Habría que remontarse muy lejos para contar la historia del Partido Avodá en la Argentina, tanto que no alcanzarían muchos cientos de páginas, lo cual excede el objetivo de este artículo. Pero para tomar sólo algunos aspectos del otrora poderoso marco político inspirado originariamente en su homónimo israelí, recordemos que nació siendo Mapai, que más tarde se fusionó con Ajdut Avodá, que el primer Primer Ministro que tuvo Israel, David Ben Gurión, pertenecía a dicho partido, que figuras de la talla de Golda Meir, Moshé Dayan, Itzjak Rabin y el propio actual Presidente de Israel, Shimón Peres, pertenecían a sus filas; que sus movimientos juveniles estaban rebosantes de niños y adolescentes imbuídos de ideales sionistas, que muchos de ellos hicieron realidad su aliá; que tenían una prestigiosa publicación semanal de importante tirada, Mundo Israelita, con una destacada Revista, Raices, con una colección de libros de las más diversas temáticas judaicas; que contaban con la mayor cantidad y las más concurridas escuelas de la red escolar judía en diversos barrios de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires, así como del interior del país.
Como decía al comienzo: la lista sería casi interminable. Por eso, sólo agregaré que durante muchas décadas Avodá, como es de público conocimiento, retuvo el poder en las tres instancias centrales de la comunidad judía en la Argentina: la AMIA, la DAIA y la OSA. Sin entrar en pormenores, también es de público conocimiento que a través de ese poder, como sucede con los grandes partidos que gobiernan durante demasiado tiempo un mismo país, hizo uso, abuso y cometió muchos errores. Relatar esa historia también consumiría muchas páginas de varios diarios. Los más importantes son el haber descuidado a la Red de Educación Judía en todos sus niveles y no haberse focalizado en tratar de preservar el acervo judío de forma prioritaria, ignorando la fuerza del factor de asimilación que amenazaba día a día con diezmar a la comunidad.
El primer gran bastión que perdió Avodá dentro del gobierno comunitario fue precisamente el corazón del poder político, la DAIA, el día que Rubén Beraja asumió como presidente. Pero no terminó allí su decepción, puesto que ante cada renovación de autoridades de AMIA, por más que obtuvieran los primeros lugares, la necesidad de negociar con otros sectores (algunos de los cuales habían sido alguna vez grandes adversarios) para lograr conformar una mesa directiva comenzó a ir en aumento.
La única instancia que retuvieron sin dificultad fue la OSA, que parece no interesarle demasiado a ningún otro sector político y cuya función parece limitarse a realizar anualmente el acto de Iom Haatzmaut.
Y bien, a medida que se van aproximando las elecciones en AMIA 2008, el ya escuálido partido Avodá (¡qué lejanos parecen esos kinus que se hacían en el Salón de Reuniones de la vieja AMIA previa al atentado, a sala llena y con gran fervor partidario!), del cual han desertado incontables dirigentes que alguna vez pasaron por cargos centrales de la comunidad, parece haber empezado a hacer públicas su llagas internas.
Primero fue la desvinculación de uno de los dos candidatos a participar en las internas del Partido para la futura presidencia de AMIA, el Lic. Kaúl quien ya había gobernado a la AMIA en la gestión previa a la actual. Junto con él abandonaron el partido otros miembros y constituyeron uno nuevo a partir del cual Kaúl se postulará en dichas elecciones. El otro candidato –que a la sazón había quedado como único representante de Avodá- por razones que ha dado a conocer en una carta abierta- acaba de presentar su renuncia a dicha postulación basándose en situaciones que, de confirmarse, podrían bordear el escándalo.
Conclusión: Avodá debió sacar de la galera otro candidato para no quedar fuera de la contienda.
A decir verdad, esto que sucede con Avodá es ni más ni menos que un reflejo de toda una situación comunitaria más amplia. La comunidad se está desangrando por muchas heridas: la asimilación es galopante, lo cual equivale a decir que cada vez hay más judíos que desertan de su comunidad; entre los pocos que van quedando, son muchos menos aún los interesados en asumir un rol dirigencial voluntario, para el cual, si lo hacen por auténtica vocación, deberán relegar temporariamente familia, trabajo, vida social, etc. A esto hay que sumarle los encarnizados enfrentamientos entre sectores de la vida comunitaria, que pueden quitarle las ganas a más de un aspirante…
Si bien sería un exceso atribuirle a Avodá todos los males de los que sufre actualmente nuestra comunidad, es insoslayable su parte de responsabilidad en tanto y en cuanto ellos fueron quienes gobernaron a la comunidad por tiempos inmemoriales. La otra parte responsable habría que buscarla entre quienes desde hace tiempos inmemoriales también, o bien permanecieron indiferentes a los torpes manejos realizados desde el poder, o se asociaron a dicho partido gobernante para obtener un magro beneficio.
La pregunta del millón es si el futuro presidente de la AMIA vendrá con un proyecto claro, conciso, consensuado y practicable destinado a redirigir a la comunidad hacia una consolidación interna basada en un reforzamiento de sus valores, o si seguirá el camino de sus antecesores.
La otra pregunta es si será posible salir de tanta decadencia.
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