La Voz Judía


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Comunidad: cuando fallan los reflejos
Por Ben Jaim

Si alguno piensa que las declaraciones de un futbolista que indirectamente se burla de la comunidad judía y de la justicia de su propio país deben ser tomadas a la ligera, se equivoca completamente. Sobre todo cuando ese futbolista es la estrella más popular de ese deporte, tanto dentro como fuera de los límites de su país.
Creer que porque Diego Maradona está tan deteriorado por años de adicción a la cocaína, y ya no sabe ni lo que dice, es inofensivo cuando se pone a opinar de cuestiones de política internacional, puede ser un craso error y resultar mucho más costoso de lo que uno imagina.
El tema surgió hace un par de semanas, cuando el “astro”del fútbol declaró que está sumamente deseoso de conocer al presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, dado que sería “el único que le faltaría conocer” después de Chávez y Fidel, a quienes ya conoce.
Al parecer, quien le habría presentado al encargado de negocios de la República de Irán en Argentina, fue el ex –piquetero y conocido admirador de Hugo Chávez, Luis D’ Elía, quien en alguna oportunidad fue querellado por la anterior gestión de la DAIA por sus manifestaciones de tinte antisemita. El encuentro entre Maradona y Mohsen Baravand habría tenido lugar al término de un partido de fútbol, y éste último lo habría invitado a visitar Teherán próximamente.
“Estoy con los iraníes de todo corazón, de verdad lo digo. Lo digo porque lo siento: estoy con el pueblo de Irán”, habría declarado Maradona.
Ante semejantes declaraciones que parecían no tomar en cuenta que el presidente Ahmadinejad no se cansa de vociferar sus intenciones de borrar a Israel del mapa, que niega el Holocausto, y que además se niega a colaborar con la justicia argentina en su pedido de captura internacional de varios funcionarios de ese país por estar seriamente comprometidos en el atentado a la AMIA, toda la prensa salió a buscar las respuestas de la comunidad judía. Y hubo quienes hicieron declaraciones, por supuesto. Salvo que faltó la voz de la dirigencia central, que lo único que declaró en ese momento fue que iban a reunirse para emitir su opinión al respecto…cosa que nunca ocurrió.
Y como no ocurrió, vino el segundo golpe: el ex piquetero y ex funcionario del gobierno de Kirchner, Luis D´’Elía, salió a realizar ofensivas críticas a quienes salieron a responderle “al Diego”, calificándolos de “fascistas”, a través de una carta abierta titulada irónicamente: “A mis hermanos de la comunidad judía que aman a Diego igual que yo”.
Esta vez, la voz de la DAIA se hizo escuchar. Sólo que a través de tibias expresiones tales como “nos preocupa que intente dividir a los argentinos”, o “estas cosas no deberían ocurrir nunca más”, refiriéndose a la misiva de D’Elía. También lo invitaron a escuchar “las versiones oficiales” de la comunidad judía en su respuesta a Maradona. Lo paradójico es que sobre las declaraciones de Maradona, no hubo ni una palabra de la “voz oficial” de la comunidad judía. O mejor dicho, en lugar de poner en su lugar las desgraciadas expresiones del astro, la DAIA parece haber encontrado un remedio mejor, que es invitarlo a la reflexión haciéndole visitar el museo del Holocausto.
Volviendo al comentario que hice al principio: si la dirigencia judía creyó que las declaraciones de Diego Maradona no merecían una respuesta fuerte, inmediata y efectiva, entonces le están fallando los reflejos con los que hace falta moverse políticamente en casos como este. Porque evidentemente, Diego Maradona, parece haber sido estimulado desde otro ámbito y a través de otro personaje, que responde a intereses muy claros y concretos en materia política e ideológica. Puede que Maradona sea un ingenuo, pero D’Elía está muy lejos de serlo como muchos hechos ya lo han comprobado. Y aún suponiendo que no haya sido D’Elía quien le presentó al encargado de negocios de Irán a Maradona –como él mismo se ocupó de desmentir- pues entonces, ni corto ni perezoso, el admirador del dictador Chávez y del Hitler moderno, Ahmadinejad, ha sabido aprovechar la coyuntura para maniobrar políticamente en contra de la comunidad judía argentina. De haber sido tal el caso, pues a eso se le llama “tener reflejos”, por más que nos desagrade profundamente la finalidad de esa maniobra.
Como no faltan hechos cotidianos que una y otra vez vuelvan a poner sobre el tapete la conrovertida ligazón existente entre el dictador Chávez y algunas figuras de nuestra escena nacional –además de la formal relación de amistad existente entre ambos países y sus gobernantes- en estos días también, luego de haber estado el mundo entero sobre ascuas a la espera de la presunta devolución que harían las FARC de algunos de sus rehenes –operación que fracasó estrepitosamente- resucitaron otros personajes de reconocida militancia en la izquierda revolucionaria y de furibundo antisemitismo, como la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Sus declaraciones, por el momento, fueron de abierto apoyo a las FARC colombianas. Pero nada garantiza que mañana pueda sumarse al entuerto Maradona-D’Elía-comunidad judía y lance otros improperios.
En fin, lo que pretendo subrayar es que todos estos personajes no dejan de tener su cuota de “popularidad” en determinados sectores, y sus palabras no se las lleva el viento, sino que pueden calar hondo en muchas mentes extraviadas. Es precisamente frente a este peligro eventual que la dirigencia judía –en su voz oficial, es decir, la DAIA- no puede perder los reflejos si aspira a que los hechos no nos pasen por encima.

 

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