JUDAÍSMO SIN HIPOCRECÍA Y FACILISMO
Nuevamente las conversiones al judaísmo y los matrimonios exogámicos vuelven a ser temas de discusión en ciertos ámbitos comunitarios. Es así que se escuchan opiniones de todo tipo: que deben aceptarse, que no son válidas, que no son necesarias si el no judío desea vivir como un judío, etc. etc.
Pareciera que en lugar de enfrentar el proceso asimilatorio que lleva inexorablemente a la pérdida de la identidad judía, muchos miembros de la comunidad consideran que la única manera de preservarla es dejando de lado lo que hizo que la mantuviéramos a través de milenios.
Dentro de esa tesitura que proyectos como Shaar, que plantean la aceptación de los matrimonios exogámicos, se expanden y son aceptados como parte de una realidad que no puede modificarse.
Hasta hace algunos años cuando uno de los hijos o nietos se pone de novio con un no judío y decide irse a vivir con él, los padres o los abuelos en lugar de aceptar esa realidad intentaban encontrar una solución..
Una de ella era que el no judío se convierta al judaísmo, y si este lo aceptaba se acercaban a algunos de los rabys o “seminaristas” que actúan en Buenos Aires y en algunas comunidades del interior, para que solucionen el problema. Estos inmediatamente los derivaban para que hagan un curso pago, al final del cual les otorgaban un certificado que dice que es judío mientras que otros lo hacían luego de unas pocas charlas, dejando completamente de lado las disposiciones de la Ley Judía, la Halajá, que claramente establecen que no se puede convertir a nadie por interés, y el casamiento lo es.
Si el no judío no aceptaba lo que le solicitaban, entonces esos padres o abuelos buscaban otra “solución” y normalmente encontraban quien se las brindaba, alguien que oficia una pseudo ceremonia de casamiento religioso interconfesional, en la cual participa un sacerdote de la religión a la que pertenece el no judío.
Cuando a esos padres o abuelos se les intenta explicar que lo que están haciendo era una parodia, contestaban que el judaísmo debe modernizarse y ser más pluralista, demostrando que sus conocimientos judaicos eran casi nulos.
Hoy hasta eso se ha perdido, pues quienes se consideran progresistas y pluralistas, consideran que no se debe forzar a nadie a ser judío y aceptan el matrimonio de sus hijos o nietos con un no judío como algo normal, a la vez que afirman que ellos son “buenos judíos”.
Por otro lado, muchos hijos y nietos descubren que el ser judío les es desconocido, y deciden estudiarlo acercándose a lugares en los cuales se les enseña la forma tradicional de vida judía que no tuvieron la suerte de ver en sus casas paternas.
Para los judíos progresistas y pluralistas que esto ocurra les molesta, pues sus propios hijos o nietos les están diciendo que viven un judaísmo sin sustancia, pues ha sido el Creador el que estableció las normas que deben regir la vida de cada judío, y no el medio en el cual están insertos.
Son esos jóvenes, que genéricamente denominamos baalei teshuvá, retornantes, los que comprenden que el judaísmo es una forma de vida que acepta que alguien que no es judío, y desea serlo, se convierta en judío mediante una serie de actos formales y el cumplimiento estricto de las mitzvot, obligando al resto de la comunidad a respetarlo y a no discriminarlo por no ser judío de nacimiento. La Halajá establece que el guer, el converso, es un integrante más del Pueblo Judío.
El ejemplo por excelencia de lo que estamos diciendo lo brinda el Tanaj con Ruth. La Meguilat Ruth, que se lee y estudia especialmente en Shavuot, la festividad judía que conmemora la entrega de la Torá en Har Sinay, relata con lujo de detalles cuales fueron las intenciones de Ruth al acompañar a su suegra Naomi pese ha haber enviudado. Ruth no tiene ningún interés material para ser judía pero elige serlo y es aceptada, y tal es su mérito que el Rey David es parte de su descendencia y que el Mesías también lo será.
Lo que la Ley Judía no acepta es la hipocresía y la simulación y es por eso que establece que quien desee convertirse al judaísmo debe cumplir con los siguientes requisitos: a) presentarse a un Tribunal Rabínico para que decida sobre su petición conversión integrado, al igual que los que cualquier asunto rabínico, por rabinos competentes, es decir, fieles observantes de las mitzvot establecido por la Torá y conocedores de las leyes rabínicas en toda su integridad; b) comprometerse a conducir su vida y cumplir con las mitzvot de conformidad a lo que establece la Torá y la observancia y cumplimiento de los mismos en la práctica y c) y el Brit Milá y Mikvé para el hombre y el Mikvé para la mujer.
El incumplimiento de cualquiera de estos tres requisitos tiene por efecto que la conversión no sea válida. Esto es tan así que el Gran Rabino de Inglaterra, Lord Doctor Emmanuel Yakobowitz, en un congreso de Rabinos de toda Europa declaró que no reconocen a personas que fueron convertidas por tribunales rabínicos de Eretz Israel debido a que no observan Shabat, Cashrut, Tearat Hamishpaja, etc.
Esta postura ha sido convalidada también en Israel, donde el Superior Tribunal Rabínico de Jerusalem, integrado por los dayanim (rabinos jueces) Abraham Sheman, Abraham Sheinfeld y Jagai Izmir dictaminaron que la conversión de una mujer efectuada por los rabinos Jaim Drukman y Iosef Avior no es válida debido a que no observa las mitzvot, y por lo tanto sus hijos no son judíos. Esta decisión, tal como lo informáramos en nuestra edición 432, afecta a miles de conversiones realizadas por los rabinos Drukman y Avior que convertían a los no judíos en un marco de rapidez y facilismo que no controlaba la observancia de las mitzvot.
Ante estas circunstancias, la intención de quienes desean en nuestra comunidad convalidar conversiones efectuadas de la misma manera que la que fue anulada en Israel, no encuentra sustento, de la misma manera que tampoco el aceptar a los matrimonios exogámicos dentro de la comunidad.
La asimilación es el resultado de un proceso de muchos años que en un momento se hace visible y sólo existe una forma de combatirla: estudiando y compenetrándonos diariamente en el cumplimiento de las mitzvot.
Desgraciadamente en nuestra comunidad fueron muchos los que pensaron que esto no era necesario y hoy están sufriendo las consecuencias.
Es por eso que mientras quienes se consideran progresistas y pluralistas, lo único que hacen es incentivar la asimilación, día a día son más los jóvenes que estudian para vivir como judíos, cumpliendo mitzvot y dejando de lado soluciones hipócritas y facilistas.
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