Los diarios seculares y jaredíes de Israel informaron, el mes pasado, sobre un hecho curioso: un rabino de Me’ah Shearim vivió para ver el nacimiento de un descendiente suyo de sexta generación. La mayoría de sus descendientes (unos 450, según se dice) viven en Jerusalem. Cuando el tataranieto del rabino se casó hace un año, él le pidió que no mencionara su nombre en la invitación al casamiento para evitar el mal de ojo. El abuelo tiene 98 años, su hija (quien falleció hace 20 años) tendría actualmente 78, su nieto tiene 57, su biznieto 37, su tataranieto 18, y su tatara-tataranieto, acaba de nacer.
Ya hay quienes conjeturan que esta información entrará en el Libro Guiness de los Records. Durante el brit, al que asistió, muchos le deseaban muchos años más de vida y que pueda ver la séptima generación.
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