Los actos conmemorativos del atentado a la AMIA de este año tuvieron características muy disímiles no sólo en su estructura organizativa sino el contenido de los mensajes que contenían los discursos pronunciados.
Que esto fuera así no era para nada sorprendente pues la experiencia indica que a lo largo de estos 13 años, desde el 18 de julio de 1994 a la fecha, se potenciaron las divisiones internas y las posturas asumidas para el reclamo de justicia y castigo a los culpables por acción (ideólogos, ejecutores y cómplices locales), u omisión (que no investigaron como debían, miraron para otro lado, etc.).
Además se evidenció, nítidamente en acto central, un reconocimiento al Gobierno Nacional por haber apoyado internacionalmente el pedido de las capturas internacionales de 8 iraníes y 1 libanés, que solicitaron los fiscales Nisman y Martínez Burgos y que el juez federal Rodolfo Canicoba Corral aceptó y las solicitó a INTERPOL, por más que se aclarara que no era suficiente, que debía conocerse y juzgarse a quienes colaboraron localmente con la ejecución del atentado.
Otro hecho significativo de los discursos pronunciados en la calles Pasteur y Viamonte, fue afirmar que las 85 víctimas fatales fueron asesinadas.
Seguramente lo que decimos fue el motivo que no ocurriera como en el 2005 y en el 2006, que el Presidente de la Nación, doctor Néstor Kirshner, o alguno de lo ministros de su gabinete se molestaran y realizaran - al día siguiente - declaraciones contradiciendo lo afirmado por los oradores.
Lo que no se dijo, y hubiera sido correcto hacerlo, es que el señalamiento de que el gobierno iraní fue el ideólogo del atentado a la AMIA, fue hecho desde casi el mismo 18 de julio de 1994 y que fue la DAIA la que lo siempre lo sostuvo, y su presidente de ese momento, el doctor Rubén Beraja, quien lo denunció públicamente frente a las máximas autoridades nacionales cuatro días después, en el multitudinario acto efectuado en la plaza de los Dos Congresos.
Por otra parte, debemos reconocer que los conceptos pronunciados por la doctora Pilar Rahola se centraron justamente en remarcar que quienes atentaron en Buenos Aires fueron los mismos que lo hicieron en Nueva York, Londres, Madrid, Kenya, Bombay, etc. cuando afirmó “Yo estoy aquí para decirles que las víctimas de AMIA son las víctimas del mundo. Hubo un miento en la historia de Argentina que alguien dijo: no son argentinos, son judíos; mi desprecio profundo para ellos. Pero no sólo son argentinos los que murieron, son ciudadanos del mundo, son mi gente, mis hermanos, mis amigos, mis primos, mis abuelos, mis padres. Son la misma muerte que mató 200 personas en mi país, España; los mismos que acaban de matar unos turistas en el Yemen; los mismos que han teñido de sangre las calles de El Líbano; que han muerto a unos jóvenes soldados; los mismos que mataron en una discoteca, en Bali, y que son una suerte de 400 personas; los que mataron en Nueva York; los que mataron en Bombay; los que mataron en Kenya y en Turquía; los que matan tan a menudo en Israel. Es la mis muerte, es la misma ideología, la misma batalla, el mismo reto por la libertad”.
Por motivos que desconocemos, el señalamiento al gobierno iraní no fue del agrado de varios formadores de opinión, que al igual que algunos de los oradores de los otros actos conmemorativos que se llevaron a cabo, parecería que sólo les interesa que se demuestre que quienes gobernaban en la Argentina en 1994 y los años siguientes estuvieron involucrados en evitar que el atentado a la AMIA se investigara.
A ellos también les dijo algo la doctora Pilar Rahola al manifestar “Pido un compromiso moral al periodismo, a mí, a nosotros los que escribimos en la prensa, los que tenemos el honor de tener un micrófono, una pluma, un ordenador – computador, que hacemos artículos, que hacemos llamamientos. Un compromiso con la verdad. Demasiada mentira, demasiada tergiversación, demasiado mirar para otro lado, demasiada corrupción política, demasiada falta de garantías. Quiero recordarles al periodismo que nuestro compromiso es inequívocamente con la verdad o no servimos de nada. Quiero recordar el compromiso moral de líderes sociales, aquellos que levantan entera su solidaridad y banderas de libertad. Esos líderes muy a menudo de la izquierda, mi propia ideología, que levantan banderas pero son banderas teñidas de sangre. Les quiero recordar que las banderas de libertad no pueden nunca ni justificar dictaduras, ni justificar muertes ni alentar asesinos y que amañados de una bandera de solidaridad y libertad tienen sangre, no vale para nada.”
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