Cuarenta judíos iraníes fueron noticia en Diciembre pasado cuando llegaron a Israel en proceso de aliá. Ellos fueron el mayor contingente que abandonó el estado islámico desde la revolución de 1979, que depuso al gobierno pro-occidental del Sha y le dio el poder los ayatollas.
Aunque la mayoría de los miembros de la que alguna vez fuera una numerosa y floreciente comunidad judía en Irán ha partido para Israel o los EE.UU. –sólo quedaron unos 25.000 judíos- los que permanecieron afirman que pueden mantener con libertad un vida judía , a pesar de la furiosa retórica anti-israelí que emana del líder de ese país.
Uno de los miembros de la numerosa colonia de judíos iraníes que viven en la ciudad de Nueva York, relató a The Jewish Press cómo fue su viaje el verano pasado a su país natal.
El afirma que no hay problemas en que un judío viaje a Irán. El no tuvo ninguna dificultad en obtener una visa, y mientras estuvo en Teherán, se encontró incluso con judíos no iraníes de Nueva York que estaban en visita privada.
Allí encontró una comunidad muy abierta, con un sistema bien establecido de hajnasat orjim, hospitalidad para los visitantes.
La comunidad judía se encuentra concentrada, principalmente, en las grandes ciudades como Teherán, Ishifan y Shiraz. Las sinagogas están repletas en Shabat y en las festividades, y no hay problemas en conseguir comida casher.
Por tratarse de un país musulmán, él explicaba, la matanza ritual casher es más tolerada que en algunos países europeos dado que los musulmanes también tienen reglas para la matanza religiosa.
Allí tienen colegios judíos con clases en idioma hebreo sobre ley judía, ética e historia. Las clases se dan mayormente los viernes, que es el shabat de los musulmanes.
Inevitablemente surge la pregunta sobre el antisemitismo. El viajero judío explicó que existe una clara división en la mente de los iraníes entre el antisionismo y el antisemitismo.
En Irán, él dijo, gritan y vociferan en contra de Israel, pero en su mayoría dejan tranquila a la comunidad judía.
Hay incidentes antisemitas en la misma proporción que en otras partes del mundo.
Cabe aclarar que aunque en su entrevista describía la situación de los judíos en Irán en términos positivos, él pidió que ni su nombre ni el de los otros judíos sobre los cuales hablamos fueran mencionados por temor a algún tipo de represalia.
Recientemente se informó que el gobierno iraní estaba planeando construir una represa para inundar la tumba del Rey Ciro, el rey persa conocido en la historia judía como Koresh, que dio permiso a los judíos para que vuelvan a Jerusalem y reconstruyan el Sagrado Templo luego del exilio babilónico.
Un grupo de académicos iraníes protestó ante semejante destrucción diciendo que el plan es parte de la campaña para alejar al pueblo persa de su herencia no islámica.
Pero por el momento los lugares sagrados judíos en Irán son tratados con respeto.
La tumba de Mordejai y de Ester en Hamadan contiene caracteres en hebreo impresos en las paredes de la construcción.
En la parte exterior de la tumba del profeta Habakuk en Toysarkan, una firma prueba claramente que la misma pertenece a un profeta hebreo que vivió unos mil años antes del comienzo del Islam.
La tumba del profeta Daniel en Susa también está resguardada y es una bella construcción digna de uno de los judíos más famosos que vivieron en Irán en la antigüedad.
Es una atracción popular, tanto para los judíos como para los musulmanes.
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