Irena Sendler, una trabajadora social polaca que ayudó a unos 2.500 niños judíos a salvarse de los nazis a través de sacarlos del ghetto deVarsovia y ocultarlos fuera, dándoles falsas identidades, acaba de fallecer a la edad de 98 años. Irena estaba internada en un hospital de Varsovia desde hacía un mes a causa de una neumonía.
Dijo de ella Marek Edelman, el último sobreviviente que fue uno de los líderes del levantamiento del ghetto de Varsovia en 1943: “Ha fallecido una gran persona, una persona de gran corazón, de gran talento profesional y que siempre estuvo del lado de los débiles”.
Bajo el pretexto de inspeccionar las condiciones sanitarias del ghetto, Sendler y sus asistentes ingresaron para buscar a los niños que pudieran ser sacados de manera oculta del ghetto, dándoles la chance de sobrevivir viviendo como católicos. Muchos bebés y niños pequeños eran sacados en ambulancias y otros transportes, a veces envueltos como si fueran paquetes. Algunos adolescentes podían escapar mezclándose con grupos de trabajadores que eran obligados a trabajar fuera del ghetto. Todos ellos eran ubicados con familias, o enviados a orfanatos, hospitales o conventos.
Con la esperanza de que esos niños pudieran alguna vez reunirse con sus familias –la mayoría de las cuales perecieron en los campos de exterminio nazis- Sendler escribió los nombres reales de esos niños en papeles que ocultó en su casa. Cuando la policía alemana fue a arrestarla en 1943, una asistente suya se las arregló para esconder esos papeles que más tarde Sendler enterraría en un jarrón debajo de un manzano de un jardín lindero. “Fue un verdadero milagro que lograra salvar a esos niños judíos”, dijo en una entrevista realizada el año pasado Elzbieta Ficowska, quien fue salvada por el equipo de Sendler cuando era una criatura en 1942.
Cualquiera que fuera descubierto ayudando a los judíos en la Polonia ocupada por los nazis, corría el riesgo de ser fusilado de manera inmediata junto con los miembros de su familia –destino del que Sendler logró zafar luego de que la Gestapo realizara una inspección en su casa en 1943.
En 1965, Sendler fue incluida entre los Gentiles Justos, en un lugar preferencial, y homenajeada en Yad Vashem, el memorial del Holocausto de Jerusalem, por su heroísmo durante la guerra. En esa época, los líderes comunistas de Polonia no le permitieron viajar a Israel y ella pudo recibir el premio recién en 1983.
No obstante haber sido honrada por Yad Vashem, Sendler fue olvidada durante mucho tiempo en su tierra natal. Recién en sus últimos años, estando confinada en un asilo de ancianos, pudo finalmente convertirse en una de las figuras más respetadas de Polonia, habiendo fomentado el presidente Lech Kaczynski y otros políticos una campaña para que recibiera el premio Nobel de la Paz.
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