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Los judíos están en Méjico desde 1521, cuando muchos conversos acompañaron a Hernán Cortés en su conquista de los aztecas. Y según datos del último censo nacional, en la actualidad se han reportado como judíos 45.000 habitantes del país.
Lo que no resulta claro de modo directo es cuántos de esos 45.000 son halájicamente judíos, cuántos llegaron a Méjico desde otros países, y cuántos de quienes declaran su herencia judía son descendientes de esos Anusim. Pero lo que sabemos a partir de estudios de ADN es que muchos latinos en Méjico y otros países sudamericanos son descendientes de judíos.
El Prof. Michael Hammer, un investigador y especialista en genética de la Universidad de Arizona, dice que menos del 1% de todos los hombres no-judíos portan el “marcador Cohanim”, un marcador genético específico masculino también conocido como “cromosoma-Y Aharon”. Pero un test randomizado tomado a 78 hombres latinos en Nueva Méjico, reveló que 30 de ellos portaban el “marcador Cohanim”, y el test de ADN de la población hispana también encontró que entre el 10 y el 15% de los hombres que viven en Nueva Méjico, al sur de Texas, y en el norte de Méjico también tenían el cromosoma-Y, cuyo antecedente se remontaría al Medio Oriente.
Aunque los Anusim llevaron adelante sus prácticas religiosas lo mejor que pudieron por muchas generaciones –comiendo tortillas sin levadura en Pesaj y ayunando lo más seguido posible y el mayor tiempo posible- su conocimiento del Judaísmo y del Hebreo, naturalmente disminuyó. Luego de siglos de casamientos interreligiosos y de vivir en un país que todavía sigue estando bajo el dominio de la religión católica (el 76% de la población en Méjico es católica), la mayoría de los criptojudíos (término usado actualmente para quienes dicen ser descendientes de judíos y que mantuvieron algunas prácticas de Judaísmo) tienen poco que ver con sus ancestros judíos independientemente de sus marcadores genéticos. Sin embargo, muchos de ellos han comenzado a pensar en sus raíces judías y algunos han hecho su gerut (conversión al judaísmo). No obstante, luego de siglos de ocultar su judaísmo en silencio, por temor, muchos criptojudíos siguen siendo renuentes a hablar del tema –incluso a historiadores o rabinos.
El mundo recién ahora está enterándose de cuán extendidas fueron las conversiones forzadas durante la Inquisición. Un estudio realizado recientemente sobre ADN mostró que el 20% de los hombres que viven en la muy católica Península Ibérica (España y Portugal) tienen ancestros judíos sefaradíes. Estos resultados sugieren que el número de judíos que no quiso o no pudo exiliarse, y que en su lugar realizaron conversiones forzadas al catolicismo, es más alto de lo que se estimaba hasta ahora. De acuerdo a estos nuevos datos, parece ser que muchos de los descendientes de Anusim siguió viviendo en las tierras en que sufrieron de persecuciones.
Y como los criptojudíos de Méjico, muchos criptojudíos de España y de Italia todavía practican secretamente el judaísmo en sus propias versiones. Su mantenimiento de antiguas costumbres sólo demuestra la determinación de estos criptojudíos –y de sus ancestros, que secretamente transmitieron lo que conocían de Judaísmo- de evitar la asimilación absoluta.
Aunque los criptojudíos de la actualidad en España, Méjico y otras tierras no son halájicamente judíos luego de haber sido separados del pueblo judío durante tantas generaciones, el incremento del procentaje de conversiones existente entre sus descendientes prueba que los inquisidores no ganaron la batalla de manera tan completa como imaginaron.
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