Recientemente fue llevado a cabo un estudio para ver cómo los padres se relacionan con sus hijos. El estudio dió como resultado que por cada comentario positivo que un padre hace a su hijo, hay 19 negativos. Por supuesto, cualquier maestro o director de oficina te dirá que las personas son más productivas en un ambiente positivo que negativo. Sin embargo, esto se pierde en el viaje del trabajo a la casa.
Un amigo recientemente me contó cómo su hijo de 10 años había comenzado a mostrar dificultades. Después de una dolorosa autoexaminación, mi amigo se dió cuenta de que constantemente él lo criticaba al niño. Entonces decidió hacer un cambio de táctica: comenzó a alabar a su hijo hablando sobre él frente a los demás como: “mi pequeño tzadik” (justo).
¿El resultado? En pocos días el niño se transformó en una persona completamente diferente! Al dársele el nuevo título de “tzadik”, él asumió ese rol alegremente.
Esta visión fue la esencia de los métodos de desarrollo moral (musar) de la famosa ieshivá europea, Slabodka. En lugar de enfocarse en lo que el alumno “era”, los rabinos se enfocaban en lo que el alumno “podría llegar a ser”. El resultado fue que las grandes luminarias de Torá surgieron de la ieshivá de Slabodka.
Este concepto se encuentra ilustrado en la porción semanal. Un gobernante moabita llamado Balak - temiendo el ataque de los israelitas - llamó a un espiritualista no judío llamado Bilam para que maldiga al pueblo judío.
La Torá dice que Bilam ensilló a su burro y comenzó su viaje para ir a maldecir a los judíos. En el trayecto, un ángel llegó para bloquearle el camino. Inicialmente, sólo el burro - y no Bilam - vió al ángel!
Subsecuentemente, cuando Bilam se dió cuenta de la presencia del ángel, él vió la humillante realidad de que un burro era más perceptivo espiritualmente que él!
Pero nosotros debemos ir a una pregunta más básica: ¿por qué la estrategia de Balak, quien contrató a Bilam, fue destruir a Israel mediante una maldición y no con arco y flechas? Porque Balak razonó que puesto que el poder del pueblo judío está en su boca (mediante el estudio de Torá), la mejor manera de contraatacar ese poder era con la boca - una maldición!
Hay muchas opiniones entre los comentaristas acerca de la verdadera naturaleza de Bilam. A visión de algunos él era un profeta, en la visión de otros era un charlatán. Algunos dicen que era astrólogo, otros dicen que era un mentiroso. Sin importar cual fuera el caso, una cosa seguro es clara: él era un hombre malvado, pues a cambio de una buena paga él estaba dispuesto a maldecir a todo un pueblo.
Al finalizar este episodio, D’os mata al burro. A primera vista, esto parece contraproductivo. ¿D’os no quería guardar al burro para que sea un recordatorio de este increíble evento?
Rabí Jaim Shmulevitz, el Rosh Ieshivá de la Ieshivá de Mir, explicó que D’os fue cuidadoso del honor de Bilam. Cuán humillante hubiera sido para Bilam haber tenido un recordatorio constante de su caída! Para preservar el honor de Bilam el burro tenía que ser matado.
Es increíble que D’os llegó a provocar algo así para preservar el honor de un hombre malvado! Pero el Todopoderoso nos quiso enseñar una lección muy valiosa: si nosotros tenemos que preocuparnos por la dignidad de Bilam, entonces, cuánto más deberíamos preocuparnos y ser sensibles de la dignidad de nuestros amigos y vecinos. Y también - agregó Rabí Shmulevitz - no debemos olvidarnos de honrar a nuestra elevada naturaleza interna!
Que la lección de esta parashá nos inspire para actuar de una manera exaltada, digna y verdaderamente humana!
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