La fecha más sombría del calendario judío es, sin lugar a dudas, el Noveno día del mes de Av, pues no sólo ocurrieron desastres para el pueblo judío en esa fecha, sino que todas las calamidades subsiguientes fueron también consecuencia directa de la destrucción de los Templos y del exilio posterior.
Antecedentes históricos
La Mishná registra los cinco tristes eventos que acontecieron en ese día: "El decreto por el cual Israel debería vagar cuarenta años en el desierto; la destrucción del Primer Templo por Nabucodonosor en 586 A.C., y la del Segundo Templo, a manos de Tito, en el año 70 de la era cristiana; la caída de la fortaleza de Betar; la subsiguiente caída de Bar Kojbá y la masacre de su gente, y el sitio de Jerusalem por Adriano en el año 135 de la era cristiana".
Hay otros dos trágicos eventos ocurridos en el 9 de Av. En ese día, en el año 1290, el rey Eduardo I firmó el edicto de expulsión de los judíos de Inglaterra, y en España, en 1492, a continuación de la terrorífica Inquisición, 300.000 judíos encabezados por Abarbanel comenzaron a abandonar España luego de que Fernando e Isabel firmaran el decreto de su expulsión. Tishá Beav es entonces la fecha de múltiples y tristes memorias y dificilmente haya un solo integrante de la Casa de Israel que no se conmueva ante la larga lista de tragedias experimentadas por nuestro pueblo y que están asociadas a ese día.
Ninguna de estas desdichas, sin embargo, ha sido tan grave ni ha tenido tan tremendas consecuencias como la destrucción de nuestro Santuario y los dos mil años de Galut. Nuestros sabios, que lo previeron, nos ordenaron dolernos por esta terrible calamidad absteniéndonos de todo alimento y labor. El Talmud declara en nombre de Raban Gamliel que "si un hombre come o bebe en el Nueve de Av es lo mismo que si comiera en Iom Kipur". Rabí Akiva dijo: "quien trabaje en el Noveno día de Av no verá señal de bendición de ello". La declaración talmúdica siguiente es, probablemente, la mejor explicación de nuestra contínua observancia de Tishá Beav en toda su severidad hasta el día de hoy. Dijeron los otros sabios (ibíd): "Quien coma o beba en el Noveno día de Av no vivirá para ver el regocijo de Jerusalem porque dicen las Escrituras ¡Regocijáos con Jerusalem y contentáos de alegría con ella todos los que la amáis! ¡Alegráos con ella hasta alborozar, todos los que os lamentáis por ella!, es decir, todos los que lamentan la pérdida de su prístina grandeza y su gloria serán testigos de la restauración de su antigua majestad". El valor del Ayuno de Av reside no solamente en recordar el pasado y aplicar su lección al presente, sino también en el reconocimiento de la unidad de nuestro pueblo, la continuidad de su existencia y el destino que espera aún ser cumplido.
Como un signo de nuestro profundo dolor no se visten Talit ni Tefilín durante el oficio de Shajarit y sólo se colocan por la tarde para Minjá.
El Midrash contiene la significativa declaración que dice: "El Mashíaj- el Salvador- nació en el día en que el Templo fue destruído". Israel fue exhortada a no perder su fe en D-s aún en la hora de su gran desolación, pero sí a orar y a esforzarse por un futuro más brillante. Debido a eas inquebrantable fe es que Israel existe actualmente. En apoyo de esta idea el Mashíaj fue llamado también "el que consuela" en tanto que el mes de Av ha sido titulado como Menajem Av .
Ejá
El profeta Irmiahu (Jeremías), que presenció la destrucción del Primer Templo, ha dejado en su libro "Lamentaciones" vívidas impresiones de esa gran calamidad.
Ejá, así llamada en razón de la primerta palabra de esta Meguilá, se caracteriza por la austeridadde su crítica, por sus lamentaciones y su fibra conmovedora. En cinco capítulos el profeta desahoga en forma desgarradora su pesar por la destruída y desolada Jerusalem. Agobiado por la congoja se conduele por lo ssufrimientos de sus habitantes que fueron obligados a emprender el exilio, y atribuye la causa de esta tragedia al pueblo y a sus líderes por su pecaminosidad y su deslizarse pendiente abajo. Aunque los castiga severamente por desconocer los mandamientos de D-s y su Torá, suplica y ora fervientemente por la compasión del Todopoderoso hacia sus hijos y por la restauración de su patria. Hay varias opiniones en lo que se refiere al lugar en que Ejá fue compuesto. El Midrash cita a R. Yehudá quien afirma que el libro fue escrito en la época de Irmiahu en las afueras de la puerta de Damasco de Ierushalaim como el más probable de los lugares.
Debiera repararse en el orden alfabético de los versos que fueron probablemente así dispuestos para una mejor memorización del libro. Ejá es leído con una melodía de un tono muy acongojado. los Yemenitas tienen tonadas diferentes para los capítulos 1,2 y 4, y para los capítulos 3 y 5.
Este libro, que es uno de las cinco Meguilot, es leído en las sinagogas por la noche, a la tenue luz de una vela, y también por la mañana, setándose la congregación sobre el piso o en bancos muy bajos.
Kinot
Las Kinot que decimos luego de la lectura de Ejá es una colección de cantos fúnebres y afligidas súplicas compuestos por poetas judíos de diferentes épocas en las que tanto tuvieron para lamentarse. Los autores de estos cantos lastimosos o elegías, dieron expresión en estos poemas a sus sentimientos por los pesares de los judíos en todos los tiempos y recordaron en ellos los tristes eventos de nuestra historia.
Sentido de la elegía
La Kiná que leemos en la noche de Tishá Beav fue compuesta por el famoso Salomón Ibn Gabirol, quien vivió en España en el siglo XI. En esta Kiná, escrita en forma de elegía dramática, Ibn Gabirol presenta a Samaria y Jerusalem como dos hermanos sin fe, Ahalibá y Ahalí, y explica las razones de su ruina. Cuenta del castigo y el exilio de las diez tribus pero concluye con una oración de misericordia y reconciliación con D-s.
Una de las mejores Kinot leídas en la mañana de Tishá Beav expresa un relato de los "Diez Maestros martirizados por el imperio romano". Aquí se hace una desgarradora descripción de la muerte despiadada e inhumana de estos excelsos y magnos sabios, como R. Ishmael el Cohen Gadol, Rabí Akiva, Rabí Yehudá, Rabí Janiná ben Tradión y otros, y de las torturas y sufrimientos de estos grandes maestros a manos de los romanos durante las últimas horas de sus vidas y cómo perecieron Al Kidush Hashem, santificando el nombre de D-s y sus enseñanzas.
Otra Kiná conmemora la quema píblica de los rollos de la Torá en París. Aunque la fecha exacta de este ultraje no es conocida, es sabido que el 11 de Mayo de 1244, el Papa Vicente IV informó al rey Luis IV de Francia sobre este acto. Esta ha sido popularmente atribuida a la pluma de R. Meir de Rothenburg, que vivió en el siglo XIII.
Otra Kiná transmite un relato vivido de la masacre de los judíos de Alemania durante la primera Cruzada a fines del siglo XII. Describe en detalle cómo Yehudá Calonymus e Itzjak Ben David, los dirigentes de la judeidad de Maguncia (Mainz) inmolaron a sus propios hijos y al pueblo antes de permitir que fueran sacrificados por los Cruzados o convertidos por la fuerza por éstos.
Otra Kiná fue escrita por R. Efraim Ben Itzjak de Ratisbona (Regensburg), quién vivió en Alemania a comienzos del siglo XIII, sufrió la Segunda Cruzada y describe en su elegía los horrendos sufrimientos de los Judíos, de los cuales él fue testigo, durante ese período.
Muchas Kinot relacionadas con los sucesos de los países de Oriente, están incluídas en los libros de Kiná de las comunidades orientales. Los yemenitas, por ejemplo, tienen Kinot que son desconocidas por los Sefaradim. En Yemen, su lamentación era muy intensa y podían pasarse la noche y el día llorando y entonando cantos plañideros. Especialmente desgarrador es el punto en que anuncian el año de su exilio.
Los Sefaradim poseen una Kiná titulada Má Nishtaná. En ella comparan en forma poética la diferencia entre el júbilo y el regocijo de la noche de Pesaj y la tristeza y el dolor de Tidhá Beav. Comienza con las palabras: "Yo les pregunto, congregación sagrada, ¿porqué ésta noche es diferente de todas las otras noches?", pero finaliza con una expresión de consuelo y esperanza.
La parte culminante de nuestras Kinot consiste en lamentaciones conocidas como las Sionides. Todas estas Kinot se inician con una dedicación a Sión y expresan una ardiente añoranza por el Monte Sagrado. Ellas desbordan en palabras de adoración y reverencia por la Tierra Sagrada y el anhelo de verla y morar en ella. Los más famosos de estos cantos de Sión fueron escritos por el poeta hebreo y cantor de Sión, el médico y filósofo Yehuda Haleví, muerto en el año 1140. Entre los compositores de Kinot están los igualmente conocidos poetas Ibn Gabirol, Yehuda Aljarizi y Abraham Ibn Ezra.
La gran esperanza de nuestros corazones es que no habrá de transcurrir mucho tiempo hasta que Tishá Beav se convierta en una gran fiesta de alegría en lugar de un día de duelo y ayuno.
|
|
|