El gobierno israelí está por entrar en una situación paradojal. Por un lado están tratando de alentar la inmigración, pero por el otro, no prestan atención a la importancia de que un estado israelí debería ser un estado judío.
Un gran número de inmigrantes ha llegado a Israel desde la caida de la ex URSS. El mayor error histórico realizado por el gobierno fue el de traer a Israel por distintas vías a 300.000 inmigrantes no judíos –la mayoría de ellos de la ex URSS- mediante la así llamada Ley de “Quién es judío”. Desgraciadamente esta no es toda la cuestión.
Unos años atrás, el ex Primer Ministro Arik Sharon amplió el número de Dayanim que forman parte del Beit Din para las conversiones. Por un corto tiempo llevaron a ese foro al Rav Jaim Druckman, para que facilite el “trabajo”. El Rav Druckman, que es un hombre honesto y que conoce las exigencias halájicas, abandonó ese “trabajo”. Hubo quienes pensaron que el Rav Druckman ayudaría a hacer más fáciles las conversiones, pero esto no fue aceptado por el Rav Druckman, quien, entonces, quiso desembarazarse de esa misión.
Resulta ridículo intentar encontrar una forma de hacer que la conversión al Judaísmo sea más fácil. La conversión debe estar de acuerdo con la Halajá. Y si no se siguen los requerimientos de la Halajá, la conversión no puede ser reconocida por las autoridades rabínicas, y esto conduce a una situación sumamente trágica.
Cuando el Primer Ministro Olmert estaba en campaña para las elecciones, el voto de los rusos era importante y él les prometió ayudarlos. Recientemente, en su función de jefe de asuntos religiosos del gobierno israelí, él decidió adoptar las recomendaciones del Comité Halfon respecto a los “lineamientos” del proceso de conversión. El planea aprobar la apertura de una nueva Corte Rabínica a fin de facilitar la conversión de un gran número de no-judíos de manera rápida, de modo tal que en el transcurso de un año el número de conversos entre los inmigrantes se habrá de triplicar.
Esto llevará a una situación trágica para los judíos de los supuestos “conversos” que no fueron advertidos de que debían realizar una conversión de acuerdo a la Halajá.
Yo lamento tener que informar que en nuestra Tierra Sagrada se está desarrollando una situación de enorme conflicto respecto a quién es judío. Hace algunos años, quien debió enfrentar esa lucha fue el gran Rabino de Lubavitch zt”l.
Yo recuerdo que hace 60 años, durante mi primer viaje a los EE.UU., el gran Rabino Yaacov Rosenheim zt”l, fundador y líder de Agudat Israel, quería escuchar mis impresiones respecto al cambio producido en la Tierra Sagrada a partir del establecimiento del estado. En aquellos tiempos, yo tenía un gran entusiasmo por que se abrieran las compuertas de Israel. Durante el Holocausto nos partía el corazón ver a los judíos vagar de un lado a otro porque se les cerraban todas las puertas. Cuando se abrieron las puertas de nuestra Tierra Sagrada, nosotros sentimos que se cumplía aquello de “Vekorev pezureinu mibein hagoyim”- “Que todos los dispersos entre las naciones sean aquí concentrados”.
Reb Yaacov Rosenheim, en medio de su gran satisfacción por el hecho de que los judíos pudieran escapar del Holocoausto y llegar a la Tierra Sagrada, temblaba respecto al gobierno de Eretz Israel, por estar en manos de judíos seculares. Nunca olvidaré cuando Reb Yaacov Rosenheim tomó mi mano: él temblaba tanto como yo. El dijo: “debemos temer que ocurra la situación descripta en Tehilim, ‘durante 40 años he luchado con esta generación y he dicho: es la gente la que yerra en sus corazones y desconoce mis caminos’”.
A partir del establecimiento del estado, hubo una gran inmigración hacia Israel, pero en aquellos días no existía un problema semejante respecto a si los inmigrantes eran judíos.
Hoy en día, sin embargo, luego de la apertura de las compuertas de la Rusia comunista, es desgraciadamente cuestionable que la mayoría de los inmigrantes a Israel sean judíos. Tenemos que estar muy temerosos de que esa clase de población sea la que colme Israel. No podemos permanecer en silencio contemplando el alto porcentaje de no judíos sobre el que se nos informa oficial y extraoficialmente.
¿Cómo podemos permanecer en silencio ante la llegada de muchos inmigrantes no judíos y ante las intenciones del gobierno de facilitarles a los no judíos la conversión al Judaísmo?
No debemos callar; debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para rectificar esta situación.
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