El presidente de Venezuela, Hugo Chavez, realizó una corta visita a nuestro país. No obstante su brevedad, dejó huellas bastante remarcables tras su paso por suelo argentino.
Sólo para recordar algunos antecedentes de este personaje, este ex militar golpista que pretende perpetuarse en el poder de su país para lo cual planea modificar la Constitución bolivariana –que tanto dice honrar y valorar- que recientemente acaba de clausurar un canal de televisión opositor a su gobierno, hecho que ha provocado un escándalo dentro y fuera de Venezuela, este dictador en ascenso, es el aliado americano del país de máxima peligrosidad respecto a su involucramiento con el terrorismo islámico internacional. Es bien conocida su estrecha amistad con el nuevo émulo de Hitler, el presidente Ahmadinejad de la República Islámica de Irán.
Pero en la telaraña que pareciera estar tejiendo Chávez gracias a su agraciada situación respecto a contar con reservas energéticas que, según sus palabras, alcanzarían para 100 años, nuestro país podría llegar a quedar atrapado por la dependencia económica que se ha generado con Venezuela. No menos riesgoso resulta, además, que Chávez cuente en nuestro país con algunos “voluntarios” que son funcionales a su gobierno y a su ideología, tal es la posición que parece haber adoptado el ex piquetero que llegó a ser funcionario del gobierno de Kirchner, Luis D’Elia, y a la que ha sumado a otras conocidas figuras de la política nacional consustanciadas con decadentes posturas seudo-progresistas y antiisraelíes, tales como el diputado Mario Cafiero, el sacerdote Luis Farinello, etc.
No obstante, no son estas cuestiones las que agravan el panorama de la amigable relación entre Argentina y Venezuela; el riesgo mayor proviene de que el gobierno argentino, argumentando que en un momento tan crítico para nuestro país en materia de energía (donde se están acabando nuestras escasísimas reservas sin que se haya implementado alguna seria política al respecto), el único país que ha venido “a tendernos una mano”, fue Venezuela. Vale decir que, sea por necesidad o por elección, el gobierno de Kirchner ha decidido reemplazar al Fondo Monetario Internacional por el nuevo centro financiero venezolano, el imperio en construcción del déspota Chavez.
Pues bien, Chavez ha visitado nuestro país y ha abrochado acuerdos leoninos con nuestro gobierno (como comprar bonos a un interés muy superior de lo que nos cobraba el FMI), y, fundamentalmente, ha abierto la boca y ha hablado más de la cuenta. En primer lugar, se ha referido de manera sumamente desdeñosa a la comunidad judía de la Argentina en lo que se refiere a los cargos que se le formulan por su alineamiento ideológico con Irán, cuyo presidente niega el Holocausto, habla de borrar a Israel del mapa, y se ha negado a cumplir con el pedido de captura internacional que pesa sobre seis de sus ex funcionarios acusados de haber planeado el atentado de la AMIA. La respuesta de Chavez fue, en primer lugar, que esas acusaciones provenían de “un grupo de judíos” de Argentina que desconocían lo “bien” que viven los judíos de Venezuela… Y agregó que a esos comentarios no les daba ninguna importancia (lo dijo con palabras más soeces), y que si los judíos quieren enojarse, “allá ellos”, que no se los aconsejaba ya que no es bueno para la salud…
Es sabido que la situación de los judíos en Venezuela no es nada envidiable, y que quienes pueden hacerlo, abandonan el país hacia horizontes más seguros.
Ahora bien, no había terminado de darse vuelta la página de su casi escandaloso paso por Buenos Aires, cuando saltó a la luz el misterioso tema de la valija que un ciudadano venezolano pretendía hacer entrar al país, de manera ilegal, con 800.000 dólares de procedencia y destino desconocidos. El vuelo había sido contratado por la empresa estatal ENARSA, por una cifra fabulosa, ida y vuelta desde aeroparque hasta Venezuela, y en el mismo viajaban el presidente de esa empresa, un funcionario del gobierno argentino, Claudio Uberti, y su secretaria. El objetivo era cerrar algunas operaciones entre ambos países. Pero en el vuelo de regreso desde Caracas, se agregaron al taxi aéreo cinco personas más, presuntamente, funcionarios venezolanos, que no estaban calculados. Y entre ellos, también estaba el “hombre de la valija”, el que pretendió ingresar con 800.000 dólares no declarados, que tenía dentro de una valija y que fue retenida al ser descubierto por la Aduana.
El tema desató un verdadero escándalo que, por el momento, derivó en el despido del funcionario argentino encargado de la operación, y el gobierno de Kirchner parece haberle exigido a su par venezolano que esclarezca lo sucedido. En cuanto a las hipótesis que se manejan respecto a la extraña e inexplicable suma de dinero que se pretendía hacer pasar por la Aduana si ser declarada, hay una que dice que estaba destinada a D’Elía y a los piqueteros. De cualquier manera, ese dinero tiene olor a “coima” y a corrupción.
Debemos preguntarnos ahora hasta donde se tolerará que avance sobre los asuntos internos de nuestro país un personaje tan peligroso como el dictador venezolano, que sin lugar a dudas aspira a ser el emperador de Latinoamérica.
¿Podremos sentirnos seguros mientras el país compromete cada vez más su presente, e hipoteca su futuro poniéndonos en manos de quien proclama que Israel “es peor que los nazis”?
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