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Causa AMIA: que no se pierda la memoria
Por Ben Jaim

Pocos días antes de finalizar el mes de Agosto pasado fue detenido en Brasil el comerciante libanés Farouk Omairi, acusado de narcotráfico y mencionado varias veces en la causa AMIA. La detención se produjo en Foz do Iguazú y fue llevada a cabo por la policía brasileña. Omairi residió en esa ciudad de la Triple Frontera y está acusado en Brasil de narcotráfico. Pero también está considerado dentro de la causa AMIA como representante en la Triple Frontera de Hezbollá, la agrupación libanesa apoyada por Siria e Irán y a la que la justicia argentina atribuye la autoría (al menos) intelectual del atentado del 18 de julio de 1994 y de la voladura de la embajada de Israel, producido el 17 de marzo de 1992. Además, Omairi está considerado “un coordinador de las actividades con otros militantes de la región, y una figura clave que conseguía y otorgaba documentación paraguaya y brasileña falsa a cuadros llegados de Medio Oriente”, según declaraciones del experto en terrorismo Horacio Calderón realizadas al diario La Nación.
La línea de investigación sobre las actividades desde la Triple Frontera presuntamente vinculadas al Hezbollá se desarrolló a poco de realizado el atentado contra la AMIA, en el año 1994, a partir de la declaración del testigo A, Majid Parvas.
Pero recién en el año 2001 se informó de los resultados de un análisis sobre el cruce de llamadas entrantes y salientes en los meses previo y posterior al atentado, desde números claves de Foz do Iguazú (Brasil) y Ciudad del Este (Paraguay) hacia Brasil, Argentina, Irán y Líbano. Ese trabajo fue hecho a partir de un listado, solicitado por la Justicia argentina a Brasil y Paraguay, conteniendo los llamados realizados desde sus localidades fronterizas; la investigación la llevó a cabo la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, y posteriormente la SIDE realizó el análisis de los cruces.
La conclusión de dicho trabajo, en su momento, fue que parte de la comunidad islámica chiíta de la Triple Frontera habría servido como un eslabón en el atentado a la AMIA. Uno de los dos principales investigados fue, precisamente, el recientemente detenido Farouk Omairi, quien era un líder religioso chiíta y fundador de la mezquita de Foz do Iguazú, y a quien se consideraba simpatizante del grupo extremista y terrorista islámico Hezbolla.
La otra parte que estuvo en la mira de los investigadores fue el clan Baharat, que financió la construcción de otra mezquita.
Hasta diciembre de 2001 se habían detectado llamados realizados entre el 10 de julio de 1994 y el 18 de julio, día del atentado, desde los números de esos abonados y las mezquitas que manejaban a: una central telefónica de Hezbollá en el Líbano, a la casa de Mohsen Rabbani, entonces agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires, al número del jefe de finanzas de un comité de apoyo al Hezbollá en Brasil, al del Sheik Fadlallah, quien entonces era el jefe de seguridad de Hezbollá en el Líbano - el 15 de jluio día en que la Trafic se dejó a dos cuadras de la AMIA, en el estacionamiento Jet Parking, y por último, el 18 de julio día del atentado, se recibierondos llamados de cobro revertido desde Porto Alegre y salió un llamado al número del jefe de seguridad del Comité de Apoyo al Hezbollá en Brasil.
Lo más notable es que a partir de esa fecha, apenas hubo dos llamados más, y luego las comunicaciones cesaron por completo.
De lo expuesto se desprendía que en la Triple Frontera se recaudaba dinero “para la causa”, y que si un conductor suicida debía ingresar a la Argentina, era altamente probable que lo hiciera desde allí.
Otros dato curiosos agregado a los ya expuestos, eran: uno, que el entonces comisario Ribelli había pasado varios días junto a su familia en Cataratas y visitó Ciudad del Este, apenas ocho días antes del atentado; y el otro, que Telleldín, acusado en la causa AMIA de haber entregado la camioneta, se había refugiado luego del atentado en Posadas hasta negociar con la SIDE entregarse, y se sospecha que habría estado también en la Triple Frontera.
Todo lo relatado, y que fue publicado en su momento por los diarios locales, surgía de las investigaciones llevadas a cabo por el juzgado de Galeano. Lo que sucedió después, a partir del juicio oral por el atentado a la AMIA, fue que se desestimaron sus actuaciones así como las de los fiscales Mullen y Barbaccia. Hoy todos ellos, entre otros, son objeto de un pedido de captura por parte de Irán.
Resulta curioso que, quienes sostienen la teoría de que Galeano y los fiscales (entre otros) “inventaron” una historia para “encubrir” la supuesta realidad de los hechos son: Irán, Hezbollá, sus grupos de apoyo, los (ex) imputados que hoy gozan de libertad como Ribelli y Telledín, por una parte, y Memoria Activa y algunos familiares y amigos de las víctimas, por el otro.
Esperemos que el año que comienza traiga un poco de sensatez y de buena memoria.
¡Shaná Tová!

 

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