Por segunda vez en el año que culmina, la comunidad judía de Venezuela ha sufrido un avasallamiento por parte de las autoridades de ese país al ser allanadas las instalaciones del Centro Social Cultural y Deportivo Hebraica, donde funciona el colegio comunitario. El hecho sucedió el pasado domingo 2 de diciembre, cuando efectivos de la DISIP, un órgano auxiliar de la justicia, se hicieron presentes con una orden de un Tribunal Penal de Caracas y de un fiscal del Ministerio Público del Area Metropolitana de Caracas (quien no estuvo presente en el allanamiento), a fin de inspeccionar la institución. Culminada la exhaustiva revisión y dejando constancia en un acta de no haberse encontrado ninguna irregularidad, los funcionarios se retiraron.
Al parecer, los motivos aludidos eran que en ese lugar habría armas y drogas.
La Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela –CAIV-, equivalente a la DAIA local, emitió un comunicado informando del hecho, denunciando el atropello y expresando su profunda indignación por la ofensa cometida contra una comunidad con “más de doscientos años de presencia nacional, que aporta y coopera pacífica y democráticamente al desarrollo del país”, actuando dentro del marco de la ley. Asimismo, exigieron una inmediata y profunda investigación sobre lo sucedido, dado que enfrenta “innecesariamente” a la comunidad judía venezolana con el gobierno, y reiteraron un llamado a la paz y la concordia entre todos los sectores de la vida venezolana.
Como es de público conocimiento, los estrechos vínculos del presidente de Venezuela Hugo Chávez con Irán, sumado a su definida posición ideológica y política en el conflicto del Medio Oriente (apoyo incondicional a los palestinos sin cuestionar la metodología terrorista que emplean sus bandas armadas), que lo enfrenta violentamente contra Israel, lo ubican dentro del bloque considerado hoy como de máxima peligrosidad para la paz mundial. Las consecuencias que esto podía acarrear a la comunidad judía venezolana vienen siendo materia de enorme preocupación para el liderazgo judío mundial, sobre todo, teniendo en cuenta que el presidente Chavez lanzó en alguna oportunidad algunos epítetos difamatorios contra los judíos.
Con este nuevo intento de avasallamiento a una institución central de la vida judía de Venezuela, parecen tomar cuerpo aquellos resquemores.
Pero para retornar a estas latitudes, la Argentina se apresta en estos días a recibir a su nuevo gobierno electo. Un gobierno que será, seguramente, casi una continuación del presente. No está demás recordar las manifestaciones de gran amistad entre ambos países –Argentina y Venezuela- expresadas en más de una oportunidad por sus respectivos presidentes, y reiterados por quien, desde este mes, conducirá los destinos de la República Argentina, la Señora Cristina Fernández de Kirchner.
Para la comunidad judía argentina, entonces, la preocupación es doble. En primer lugar, por la solidaridad con los hermanos de Venezuela ante el futuro que se les avecina con un demagogo que aspira muy seriamente a convertirse en un dictador eterno y que además, sea por convicción, o por sus vínculos internacionales, abriga prejuicios antisemitas. Y en segundo lugar, porque Argentina fue víctima en dos oportunidades del terrorismo fogoneado por Irán, y dicho estado se niega rotundamente a colaborar con la justicia argentina entregando a sus funcionarios buscados por Interpol por imputaciones referidas al atentado a la AMIA. Con lo cual cabe preguntarse cuán peligroso podría resultar que se profundicen aún más los lazos comerciales y amistosos de Argentina con Venezuela, tanto por el perfil político e ideológico del conductor de ese país como por el hecho de tener como principal aliado a la República Islámica de Irán.
Algunos argumentarán que no es que existan relaciones carnales entre Argentina y Venezuela sino que simplemente se trata de “relaciones comerciales de conveniencia”. Esto no resulta claro, sobre todo porque desde hace un tiempo, el gobierno argentino optó por cambiar la dependencia con el FMI por la dependencia con Venezuela. Y como se sabe, eso indefectiblemente, trae consecuencias políticas.
Lo importante, entonces, es estar advertidos de que se vienen tiempos difíciles para los judíos venezolanos y, tal vez, también para los argentinos. Esperemos que estas predicciones sean erróneas y que prime la sensatez en el nuevo gobierno que estará en manos de la nueva Presidenta. Algunos signos ya ha comenzado a dar respecto a su apertura hacia países del cono sur y de Europa, asi como en relación a los EE.UU., que resultan alentadores. Pero de todos modos, no está demás que la dirigencia judeoargentina focalice su atención en el modo en que se vayan desarrollando estos hechos y monitoree de cerca todo lo que vaya aconteciendo.
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