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Estudios recientes han demostrado los efectos benéficos de la circuncisión en lo concerniente a la transmisión del virus del SIDA al hombre.
Ambos organismos, la OMS y la Onusida reconocieron que “la circuncisión (debería) ser reconocida como una medida eficaz de prevención del HIV”. Vale decir que, si bien “la circuncisión no protege completamente contra la infección del HIV, ella representa una estrategia adicional”.
En diciembre de 2006, dos estudios han comparado dos grupos de hombres (unos circuncidados y los otros no), y se demostró una reducción del riesgo de infección de, al menos, un 50% entre los hombres circuncidados.
Estos resultados confirmarían las conclusiones de un ensayo realizado en Africa del Sud, financiado por la Agencia nacional francesa de investigaciones sobre SIDA, que demostró que había, por lo menor, una disminución de un 60% de riesgo de transmisión de HIV en hombres circuncidados.
¿Querría esto incitar una política de circuncisión generalizada? De ninguna manera, señala el comunicado de la OMS, que indica que esta medida no debería ser recomendada más que en los países que cuentan con altas tasas de infección.
Algunos estudios prospectivos indican, por ejemplo, que la circuncisión generalizada en Africa podría evitar, en lo sucesivo, 5.7 millones de nuevos casos de infección y 3 millones de decesos en 20 años.
Nadie hubiera dicho jamás que la circuncisión –la alianza con el Creador del mundo- practicada por el pueblo judío, después de todo, el más milenario, ha sido instituida por razones de orden médica bien fundamentadas; pero no es menos interesante, por lo tanto, constatar que ella tiene un efecto sanitario…
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