Haciendo una mirada retrospectiva a lo largo de los 60 años de existencia del estado judío, resulta interesante destacar que todos aquellos que pasaron por el cargo de Primer Ministro de Israel se vieron forzados a dejar su función antes de concluído su término. ¿Por qué sucedió esto? Echemos un vistazo.
Estoy escribiendo este artículo durante los 9 días que culminan en Tishá BeAv, fecha en que el sagrado Beit Hamikdash fue destruído. El primer Beit Hamikdash fue destruido a causa de los tres pecados capitales de adulterio, asesinato e idolatría. El Segundo Beit Hamikdash fue destruído a causa de “sinat jinam” (odio injustificado). Aunque los pecados que causaron la destrucción del Primer Beit Hamikdash fueron muy importantes, el segundo Beit Hamikdash se construyó sólo 70 años después de la destrucción del primero. Sin embargo, luego de la destrucción del segundo Beit Hamikdash –provocada por el odio injustificado- nunca más fue reconstruido.
Yo lamento afirmar que el odio injustificado prosigue sin cesar a lo largo del tiempo en el gobierno de Israel.
Tal como lo mencioné más arriba, en el pasado ningún Primer Ministro pudo completar su mandato como correspondía.
Actualmente nos enteramos a través de la prensa que cada vez hay más gente que ocupa cargos de importancia en el gobierno que están siendo acusados de delitos. Muchas de esas acusaciones se basan en un odio sin límites.
Como lo mencioné en artículos anteriores, creo que se está desarrollando una fuerte batalla entre el sistema judicial y quienes conducen el gobierno. Digamos que también podemos llamar a este hecho “odio injustificado”.
Nosotros, como judíos religiosos, nos sentimos horrorizados ante la desesperante situación de las familias judías que fueron expulsadas de Gush Katif. Muchos de ellos no han encontrado aún un lugar apropiado donde vivir. Y a pesar de que muchos dirigentes del gobierno acuerdan en que se trató de un gran error, se siguen haciendo planes para continuar con el principio de desconexión. Eso ciertamente es un ejemplo de “sinat jinam”.
Nos produjo un gran impacto enterarnos que mientras más y más niños están bajo la línea de la pobreza en Israel, y suplican que les den alimentos, la importante suma de 11 billones de shekels –que se suponía que estaba destinada a dar subsidios para los niños en el Bituaj Leumí (Seguridad Social Israelí)- fue transferida para cubrir déficits en otras áreas. Se pudo disponer de ese dinero gracias a los drásticos recortes que el gobierno hizo en las asignaciones familiares. Desde la Knesset hay muchos intentos de restaurar las asignaciones familiares a su nivel anterior. Pero por el momento el gobierno se ha negado a hacerlo, y el dinero que les fue escamoteado ha sido transferido a otras áreas. Mientras decenas de miles de niños sufren por falta de alimentos, ¿cómo puede hacer semejante cosa el gobierno de un estado judío? Esto es odio injustificado.
Sumado al problema de la drástica reducción de las asignaciones a los niños, existe una seria crisis habitacional en Israel. ¿Cómo poder describir los sentimientos de miles de familias que han casado a sus hijos y que no encuentran departamentos adecuados para jóvenes parejas? Pese a la gran demanda de viviendas por parte de personas religiosas, el gobierno está dilatando la aprobación de construcción y venta de departamentos. Cada vez que aparece alguna zona apta para la construcción de viviendas, uno o más ministerios impiden que ésta se lleve a cabo. Esto es “sinat jinam”.
Los representantes del judaísmo ortodoxo ante la Knesset permanentemente llevan a la discusión la necesidad de restaurar las asignaciones familiares y de aprobar proyectos de viviendas para jóvenes parejas, pero todo resulta infructuoso.
Ojalá que Hashem nos ayuda y que el odio injustificado termine, y que seamos acreedores a ver la llegada del Mashiaj, la redención del pueblo judío y la construcción del Tercer Beit Hamikdash, rápidamente, en nuestro tiempo.
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