La Voz Judía


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Los Judíos de Trinidad se unifican

Puerto España(Trinidad)- Templos hindúes, mezquitas musulmanas e iglesias católicas se pueden ver por doquier en esta isla exportadora de petróleo, famosa por su Carnaval, su sopa de callalú y su calipso.
Pero no espere encontrar sinagogas en Trinidad, puesto que no hay ninguna. Apenas unos 55 judíos viven allí, pese a que Trinidad y Tobago, con su 1.300.000 habitantes, constituyen la segunda nación inglés-parlante más grande del Caribe, superada en población sólo por Jamaica.
Los pocos judíos que consideran su hogar a esta república formada por dos islas, mantienen un muy bajo perfil debido a la turbulenta historia racial del país y a los 1990 levantamientos llevados a cabo por Jamaat al-Muslimeen, una secta musulmana radicalizada.
Las tensiones se exacerbaron recientemente cuando las autoridades de los EE.UU. y de Trinidad arrestaron a cuatro hombres en un complot para incendiar unos tanques de depósito de combustible en el Aeropuerto Internacional John Kennedy, de Nueva York. Los cuatro sospechosos tenían vínculos con una célula terrorista islámica en Trinidad, y uno de ellos es un ex miembro del Parlamento de Guyana.
Sin embargo, los líderes judíos del lugar se empeñan en enfatizar que ellos “no tienen ninguna dificultad” con la comunidad musulmana que reside allí.
“Nosotros nunca hemos tenido un conflicto abierto con ellos, nunca nos sentimos amenazados, y ellos no nos han tomado nunca como blanco”, asegura Barbara Malins-Smith, quien fue designada como la primera cónsul honoraria en Puerto España, la capital de Trinidad. “Pero, habida cuenta de la atmósfera actual, los judíos de todo el mundo deben ser extremadamente vigilantes”.
Alguna vez los judíos tuvieron importantes comercios y vínculos personales con la pequeña pero influyente comunidad árabe-cristiana, que tiene sus raíces en Líbano y Siria.
La mezcla ética y religiosa de Trinidad es inusualmente diversa para un país tan pequeño: el 32% de su población es Católico Romana; el 28% es Protestante y el 24 % es Hindú. Otro 6 % son musulmanes –como consecuencia de una importante inmigración proveniente de la India durante el siglo 19, cuando fueron llevados como desdentados sirvientes para trabajar en las plantaciones de azúcar.
Sin embargo, a diferencia de Barbados, Curaçao, Jamaica, Nevis y St. Thomas –donde antiguas sinagogas y tumbas hebreas testifican sobre la presencia de Judíos caribeños desde cientos de años atrás -, en Trinidad hay judíos viviendo sólo desde los años 1930.
Curiosamente, la Estrella de David, de seis puntas, es el símbolo de la policía nacional de Trinidad, y en un complejo de construcciones realizadas por judíos cerca de Diego Martin –un suburbio de Puerto España- todas las calles tienen nombres en homenaje a los pioneros israelíes, como Jaim Weizmann, Golda Meir y David Ben Gurión.
Aunque la calle St. Vincent tuvo alguna vez una sinagoga, “la mayoría de los judíos aquí, en Puerto España, no era realmente religiosa; la mayoría eran intelectuales”, declara Malins-Smith, quien nació en Guyana y se trasladó aquí en 1972.
El líder de la comunidad, Hans Stecher, de 83 años, recuerda cuando llegó a Trinidad a los 15 años de edad junto con su familia, como refugiados vieneses, luego de la anexión alemana de Austria. Durante la Segunda Guerra Mundial, él estaba entre los 700 judíos detenidos como “extranjeros enemigos”, si bien, una vez que la guerra finalizó, la mayoría se fue a los EE.UU., Canadá o Venezuela.
Los pocos judíos que se quedaron, como la familia Stecher, prosperaron y se convirtieron en líderes en industrias como la construcción y el turismo. Ellos juntaban dinero para Israel, enterraban a sus muertos en una sección especial para judíos del Cementerio Mucurapo, y solventaban un club de arte dramático donde se representaban obras en Hebreo. Pero la independencia de Inglaterra, en 1962, y el subsiguiente ascenso del movimiento “poder negro”, desalentaron a la comunidad judía, que por ese entonces consistía en 30 ó 40 familias.
“La revolución fue justificada y trajo consigo una cantidad de cambios positivos para Trinidad, pero… muchos judíos no quisieron volver a estar en ese desaguisado, habiendo perdido todo ya en Europa”, afirma Stecher. “Por lo tanto ellos decidieron hacer sus maletas y partir hacia los EE.UU.”
Stecher agrega que “el promedio de los habitantes de Trinidad sabe muy poco sobre los judíos”. Malins-Smith dice que ella redescubrió sus raíces judías el día en que sus hijos, Alex y Phillip, vinieron de la escuela y les anunciaron que querían ser católicos, como todos los demás.
“Fue entonces cuando se me produjo un impacto, al pensar que mi judaísmo terminaría conmigo dado que yo era hija única”, dice. “El resto de mi familia se habían casado todos fuera de nuestra fe. Ellos emigraron hacia Canadá y la mayoría de ellos ya no son judíos”. Esta falta de Yidishkeit en Trinidad inspiró a una diseñadora de páginas web, de 31 años, Sarina Nicole Bland, en 2003, para crear B’nai Shalom, una organización judía no formal que se reúne en las casas de sus miembros para servicios ocasionales y para las fiestas judías.
Probablemente, el mayor suceso de esta diminuta comunidad, es haber conseguido que el jefe de estado de Trinidad, Patrick Manning, visite Israel en Noviembre de 2005, siendo la primera vez que un primer ministro de un país caribeño realice una visita oficial a Israel, de acuerdo con los miembros de la comunidad.
Manning, quien se candidatea para la re-elección este año, ha apoyado públicamente a Israel y lo mismo han hecho varias iglesias evangélicas y pentecostales a lo largo de todo Trinidad.
Pero no todo aquí tiende a ser favorable a Israel o a los judíos. Una catarata de artículos en los periódicos locales sugirieron que “Israel está forzando una nueva situación caótica al tratar de sentar las bases para un golpe militar norteamericano en Irán; la provisión de petróleo por parte de Venezuela es escencial para la economía de los EE.UU., que casualmente está controlada por los judíos…”
Pocos habitantes de Trinidad toman seriamente tales acusaciones, aunque Stecher asegura que él y sus hermanos judíos están preocupados.
“Todo esto es un callalú”, afirma, usando el nombre de un plato caribeño muy condimentado.
“Siempre tenemos el dilema de tener que responder o no a tales acusaciones. A veces es mejor no contestar”.

 

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