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A la sensación amarga que deja cada atentado terrorista, con su secuela de muerte y destrucción, en el caso del ocurrido hace pocos días, el 6 de marzo a la noche en la ciudad de Jerusalem, se le suma en está oportunidad el dolor que - como seres humanos sentimos - cuando comprobamos que se festeja su realización, como ocurrió esa misma noche en la Franja de Gaza.
El asesinato a mansalva de 8 alumnos de la Yeshiva Merkaz HaRab, centro de estudios talmúdico emblemático de Jerusalem, llevado a cabo por un joven palestino de 20 años, Ala ABu-Daim, ciudadano israelí que había trabajado con anterioridad como chofer en el mencionado instituto educativo se entronca, según palabras del primer ministro israelí Ehud Olmert, con la caída de los misiles Kassam y los gradim en el sur israelí, pues afirmó: “quieren transformar nuestra vida en insoportable, esto no pasará. De igual manera que peleamos contra naciones que quisieron exterminarnos y así como el Hezbollah no nos lanza un misil desde hace un año y medio porque sabe el precio que debe pagar, así actuaremos contra el Hamas y las organizaciones terroristas que nos quieren atacar".
De acuerdo a las informaciones reveladas por los diarios israelíes la organización terrorista Ahrar Al- Jalil (en español Batallón por la Libertad en la Galilea o “Pueblo Libre de la Galilea”) se adjudicó el atentado a Mercaz Harav, como respuesta a las acciones de Israel en Gaza y el atentado a Imad Fayez Moughnieh. Debido a que Ahrar Al- Jalil tiene su base dentro de las fronteras del Estado de Israel, se considera gran parte de sus integrantes son palestinos ciudadanos israelíes, situación que preocupa tanto al gobierno como a toda la población israelí.
Ala Abu Dhaim, que vivía en Jabal Al Mukabbir, un barrio palestino de Jerusalem, entró a la Yeshiva con una ametralladora Kalishnikov y seis cargadores de municiones y luego de esconderse entre los libros de la biblioteca, empezó a disparar hasta que fue abatido. Primero repelió el ataque un alumno y después miembros de las fuerzas de seguridad.
Si bien en un primer momento se consideró que podían haber sido dos o tres los terroristas la policía de Jerusalem lo ha desmentido.
Mientras el presidente de la Autoridad Palestina Abu Mazen afirmó en un discurso que pronunció en la ciudad de Ramallah "Los contactos para avanzar hacia la paz entre Israel y los palestinos deben continuar, a pesar de los últimos acontecimientos, entre ellos el atentado perpetrado en la Ieshivá Mercaz HaRav, en Jerusalem el pasado jueves", las autoridades israelíes ordenaron a la Policía y la Gendarmería elevar el nivel de alerta en todo el país por la sospecha de que se produzcan nuevos atentados, especialmente en sitios de alta concentración de público y en grandes ciudades.
Al respecto de este atentado y de quien lo realizó, un palestino ciudadano israelí que había trabajado como chofer en la Yeshiva y por lo tanto no habrá despertado sospechas cuando ingresó al edificio, es muy significativo un texto distribuido por mail firmado por Miguel Martín, de Zaragoza, España: “El atentado de Jerusalén ha sido cometido a manos de quienes disfrutando de amplias y generosas dosis de confianza se aprovechan de la misma para traicionar de forma sucia y asquerosa todo el capital de favor concedido para su beneficio. Han logrado abrir una fisura en la mutua necesidad de afirmar los escasos vínculos que todavía resisten a favor de la paz. Los palestinos celebran por todo lo alto semejante "hazaña", ¡Craso y estúpido festejo! Sólo la nula lucidez y la inexplicable herida de odio por la que supuran desde hace décadas, permite explicar, si es que es posible hacerlo, su actitud suicida ante una situación que de empeorar serán los más desfavorecidos…”
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