Sabemos, por experiencia, que al acercarse las elecciones de la AMIA serán muchos los dirigentes que al realizar su campaña para ser electos, afirmarán: “uno de las primeras cosas que haré será emprender una campaña para luchar contra la asimilación”. También que cuando se les pregunte como lo hará responderá: “enseñando judaísmo a todos los miembros de la comunidad”.
En su gran mayoría, esos dirigentes, están convencidos de que lo podrán llevar a la práctica lo que afirman, pues sólo conocen la parte visible del problema.
La asimilación es como un témpano, del cual lo que se observa a simple vista es una mínima parte de su volumen. Los matrimonios exogámicos y el abandono de las tradiciones que durante milenios mantuvieron los judíos son la consecuencia del proceso asimilatorio, no sus causas.
Desde nuestras páginas desde hace muchísimo tiempo venimos alertando al respecto y una de las cosas que observamos es que cada día son más los judíos que se acercan a la observancia de la Torá como consecuencia de una tarea educativa centrada en la tradición judía, pero también que son muchos los que continúan alejándose pese a los discursos y proyectos que desde la AMIA se implementan.
Ocurre que mientras que la labor educativa que acerca a los judíos a sus tradiciones la llevan a cabo rabinos y educadores consustanciados con lo que enseñan y lo practican en su vida diaria, los discursos y los proyectos que la dirigencia intenta llevar a cabo están en manos de personas que son profesionales que en su diario acontecer hacen caso omiso a lo que difunden o – en ciertos casos – consideran que la forma tradicional de vida judía es algo pasado de moda, que estaba bien para el “stetl” pero no para la sociedad posmoderna en la cual vivimos.
Lo que decimos fue demostrado por una investigación social realizada hace unos años en los Estados Unidos, que cuando la difundimos en nuestras páginas muchos de quienes afirman que el judaísmo debe agiornarse afirmaron que no era aplicable a nuestra comunidad pues acá la cantidad de personas que abandonaban el judaísmo eran pocas.
Hoy cuando todos los demógrafos especializados afirman que la cantidad de miembros de la comunidad descendió a cerca de la mitad de sus miembros comparada con hace cuatro o cinco décadas, ya no pueden decir lo mismo. Desgraciadamente lo que ocurrió con la comunidad judía estadounidense también se está produciendo en la nuestra.
El resultado de la investigación que mencionamos, que reproducimos junto a esta nota, es sumamente esclarecedor, ya que el mismo partiendo de una cantidad idéntica de judíos seculares, reformistas, conservadores y ortodoxos, ejemplifica como cada sector evoluciona generación tras generación hasta llegar a la cuarta de la inicial. De los seculares sólo el 5% sigue siendo judío, de los reformistas el 13%, de los conservadores el 24% y de los ortodoxos el 911%.
El crecimiento de estos últimos frente a la disminución de los demás se debe a que al mantener un forma de vida judía basada en la Torá son un ejemplo viviente para sus hijos por un lado y por otro a que estos últimos son concientes que la única forma de asegurar la continuidad judía esta en el cumplimiento de las mitzvot.
Esperamos que los dirigentes que se postulen para presidir la AMIA o integrar su comisión directiva, a partir de la próxima renovación de autoridades sean concientes de que el judaísmo se vive diariamente y que sólo con el ejemplo se demuestra que están empeñados en combatir la asimilación. Caso contrario seguirán hablando del problema pero no harán nada para combatirlo.
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