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Hace 14 años, un 8 de Tevet, fallecía Zeev ben Israel Izer z’l, el Ribí, un hombre que a lo largo de toda su vida trabajó intensamente por la continuidad judía, iniciando en nuestra comunidad del movimiento de Balei Teshuvá.
Lo hizo en una época nada fácil, en los años cuarenta del siglo pasado, mediante la instauración de un proyecto educativo no convencional, centrado en la atracción de los jóvenes a la forma de vida judía.
Para el Ribí el judaísmo era una forma de vida regida por los principios que el Creador les ordenó cumplir a los seres humanos, expresados en la Torah, en los libros históricos de los profetas y toda la literatura de los Jajamín: Mishna, Guemará, Midrashim, etc.
El Ribí enseñaba que llamar al judaísmo “religión” era una blasfemia pues pone a la forma de vida que el Creador ordenó al mismo nivel que las religiones paganas, que además de ser una falsedad fueron las generadoras de las más grandes guerras de la humanidad.
Químico de profesión, siempre consideró que como bien enseña el Pirkei Avot el judío tiene que estudiar Torá a lo largo de toda su vida a la vez que trabaja en una actividad productiva que le permita tener “parnasa” para mantenerse él y su familia.
Sin descuidar su propio trabajo, el Ribí fue estableciendo cursos y dictando conferencias que permitían a los jóvenes, hombres y mujeres, adquirir conocimientos de Torá, Mishna, Halajá luego de su actividad laboral y los días domingos en los años cuarenta, fundando Suba Israel, que además de funcionar en el barrio de El Once tenía activas filiales en Barracas y Flores.
Eran años difíciles, en los cuales la Kashrut era rudimentaria y faltaban controles y el Ribí decidió que esa era un área en la cual tenía que ponerse a ordenar lo que ocurría, lo que lo llevó a establecer una organización efectiva que se encargaba de la matanza de pollos y vacunos a cargo de shojatim y mashguijim reconocidos por su observancia de las mitzvot, dirigidos por el Rabino Bernardo Kugielsky z’l en los años ’50 a la vez que logró que el gobierno de aquel momento dejará de lado un proyecto que intentaba prohibir que se faenaran animales por el sistema de la Shejita.
Pero no sólo se interesó en la Kashut, sino que también fue un propulsor del cumplimiento de mitzvot relacionadas con la manera de vestir, del estricto cumplimiento de Tearat Hamishpaja, entre otras.
Hombre de una gran entereza y fuerza de voluntad, el Ribí no cejó, hasta sus últimos días, de dictar cursos y conferencias encaminadas a lograr que los judíos, que se alejaban de la senda del cumplimiento de las mitzvot, retornaran al camino de la Torah.
Desgraciadamente la obra del Ribí, como la de tantos otros abnegados azkanim, forma parte de una época que muchas veces no es recordada, y quizás valorada, por quienes tienen la responsabilidad, hoy en día, de continuar la tarea que Zeev ben Israel Izer z’l llevó a cabo durante muchos años.
Sean estas líneas un homenaje a su memoria y un reconocimiento a la obra que por la continuidad judía llevó a cabo el Ribí.
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