Este mensaje con el cual fue enviado Moshé delante del Faraón, son las palabras que simbolizan los pilas del Pueblo de Israel. Como dijeron nuestros Sabios: “En este día de la salida de Egipto, se convirtieron los hijos de Israel en pueblo”
“Envía a mi pueblo...”. La libertad corporal era necesaria pues, sin ella, no se puede conseguir la libertad espiritual. El mismo Faraón reconoció el valor de la libertad y del descanso, cuando -tras la primera visita de Moshé y Aarón- ordena a sus capataces aumentar el trabajo de los judíos con la explicación: ·”Vagos son, por eso claman diciendo: Vayamos y sacrifiquemos ante nuestro Di-s” (Éxodo 5:8).
El trabajo y la esclavitud son los mayores enemigos del pensamiento humano. Nuestra Torá fue la primera idea monoteísta que impuso el descanso, no solamente como derecho, sino también como una obligación, como dijeron nuestros Sabios: “No fueron impuestos los Sábados y los días festivos, sino para el estudio de la Torá”.
“...Y me servirán”. El descanso sabático no es solamente para reponer fuerzas sino que se convierte en la razón del trabajo; se trabaja durante la semana, “Seis días trabajarás y harás todas tus labores” para cumplir con lo que dice el versículo: “Y el séptimo día descansarás”. Del mismo modo, la salida de Egipto y la formación del pueblo de Israel asumen su real dimensión solamente si cumplimos con la salida condicionada: “... y Me servirán”.
El pueblo de Israel no fue elegido por Di-s por su condición física o numérica. El Todopoderoso vio en nosotros un “Am Segulá” o sea un pueblo especial, capaz de cumplir los preceptos de la Torá.
Esta idea puede ilustrarse con la opinión talmúdica (Masejet Shabat) que nos explica: “En el último día de la Creación, tras la aparición del hombre que marcó el fin de la Creación universal, dijo Di-s: “Y fue la tarde y fue la mañana, el día sexto”, recalcando con la letra Hé (“HaShishí”), cuyo valor numérico es igual a cinco, que Di-s condicionó al universo a que su existencia dependiera del recibimiento de la Torá (formada por sus cinco libros) y de su observancia por parte del pueblo de Israel congregado en el Monte Sinaí. Así el pueblo de Israel recibió, casi forzado, la responsabilidad de la existencia y continuidad del universo, convirtiéndose de esta manera, como lo indicaron nuestros Sabios, en “La luz de los pueblos”.
En aquél día, el pueblo de Israel se convirtió de un pueblo de esclavos a un pueblo de sacerdotes, en “La luz de los pueblos”. Esta es la responsabilidad que Di-s nos encomendó y de la que somos capaces de asumir solamente por medio del estudio de la Torá y del cumplimiento de sus preceptos.
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