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Después de 17 meses de haber sido evacuados de sus hogares, los habitantes de Gush Katif siguen sin tener lugares fijos donde habitar.
Familias numerosas, de seis o más integrantes, debieron alquilar pequeños departamentos donde permanecer hasta recibir una vivienda digna, acorde a la que debieron abandonar en su lugar de residencia anterior. Tal es el caso de la familia Hamu, que actualmente viven en un departamento de dos ambientes junto con sus cuatro hijos, en el Moshav Mavkiim, cerca de Ashkelon. De acuerdo al relato de un periodista de Haaretz, el jefe de familia, Shai, quien alguna vez tuviera una granja sumamente próspera, hoy está sin trabajo. El sueldo de su esposa no alcanza para cubrir todos los gastos, y la compensación que reciben del gobierno deben emplearla para sus necesidades, con lo cual se ven impedidos de ahorrar dinero para adquirir una casa nueva y definitiva. Ellos comenzaron a contruir una casa sobre su lote en el Moshav, pero al carecer de permiso, recibieron una orden de suspender las obras. Pese a todo, la familia decidió seguir adelante con la construcción.
Este es sólo uno de los casos de los evacuados de Gush Katif en Gaza, a mediados de 2005; hay otros 11.000 que siguen el mismo destino. Aún luego de transcurridos 17 meses desde su expulsión no se ha iniciado ni una sola de las obras programadas en los 21 sitios designados para darles a los evacuados un lugar permanente de residencia.
Hace seis meses, el último de los evacuados abandonó el lugar provisorio de residencia que había recibido; estos consistían en hoteles y albergues.
Con respecto a continuar edificando sin permiso, Hamu declara que el gobierno debería avergonzarse de obligarlo a actuar contra la ley, pero que eso a él no le importa. El no es el único en hacerlo, hay muchas otras familias que ante la desesperante situación empezaron a construirse nuevas casas en lugares no autorizados. Hay que tener en cuenta que existen familias que viven con seis o más hijos, y a veces con nietos.
Dos son los fantasmas que acosan a estas familias en la actualidad: por una parte, el desempleo y por la otra el carecer de una vivienda fija. Según la opinión de profesionales, esta situación les crea un sentido de falta de pertenencia y de privacidad que amenaza la estabilidad familiar.
Cuando el lugar de residencia provisoria se encuentra muy distante del permanente, se le dificulta al evacuado que haya sido lo suficientemente afortunado como para haber conseguido un empleo, firmar contrato por largo tiempo. La familia de K.N., por ejemplo, viven en Nitzan y planean mudarse al norte del país; ellos trataron de iniciar un negocio en el norte, pero fracasaron dado que les pusieron como condición para autorizarlos que vivan en la región.
Estos ejemplos son moneda corriente entre los miles de evacuados que se encuentran sin rumbo fijo a casi un año y medio de haber sido expulsados de sus hogares en una región que, en la actualidad, pasó a convertirse, prácticamente, en una base militar del terrorismo, desde donde no cesa de lanzar cohetes hacia las ciudades del sur de Israel ocasionando numerosas víctimas.
Hasta el momento nadie conoce cuál fue el rédito para Israel de esa atribulada operación de entregar Gaza a manos de los palestinos.
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