los EE.UU., Sr. Mijael Oren, fue informado por el Departamento de Estado que Israel no debía seguir adelante con el proyecto desarrollado por el filántropo norteamericano, Dr. Irving Moskowitz, quien compró el Hotel Shepherd en el barrio de Sheij Jarrah, en Jerusalem. El hotel está cerca de las oficinas del gobierno en Jerusalem oriental y no muy lejos de algunas comunidades jaredís.
El Primer Ministro Netanyahu respondió diciendo que la soberanía de Israel sobre Jerusalem no era materia de discusión. El dijo que nosotros no podemos aceptar el hecho de que a los judíos se les niegue el derecho a vivir y a comprar su vivienda en cualquier lugar de Jerusalem. Y también agregó que la soberanía israelí sobre toda la ciudad por entero era indiscutible.
El Presidente Obama debería estar al tanto de la importancia que tiene Jerusalem para el pueblo judío. Jerusalem es el alma de nuestro pueblo. Y del mismo modo en que resulta imposible desprendernos de un trozo de nuestra alma, tampoco podemos aceptar que se fragmente Jerusalem.
El alma es la vida. Amputar una parte de la misma es poner en peligro la vida misma.
Las últimas declaraciones, tanto directas como indirectas de parte de la Casa Blanca, exigiendo poner fin a las construcciones en algunas zonas del estado judío –aún cuando estuvieran destinadas a dar comodidades al crecimiento natural –son extremadamente difíciles de aceptar.
La Declaración Balfour reconoció el derecho del pueblo judío a tener su hogar nacional en Eretz Israel. Los árabes ya tienen numerosos países, algunos de los cuales son muy grandes. A{un cuando sus habitantes se cuentan por millones, ellos tienen mucho más territorio del que necesitan para su pueblo.
El Presidente Obama está dando instrucciones que afectan al Estado Judío.
En ningún otro lugar del mundo pasó que se espere quienes resultaron victoriosos en una guerra iniciada por la otra parte renunciaran al territorio por el cual tan duramente debieron pelear; especialmente cuando ya han pasado muchos años –incluso décadas- desde que esas guerras tuvieron lugar.
Esto debería ser más que pertinente cuando se refiere a la tierra de Israel, que fue prometida al pueblo Judío en nuestra sagrada Biblia.
Los palestinos que perdieron las guerras ahora exigen que se les devuelva la tierra, aún cuando ellos ni siquiera tienen la voluntad de firmar un acuerdo de paz con Israel, y cuando ni siquiera renunciaron aún al párrafo de su carta de constitución en el cual llaman a la destrucción del pueblo judío en el Estado Judío.
Entregar una parte de Jerusalem a los palestinos provocará un grave peligro para toda Jerusalem.
Nosotros hemos sido testigos de lo que pasó luego de que Israel se retiró de la Franja de Gaza.
Ese hecho hizo que aumentara enormemente el peligro de vida de los habitantes de las zonas aledañas de Israel. Hamas y otros grupos terroristas de la Franja de Gaza los bombardeaban constantemente con cohetes, forzando a Israel a iniciar su Operativo Plomo Fundido.
Nosotros ansiamos la paz, pero sólo si va acompañada de la seguridad. No puede existir ninguna paz que no incluya la seguridad.
Del mismo modo en que nosotros estamos en contra de devolver cualquier parte de la Tierra Santa, también estamos especialmente en contra de la partición de cualquier parte de la Ciudad Santa de Jerusalem, la cual es la capital histórica del pueblo judío. ¿Aceptarían acaso los católicos ceder parte del Vaticano? ¿O los musulmanes la Meca?
Nosotros no entregaremos nuestra alma, nuestra soberanía sobre Jerusalem. Hacerlo significaría renunciar a una parte íntima de nuestro ser, de nuestra existencia y de nuestra escencia.
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