20 de Noviembre de 2007
Señor Director de
La Voz Judía
Estimado señor:
Leí la nota en la cual comentan que la AMIA patrocinó un festival de cine judío que proyectó películas en Shabat y le escribo por que hay algo que no entiendo y me gustaría que La Voz Judía lo explique.
Hace cerca de tres años en el shil me preguntaron si era socio de AMIA y como contesté que sí, me pidieron que fuera a votar por la lista religiosa, que salió segunda. Unas semanas después me dijeron que varios integrantes de esa lista eran miembros de la Comisión Directiva de la AMIA.
Cuando se planteó el tema de encontrar una “solución” para el entierro de los convertidos falsamente al judaísmo por los conservadores y reformistas les pregunté a quienes me pidieron que votara a la lista religiosa cómo era posible que eso se discutiera. Me contestaron que ellos habían logrado que el proyecto que se pensaba poner en práctica estuviera de acuerdo con la Halaja.
Ahora me entero que la AMIA subvencionó un festival de cine judío, que no respetó Shabat, otorgándole – según me contaron - un monto que no se otorga a ninguna escuela judía. Cuando volví a preguntar por que los directivos observantes lo permitieron me contestaron que no pudieron impedirlo debido a que no son escuchados.
A mí me interesaría, y me imagino que a otros lectores también, que el periódico que usted dirige explique que hicieron, en este caso, los directivos religiosos pues algunos rumores son muy desagradables.
Se lo pido pues como dentro de unos meses tendría que haber nuevamente elecciones, y seguramente me pedirán, como también a otros, que vayamos a votar a la lista religiosa, para saber que hacer, pues si los directivos religiosos no pueden impedir que la AMIA transgreda Shabat, cómo harán para que en los cementerios de la AMIA no se entierre a no judíos.
Esperando que pueda satisfacer esta inquietud lo saludo atentamente
Emerson Chiganer
AMIA 2
Buenos Aires, 16 de noviembre de 2007
Señor Director de
La Voz Judía
Presente
De mi mayor consideración:
Le escribo, sabiendo de antemano, que mi carta será un a de las muchas que recibe La Voz Judía de sus lectores, pero creo que esta tiene una particularidad, poner por escrito ideas y pensamientos que un grupo de javerim charlamos casi en forma diaria.
Todos somos socios de la AMIA, datim – algunos un poco más que otros pero no mucho, que estamos muy preocupados por el futuro de la comunidad por motivos que quizás puedan parecer egoístas, queremos que nuestros nietos sigan siendo judíos.
Algunas veces en lugar de reunirnos en un café lo hacemos en el Patio de Comidas del Shoping Abasto para que las mujeres puedan acompañarnos. Ellas después de tomar un café o una gaseosa se van a mirar vidrieras y nosotros charlamos.
Hace dos semanas, un jueves a eso de las nueve de la noche, las mujeres volvieron a buscarnos – ya era hora de volver a casa – la novedad que en los cines se estaban proyectando películas judías y traían el programa con los horarios. No le di importancia.
Pero cuando nuevamente nos reunimos los amigos de siempre a charlar y tomar un café, uno comentó que las películas judías que se proyectaban en los cines del shoping formaban parte de un festival auspiciado por la AMIA que no se suspendió en shabat, tema que en la ultima edición de La Voz Judía fue tratado.
Ustedes decían que ese festival de cine demostraba que la AMIA no cumple Shabat. Nosotros en el café teníamos otra preocupación. Desde siempre sabemos que la mayoría de los dirigentes de la AMIA no son datim y que respetar el Shabat y los Jaguim los tiene sin cuidado pero que en la Comisión Directiva hay miembros observantes de la Halaja que impiden que la institución lo haga. Por lo menos eso es lo que nos explicaban cada vez que había elecciones y nos pedían que fuéramos a votar a las listas religiosas.
Nosotros, que somos un pequeño grupo de judíos datim, viendo lo que ocurrió con este festival nos preguntamos es para que están esos dirigentes “religiosos” si no evitan que la AMIA patrocine una actividad que transgrede Shabat. Por qué si no lo hacen formar parte de la comisión directiva de la AMIA sólo puede explicarse de tres maneras, para que los jilonim digan “somos democráticos y no dejamos a los religiosos afuera” o para asegurarse que las instituciones a las que pertenecen reciban los subsidios que AMIA distribuye, o en retribución a los veinte mil dólares que hace unos años– cuando el licenciado Abraham Kaul era el presidente - la AMIA les dio para que pudieran terminar de refaccionar un edificio.
Señor director creo que la función de un periódico como La Voz Judía es, además de criticar a la AMIA por no cumplir Shabat, denunciar a los directivos datim que miran para otro lado cuando lo directivos jilonim hacen cosas que se oponen a las normas halájicas.
Sin más, saluda al señor director muy atentamente
Pablo Roitberg
AMIA 3
Señor Director de
La Voz Judía
Presente
Me dirijo a usted pidiendole publicar la presente expresando la indignación que me produjo conocer en el número 421 de vuestra publilcación, la realización del 5ºfestival de cine judío auspiciado por AMIA en el cual se produjo la PROFANACION PUBLICA DEL SHABAT reiteradamente la noche del 9 y el dia 10 de noviembre.
AMIA programa anticipadamente sus actividades y suponemos que sus autoridades, profesionales y consejo directivo conocían esta actividad con tiempo para evitar dicha situación.
Me consta que en el “Consejo Directivo” hay representantes de factores religiosos, ortodoxo, reformista y conservador.
Es incomprensible el silencio y falta de actividad de los mismos, a quienes responsabilizamos solidariamente con los organizadores de dicho evento.
Espero alguna respuesta a esta denuncia pública, y que no ocurra como siempre que quede en el olvido y el consejo directivo de AMIA siga ecnontrandose a tomar café desconociendo la creciente asimilación, pérdida de identidad y cierre de colegios judíos.
Quedo a la espera
Shalom
Marcos Cygan
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Un capellán (religioso) Frum brinda apoyo a los soldados judíos en Irak
Mientras que los líderes políticos de ambos partidos discuten acerca de cómo terminar la guerra contra el terrorismo lanzada en Irak, y cómo traer “a nuestros jóvenes de regreso a casa”, las tropas estadounidenses están sirviendo allí sin distinción. El diario Hamodia entrevistó al Capellán del Ejército Shlomo Shulman, un capellán religioso que actualmente está sirviendo en Irak.
¿Dónde se crió y cuál es su experiencia judía anterior a su ingreso al Ejército?
Nací en Los Angeles, donde asistí diariamente a una Ieshivá desde 4º. hasta 9º.grado. Desgraciadamente esa fue mi única formación judía hasta mucho más tarde, cuando estudié en Israel. Viví en San Diego durante diez años luego de graduarme en la escuela secundaria y posteriormente viajé a Israel, donde me registré en Aish HaTorá, en la Ciudad Vieja. Yo me enamoré del lugar, y seis años después, luego de casarme, nos mudamos a Boston, donde trabajé en la rama de Aish de la ciudad. Luego hice algunos trabajos comunitarios en la Congregación Bet Israel de Malden, Massachusetts, y cuatro años más tarde decidí unirme al Ejército. Mi esposa y mis dos hijitas todavía viven en Malden, y yo sigo estando aquí, en Irak.
¿Qué lo motivó a iniciar su carrera militar?
El año pasado, buscando en el sitio web de la capellanía del Ejército, recibí un paquete de información, y de allí en más siempre estuvieron en contacto conmigo. Ellos me conectaron con otros capellanes religiosos del ejército y eso me ayudó a superar mis temores. En verdad, yo me uní al ejército en enero. Fue bastante rápido. Yo pasé tres meses en la escuela de capellanía del Ejército en Columbia y me gradué el pasado Jol Hamoed de Pésaj. Pocas semanas después me enviaron a Irak. A mi esposa le agradó la idea de que me uniera al Ejército, al menos después de pensarlo por un momento. El pago es importante, el uniforme también, y mi Rosh Ieshivá, Rav Noaj Weinberg me enseñó que cada uno debe hacer lo que corresponde para traer la gueulá. No hay nada mejor que traer una mesa de Shabat a un puesto sucio y polvoriento aquí, en Irak, y reunirnos con los muchachos que no habían oído el Hebreo ni habían usado kipá durante muchísimos meses. Hay algo especial en cantar Lejá Dodí una noche de Viernes, o en leer Eijá, en Tishá BeAv, a pocos kilómetros de la ciudad de Sadr. Y todos están tan agradecidos de tomarse un respiro de la vida militar para reconectarse con su Yidishkeit, aunque más no sea por unas pocas horas. Todo eso hace que valga la pena, incluso, debo admitirlo, la parte más difícil que es estar separado de mi familia.
¿Dónde hizo su entrenamiento básico y cómo fue su experiencia cuando quiso, simultáneamente, adherir a nuestra herencia Judía Ortodoxa?
Como le decía, Columbia fue una verdadera sorpresa, es una gran ciudad y la comunidad judía es muy especial, tan cálida y amigable. Ellos me siguen enviando cajas con elementos de primeros auxilios a Irak. La mayor parte del curso de capellanía se realiza en el aula, si bien el 15% de tu tiempo lo pasas campo afuera. Como yo estuve en el invierno, no me perdí ninguna de las festividades judías. Cada Shabat lo pasaba con Rabbi Hesh y la Sra. Javi Epstein, quienes dirigen Jabad en Columbia desde hace 20 años. Ellos son excelentes anfitriones, con muchos años de experiencia en kiruv, así que aprendí mucho de ellos.
¿Cuáles son los deberes de un capellán y a cuántos judíos asiste en Irak?
Los deberes principales de un capellán son asegurar el derecho constitucional de cada soldado a ejercer libremente su religión. Esa es toda la filosofía que encierra la capellanía militar. Además, él asesora al comandante del batallón acerca de temas morales y éticos; es la persona apropiada para que los soldados le puedan confiar muchas cuestiones personales. Y como capellán de una minoría religiosa, yo cuido a mi propio grupo religioso. No sé cuántos judíos están sirviendo en el Ejército dado que muchs de ellos no se identifican como tales, o al menos no ponen “judío” en sus marbetes. Pero hay unos 160.000 infantes aquí en Irak, ahora, y si calcula que un 1% o un 1.5% de ellos son judíos, debe haber entre 1.500 y 2.000 personas.
Yo soy el único capellán judío que actualmente está sirviendo en Irak.
¿Cuál fue el momento más destacable de su estadía en Irak?
Fue hace poco, en un Shabat. El Jueves anterior habíamos estado esperando recibir unos refuerzos aéreos, cuando en el medio de la noche aparecieron un par de helicópteros de batalla Blackhawk de los nuestros, nos hicieron subir y nos llevaron a unos 20 kilómetros al sur de Bagdad, a una base llamada Kalsu, donde había estado en contacto con un veterano de guerra judío de Nueva Jersey durante la primera semana de mi estada en Irak. El había llegado al país con un equipo especial del Departamento de Estado Norteamericano, para ayudar a la reconstrucción. Durante el último mes él había estado tratando de organizar a los soldados judíos para que se reúnan los Viernes por la noche, durante la comida nocturna, que es el único momento en que se puede hacer. Así es que nosotros volamos hacia allí para Shabat; yo llevé todos los elementos que podía en el helocóptero: la jalá, el vino, el guefilte fish, unos lindos manteles, e incluso un centro de mesa con flores. Ellos arreglaron la forma de que pudiéramos encontrarnos todos en la capilla para rezar a las 7 hs. Allí rezamos para el Kabalat Shabat y para Maariv. Yo hice una breve drashá; luego hicimos Kidush y Hamotzí, y disfrutamos de una rica comida todos juntos. Todo fue perfecto, salvo por las hormigas que se habían subido sobre lo que iba a ser nuestro postre. Fue muy emotivo poder celebrar Shabat, cuando algunos de los soldados habían pasado 10 meses sin tener ningún evento judío organizado. El Shabat anterior a mi arribo, los insurgentes habían arrojado un cohete que impactó directamente sobre el salón comedor; hay un agujero de casi cuatro metros en el techo donde cayó.
Por razones de seguridad no hay ninguna iluminación en la base, por lo cual está totalmente a oscuras en la noche. Yo estuve buscando a tientas mi búnker en la oscuridad y casi me caigo en un pozo, hasta que pude deslizarme hacia una de las barricadas. Pero ese Shabat fue verdaderamente lo más destacable de mi cumplimiento del deber.
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